Alberto Fernández le ofreció el cargo a Carlos Caserio, senador por Córdoba. Pero aparecieron otros jugadores que quieren el puesto.
Alberto Fernández maniobra, contrarreloj, para definir su gabinete. Su obsesión está en cómo ordenar el área económica pero debe, mientras tanto, administrar tensiones, presiones y demandas en otras áreas calientes.
En estas horas arde Transporte, una cartera que, en el dibujo original, Alberto había pensado como una secretaría dentro del Ministerio de Obras Públicas, que quedará a cargo de Gabriel Katopodis, intendente peronista de San Martín, muy cercano al presidente electo.
El Ministerio de Transporte es «federal», porque impacta en todo el país y afecta cuestiones logísticas, urbanas y productivas. Ostenta, además, un despliegue monumental que va desde la expansión ferroviaria a los subsidios del transporte y Aerolíneas Argentinas.
Hace una semana, el presidente proclamado convocó a Carlos Caserio, senador por Córdoba, y le ofreció Transporte.«Sos un dirigente valioso y respetado», lo adornó, y le pidió que cuente a la prensa sobre la propuesta.
Fue un movimiento a tres bandas. Buscaba contener a un dirigente que empujó en Córdoba, tierra hostil al peronismo K, la fórmula Fernández-Fernández; además de despejar el Senado para la unidad del bloque y poner en el equipo presidencial a un dirigente del interior, una identidad que no abunda allí.
Pero pasaron cosas. Hugo Moyano lanzó su propio candidato, Guillermo López del Punta, y reclamó influencia sobre el área.
En el entorno de Fernández piensan, como en muchas otras cosas, en un esquema a la Néstor Kirchner: un ministro político que contenga, debajo, a secretarios que reporten a los gremios. Por eso, el scrum ferroviario, donde confluyen entre otros Omar Maturano (La Fraternidad) y Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), piden «opinar» sobre los proyectos del área.
Los gremios del transporte, reunidos en la CATT -que preside Juan Carlos Schmid (Balizamiento)-, también quieren verse con Fernández. Le elevaron el reclamo a Héctor Daer, el sindicalista más cercano al presidente electo. Schmid habló en estas horas: «No habrá luna de miel larga».
La letra chica sobre cómo diseñará Fernández el área de Transporte está, como otros anexos, difusa. ¿Quiere a Caserio de uno, con una segunda línea loteada entre los gremios?
Fernández no suelta prenda y no volvió a verse con Caserio para decirle qué quiere. El martes apareció otro jugador: Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba, respaldó a Caserio mientras espera define sus próximos movimientos.
Un detalle: Schiaretti tendrá cuatro diputados que irían en bloque suelto, cordobesismo explícito, para «negociar» en la Cámara Baja y poner en debate el menú de temas que le importan a Córdoba, entre ellos los fondos para cubrir la deuda de la Caja Previsional que asciende, entre 2018 y 2019, a más de 9 mil millones.
El martes, Caserio encabezó la última reunión del bloque del PJ en el Senado y no estuvo, luego, en la foto de la bancada unificada que comandará el formoseño José Mayans.
Ronda una malicia referida a que el cristinismo prefiere a Caserio en el Senado, sin margen de acción. Desde el albertismo sugieren que, quizá, haya otro ofrecimiento para el cordobés.
Si Caserio renuncia a su banca, lo reemplazaría Amelia López, que recaló en ese lugar por José Manuel De la Sota pero tiene terminal con Schiaretti. A su lado avisan que si le toca asumir, quiere ayudar a Fernández.
Aunque operan en claves distintas, el factor cordobés se cruza con chispazos de otros gobernadores. Fernández asume, en privado, que en su gabinete escasea la representación del interior.
En el mundo gremial y en el PJ daban por hecho que en Salud recalaría Pablo Yedlin, diputado ligado al gobernador de Tucumán Juan Manzur, pero todo apunta a que ese rol quedará para Ginés González García.
El sindicalismo se lleva bien con el ex ministro que, además, tuvo un rol relevante en el PJ que preside José Luis Gioja, pero en la cuenta final no es un delegado de los gobernadores.
Manzur es el mandatario del PJ que tiene relación más fluída con la CGT, al punto que fue el armador de la primera cumple por el Pacto Social que involucró a sindicalistas y empresarios, en particular el titular de la UIA Miguel Acevedo, foto que construyó para Fernández, informó Clarín.