En Paraguay, Ugo Leonardo Da Costa Jardim, tiene 34 años y se encuentra internado. Las autoridades especulan que se trató de un brote psicótico.
Ugo Leonardo Da Costa Jardim, de 34 años, protagonizó este miércoles un episodio psicótico que sacudió a Ciudad del Este (Paraguay). Consternados, los vecinos todavía no pueden entender qué fue lo que ocurrió con este estudiante de medicina de origen brasileño que alrededor de las 10.20 de la mañana, se paró en medio de la calle, se desnudó y se arrancó ambos ojos con sus propias manos.
Según explicaron desde su círculo íntimo, el hombre era de San Pablo y se encontraba en Paraguay estudiando medicina. Era muy religioso por lo que esa mañana había ido a confesarse a la capilla San Blas y al salir algo sucedió. Parado sobre la avenida Oscar Rivas Ortellado, comenzó a quitarse la ropa. Luego se arrodilló, levantó sus brazos y se metió los dedos en su ojo izquierdo hasta arrancarlo. Luego, lo arrojó al asfalto.
Los especialistas que lo atendieron más tarde no comprenden cómo pudo soportar el dolor, ya que el hombre no se detuvo allí y siguió con el derecho. No consiguió sacárselo, entonces se dispuso a «atacar» a sus órganos sexuales, trataba de arrancarse los genitales de su lugar. Fue en ese instante que los vecinos del lugar intervinieron y lograron controlarlo. Llamaron a la policía y bomberos, que rápidamente lo trasladaron hasta el Hospital de Trauma de la capital esteña.
Julio César Sosa, titular de la Comisaría 1ª de Ciudad del Este, comentó a los medios locales que, según testigos, Da Costa Jardim había estado en el lugar el día anterior. Llegó en una moto hasta la plaza que está frente a la Catedral San Blas e ingresó al interior para confesarse con el sacerdote.
El padre Milciades Acuña lo recibió. Luego Ugo se retiró del lugar, pero dejó todas sus pertenencias en el estacionamiento. Además de la moto y su casco, también estaba su celular, un manojo de llaves, unos anteojos de sol y una billetera con sus documentos. Dentro había 40 mil guaraníes y 100 dólares americanos. Al día siguiente regresó al lugar y se auto atacó.
En el hospital lo atendió el médico Federico Schrodel, que aseguró que la extracción ocular fue casi quirúrgica. «Él llegó ya sin ambos globos oculares. Es la primera vez que vimos una automutilación, por doloroso que es. Lo extraño es que él no parecía reaccionar ante el dolor en ese momento», señaló a las emisoras de radio local 970, 1000 AM y R800 AM.
Sobre el motivo de este episodio, declaró: «Podría existir una enfermedad de base psiquiátrica, pero él no está apto para afirmarlo. Está sedado pero alcanzó a decirnos que dejó la medicación hace meses». Además, añadió que no puede precisar cuál es el remedio que abandonó, porque no cuentan con el historial médico. «Podría ser esquizofrenia o un trastorno límite de la personalidad», indicó.
«Sus compañeros dicen que es una persona muy religiosa, es de San Pablo, de donde hace cinco días regresó. Él comentó a un compañero que terminó una relación y que estaba muy triste», sostuvo el director del establecimiento médico.
Schrodel también contó que Ugo estaba muy deprimido por la ruptura y que el tratamiento que realizaba lo mantenía desde su infancia. Su vida no fue sencilla ya que a los cinco años murió su padre y a los ocho años también la madre. Los últimos años antes de mudarse a Paraguay vivió con sus tíos, en San Pablo.
De acuerdo a lo que detalló el especialista, el hombre está recibiendo fuertes calmantes y se esperan los resultado del estudio psicológico, además del toxicológico. Luego será llevado a Brasil, de regreso con sus tíos.
Los bomberos que lo socorrieron relataron que lo encontraron desorientado. «Se notaba que no estaba ubicado en tiempo y espacio, no tenía aliento a alcohol. Ni se dio cuenta de lo que acababa de hacer, él creía que estaba haciendo compras ya que ni cuenta se dio que no podía ver. Fue muy rara la situación de esta persona. No sabemos si estaba bajo los efectos de alguna sustancia o si es que ya tenía alguna afección, algún problema psiquiátrico”, aseguró el voluntario Gumersindo Verdún al diario Crónica de Paraguay.
Por último, aseguró que a pesar de lo que había hecho, el hombre nunca fue violento: «Por suerte estaba bastante calmado, no opuso ninguna resistencia, pero estaba totalmente desorientado, era muy rara toda esta situación, porque ni cuenta no se dio que él ya no tenía ojos».