Casio lanza dispositivos con dibujos de mujeres como Hipatia de Alejandría, Marie Curie o Hedy Lamarr.
Ana Sostres tiene nueve años y un objetivo definido: quiere ser científica. Lo tuvo claro el pasado 11 de febrero, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, después de un encuentro con varias mujeres científicas en Zaragoza. Al final del acto, le regalaron una calculadora con una ilustración de una científica y le animaron a investigar sobre ella y compartir sus hallazgos con sus compañeros de clase.
La calculadora que recibió forma parte de un proyecto de la marca japonesa de electrónica Casio para visibilizar a científicas y fomentar la vocación entre las estudiantes. La compañía ha lanzado 12 modelos de calculadoras con ilustraciones de mujeres como Hipatia de Alejandría, una de las primeras científicas de la historia; la precursora del wifi Hedy Lamarr; o la física y química Marie Curie. “La elección de lo que un niño o una niña desee ser de mayor, en ningún caso debe estar sesgada por estereotipos de género o por falta de referentes. Estas calculadoras fomentan la vocación científico técnica entre las niñas y los niños curiosos por descubrir cómo mejorar el mundo”, afirma Eloy Bernal, comunicador creativo que lleva nueve años desarrollando su trabajo entorno a las herramientas pedagógicas de Casio.
Cuando Ana recibió su calculadora, sintió mucha curiosidad por saber quién era la mujer ilustrada en ella. Buscó su nombre en Google y descubrió que Sophie Germain era una matemática autodidacta que nació en París en 1776. A los 13 años, en plena Revolución Francesa, se refugió durante meses en la biblioteca de su padre. Después tendría que investigar siempre en solitario, ya que la comunidad científica de su época era totalmente masculina y no estaba permitido que las mujeres asistieran a la universidad.
“Sophie fue muy valiente porque tuvo que fingir que era un hombre para poder estudiar”, explica Ana. La científica llegó a disfrazarse como un hombre para asistir a clase, presentó un trabajo en la Universidad y lo firmó con el nombre de un antiguo alumno de la escuela y utilizó el seudónimo de Monsieur Le Blanc para cartearse con otros científicos como Gauss o Legendre.
Detrás del dibujo de Germain plasmado en la calculadora, se encuentra la ilustradora Laura Liedo. Para dibujar a la científica, se documentó sobre ella: “Me la he imaginado refugiándose del ruido y la hostilidad de la guerra. Cogiendo libros de la biblioteca de su padre, quizá algunos más de los permitidos. Devorando textos con los ojos bien abiertos y creando nuevas ideas. He intentado representar la curiosidad de la joven Sophie, disfrutando de la parte lúdica del aprendizaje, de la sorpresas por descubrir”.
A pesar de estas dificultades, Germain hizo aportaciones decisivas a la Teoría de Números y al estudio de las superficies elásticas. Su teoría matemática la convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Extraordinario de la Academia de Ciencias de París. De esta forma, demostró a la sociedad que una mujer podía dedicarse a la ciencia y merecía las mismas oportunidades que un hombre.
El reto de lograr la igualdad
Pero más de dos siglos después, todavía no se ha conseguido por completo la igualdad. Solo el 28% de los investigadores a nivel mundial son mujeres, según la UNESCO, Y pese que el 54,3% del total de estudiantes del sistema universitario español son mujeres, su presencia en las titulaciones técnicas como Ingeniería y Arquitectura decae al 25,5%, según datos del Ministerio de Educación y Ciencia.
La falta de vocación de las chicas en las carreras científicas se debe en parte a los estereotipos y a la falta de modelos a seguir. Casio, que a principios de años tuvo que disculparse por vender calculadoras rosas «para mujeres trabajadoras», quiere intentar revertir la situación llevando a estas mujeres a las dispositivos utilizados a diario por miles de alumnos y alumnas en España. Bernal decidió poner en marcha el proyecto después de leer un artículo en The Guardian sobre una física londinense, Jessica Wade, describiendo cómo editaba casi a diario páginas en Wikipedia visibilizando el trabajo de científicas contemporáneas.
Se puso en contacto con 12 ilustradoras para que escogieran a su científica favorita y la retratasen, además de con las científicas o sus familiares más cercanos, profesores y estudiantes para consultar su opinión. La dibujante Conxita Herrero ilustró a Hipatia, a quien describe como “una mujer extremadamente inteligente, curiosa, moderna, comprometida, política y disidente —en el mejor sentido del término— que decidió hacer de su vida algo que a día de hoy sigue siendo dificilísimo entre las mujeres: no ser complaciente”.
Para ella, si se quiere fomentar la vocación de las niñas en carreras científicas es primordial visibilizar a las mujeres que, “simplemente por el hecho de ser mujeres, llevan toda la historia en un segundo plano, escondidas o directamente silenciadas”: “¿Cómo vamos a tener referentes con las que identificarnos, a las que seguir o de las que hacernos fans si ni siquiera las conocemos?”. Para crear la ilustración, afirma que se obsesionó con Hipatia y vio su película una vez tras otra: “Cuando descubro a una tía que me parece una jefa me pongo monotemática: me pasó con Sylvia Plath, Dorothy Parker, Elisabeth Bennet, Felicidad Blanc, Patty Smith, Vainica Doble, Gloria Fuertes… Menudas jefas”.
Otra de las científicas referentes en las calculadoras es la matemática iraní Maryam Mirzakhani, ilustrada por la artista plástica y visual Gema Rupérez Alonso. Fue la primera mujer en ganar una Medalla Fields y realizó importantes trabajos en geometría y sistemas dinámicos. A Rupérez le entusiasmó su forma de relacionar conceptos y su pasión a la hora de comunicar: “Me emociona esta frase suya: ‘La belleza de las matemáticas sólo se muestra a sus seguidores más pacientes’. Creo que se puede trasladar a otros ámbitos, especialmente al arte”.
Todas estas calculadoras ya se pueden encontrar en los puntos de venta habituales de material escolar por un precio de entre 16 y 30 euros —idéntico al de las calculadoras no ilustradas—. “Quizá, lo que más me ha motivado del proyecto es pensar que mi hija, que hoy tiene 4 años, podrá aprender matemáticas o física con una calculadora, en la que su madre hizo un tributo a las científicas, y que ese hecho, de alguna manera, le permita romper los últimos techos de cristal. Eso convertiría este proyecto en un círculo virtuoso de sororidad”, afirma Rupérez.
Por el momento, estas calculadoras junto a los encuentros con científicas referentes ya han tenido en parte un efecto en algunas niñas como Ana. Pese a que siempre ha estado rodeada de científicos en su familia, según explica su madre, nunca le había llamado la atención: “A raíz de esta actividad está más motivada”. Su asignatura favorita es ciencias naturales y, entre sus juguetes, cuenta con un kit de laboratorio y otro para crear minerales. “Esas calculadoras me han hecho cambiar a mí y creo que a otras chicas también les harían cambiar. Cuando vi a la chica ilustrada en ella, busqué información y aprendí muchas cosas sobre ella y otras científicas. Me encantaría ser una de ellas”, concluye.