El Presidente y el candidato peronista no fueron a la cita en Mar del Plata, que tuvo tono de despedida del gobierno.
No lo soportó más. El financista, hombre de mil batallas en el país de las devaluaciones, se levantó en la mitad del discurso de María Eugenia Vidal y caminó entre las mesas para salir del salón. Salió hacia un pasillo del Sheraton y se enjugó las lágrimas con un pañuelo.“No puedo creer que vaya a dejar de ser gobernadora”, balbuceaba, traduciendo al dialecto de la humanidad el sentimiento que dominaba a los mas de mil empresarios sentados el miércoles por la noche para compartir el arranque del Coloquio de IDEA.
Vidal había llegado al encuentro empresario de Mar del Plata desde un acto de campaña en Necochea. La acompañaban apenas un par de colaboradores y el candidato a intendente en la Ciudad Feliz, el ex juez Guillermo Montenegro, quien intenta la patriada de conservar el distrito donde nació. La Gobernadora se fue ni bien terminó su discurso. No habló con la prensa ni pasó por las mesas para bañarse en el placebo de los abrazos y las felicitaciones. Así lo había hecho en los últimos años pero los ánimos ahora son muy diferentes en este réquiem en el que se convirtió el Coloquio.
La paradoja es que el discurso de Vidal que emocionó al financista no tuvo como eje a la emoción. La Gobernadora hizo una descripción calma y detallada de sus cuatro años de gestión. Y explicó, por si a alguno le hiciera falta entenderlo, que a un mandatario provincial lo eligen por la obra pública, la seguridad, la educación y la salud. No había necesidad de traducir el mensaje. Todos lo entendieron. Estamos perdiendo por causa de la economía y la responsable de esta economía no soy yo.No iba a poder responderle Mauricio Macri, el gran ausente del encuentro,que cambió su entrevista pública en Mar del Plata por una aparición vía teleconferencia y le dio la prioridad a una escala litoraleña del #SiSePuede en Corrientes.
La ausencia del Presidente en IDEA cayó como un rayo en el Coloquio. Ya habían fracasado las negociaciones de las últimas semanas para que Alberto Fernández fuera de la partida y encima el faltazo de Macri, quien iba a cerrar el encuentro el viernes por la tarde. Los optimistas hablaban de la necesidad presidencial de concentrarse exclusivamente en lograr que resultara exitosa la marcha del sábado en el Obelisco. Los escépticos, en cambio, preferían centrarse en los focos de tensión renovada con el Círculo Rojo.
Las diferencias entre Macri y buena parte de los empresarios argentinos venían ensanchándose desde la gran devaluación de abril de 2018. Pero se volvieron dramáticasdespués de la derrota del Gobierno en las PASO del 11 de agosto. El control de cambio abrió una grieta con los banqueros; el congelamiento del precio del crudo y de las naftas logró el mismo efecto con los petroleros y las industrias derivadas; y la quita del IVA a los alimentos fue denostada por el sector alimenticio.
En estos meses, el Presidente lee cada declaración crítica de un empresario como una estocada al corazón. El mayor disgusto lo tuvo con el presidente de la Unión Industrial Argentina, Miguel Acevedo, quien tuvo palabras de elogio para Alberto demasiado entusiastas en tiempo aún de campaña. Pero Acevedo no estuvo en Mar del Plata. Prefirió el encuentro más nacanpop que la Fundación Pro Tejer armó el miércoles en Vicente López. Allí sonó mucho más natural la música del peronismo.
En cambio, el que sí fue uno de los protagonistas de este Coloquio de transición fue Marcos Galperín, quien vino a hablar en un panel del futuro de los negocios en el país agobiado. Para disgusto de algunos de sus colegas, el macrismo lo venía coronando como el paladín de los empresarios innovadoresy, sin embargo, el CEO de Mercado Libre no tuvo la mejor idea que apurarse a llegar a San Telmo el mes pasado y ser de los primeros en sentarse en las oficinas tentadoras de Fernández.Si Macri escuchara al panameño Rubén Blades, sabría que la vida te da sorpresas.
Por eso no extrañó que el Presidente eludiera la invitación del encuentro que más lo acompañó en los últimos años. Así lo recordó el sindicalista Héctor Daer en la noche del miércoles mientras debatía con el empresario Miguel Blanco y ese símbolo de la tolerancia llamado Graciela Fernández Meijide. “Yo vine acá en 2015 y recuerdo como aplaudían cada vez que se mencionaba algún error del gobierno anterior”, dijo, sin nombrar a Cristina, pero advirtiéndole a los empresarios que a la mayoría de ellos les fue pésimo en estos cuatro años.
El jefe del gremio de Sanidad y secretario general de la CGT fue, junto a Daniel Filmus, quien sostuvo la bandera solitaria del peronismo en Mar del Plata. Alberto Fernández, en coordinación con Cristina Kirchner, había dado la orden a su equipo de no sumarse al foro. Así perdió una oportunidad única de convertirse en la estrella del encuentro y acaso de diferenciarse del kirchnerismo, que siempre ubicó al Coloquio en el bando de sus enemigos. La sugerencia caló tan hondo en la dirigencia opositora que hasta el referente del Movimiento Evita, Fernando “El Chino” Navarro, se bajó a último momentode un panel sobre empleo inclusivo para acompañar a los candidatos del Frente de Todos en la celebración del 17 de octubre en La Pampa.
La Argentina sigue siendo el país que una y otra vez se encuentra con sus fantasmas. El último dirigente que había dado órdenes de no asistir al Coloquio de IDEA había sido Néstor Kirchner. Primero fustigó al supermercadista Alfredo Coto por haber advertido desde Mar del Plata contra la inflación creciente. “Coto, yo te conozco”, le dijo hace catorce años, citando con gesto divertido la frase de la publicidad en cadena nacional y acusándolo a continuación de cartelizar los precios con sus competidores.
Poco después, en noviembre de 2005, Kirchner le aceptó la renuncia a Roberto Lavagna como ministro de Economía. ¿El pecado? Haber participado del Coloquio de IDEA como expositor, desoyendo la recomendación de no mezclarse con los supuestos conspiradores. A poco más de una semana de las elecciones,los empresarios y los dirigentes políticos deberán encontrar un camino más auspicioso para intentar el desafío de la reconstrucción. Todos ellos son conscientes de que la derrota de la inflación, el desempleo y la pobreza comienza justo donde reaparece el desencuentro, informó El Clarín.