«Bajar toda la tarjeta». Hace rato que se convirtió en la cruzada financiera de más de una familia. Con tasas estrafalarias, no hay otra: estirarse para llegar y cubrir el saldo del mes como sea o caer en la espiral del pago mínimo en la que esa masa de consumos «pateados» hacia adelante pronto parece no contraerse nunca. Aunque uno sigue pagando.
Es la tasa que se cobra por ese mecanismo de financiación, que consiste en hacer un pago parcial del saldo y diferir el resto (conocido en la jerga como revolving), la que desde el miércoles tiene un tope de 55 %. Se trata, de todos modos, de la tasa nominal, que a nivel sistema se ubicaba en 70-80 %.
Pero para llegar al costo financiero total o CFT, la variable que cuenta, hay que sumarle alrededor de 30 puntos por conceptos como el IVA, otros impuestos, gastos administrativos y seguros.
Explican en la industria, no obstante, que el argentino es más afecto a la cuota. Sobre todo con el Ahora12 versión lunes a domingo, que según se acordó el miércoles ya no regirá para productos importados.
Acá es importante aclarar que los bancos financian el Ahora12 al 20%, mientras que el comercio suele absorber el resto para ofrecer «cuotas sin interés» y ese esquema no se alteró.
Para darle a los bancos una compensación, el Central redujo el nivel de encajes, que es la porción de depósitos que captan pero que deben dejar inmovilizados a una tasa del 0%. La flexibilización implica liberar unos $ 18.000 millones para prestar.
Es fácil ceder ante el Ahora12. Y es que uno termina enfocándose en la accesibilidad de la cuota antes que en el gasto total. Si es que no sucumbe sin escalas a una compra impulsiva.
Ezequiel Baum, fundador de Trainer Financiero y autor de «Ordená tu economía» lo resume así: «Uno tiende a cuotear cualquier cosa porque puede. El mecanismo es bastante dañino pero te sirve para inflar tu nivel de vida hoy. Es cierto que en un contexto inflacionario, la lógica indica que conviene endeudarse porque se licúan las cuotas. Pero así, a fuerza de mucha cuota, llegás a una suma que no podés bajar y te lleva al revolving. Ahí volcás».
Mariano Otálora, director ejecutivo de la Escuela Argentina de Finanzas Personales, aporta: «Esto va a aliviar a la gente que ya está endeudada. Estas tasas eran destructivas. El problema no era sólo el nivel de tasas sino la velocidad a la que fueron subieron».
Otro punto a tener en cuenta cuando se está en «zona de revolving» es que te suelen ir aumentando el pago mínimo. «Como la deuda crece exponencialmente, lo hacen para que no resulte imposible de pagar el capital. Y además te reducen el límite el compra. De hecho, casi no lo vienen actualizando. En ese sentido, la relación ingreso-crédito ya se había roto en la era K. Cobrabas $ 10.000 y te daban $ 100.000», señala Otálora.
Y agrega: «Hay que esperar a que baje la tasa para sacar un préstamo personal que permita extender el plazo de cancelación». Los bancos también suelen ofrecer planes de pago de entre 3 y 12 cuotas para financiar saldos pendientes que figuran en el mismo resumen.
Pero hay dos cosas que parece importante asimilar: la primera es que la tasa sigue siendo realmente muy alta y la segunda es que el revolving no es el problema.
«Es una solución que representa un salvavidas para alguien que no puede mantener la regularidad de sus pagos. Puede ser que te pase porque tuviste que enfrentar un gasto extraordinario o porque estás gastando más de lo que ganás. En ese caso estás postergando un problema más grave. Los topes sólo suavizan el desarreglo económico de base, disminuye el daño», señala Baum.
Claro que a veces no hay mucho margen para ajustar. Y la tarjeta es el último recurso para cubrir lo básico, señaló Clarín.