Los profesionales sanitarios contagiados en Italia son al menos 4.824, casi el doble que en China, mientras que los doctores muertos ascienden a 29. Las historias detrás de los números y las razones detrás de un saldo tan elevado.
Una lista cada día más larga, reflejo de una batalla que los profesionales de la salud dan sin casi protección y en hospitales desbordados. Los médicos muertos en Italia, mayor foco de la pandemia en el mundo, ascendieron este miércoles a 29, según el balance actualizado en tiempo real por la Federación Nacional Médicos Cirujanos y Odontólogos (FNOMCeO).
Los trabajadores sanitarios contagiados —entre médicos, enfermeros y cuidadores— son al menos 4.824, de acuerdo a las últimas cifras del Instituto Superior de Sanidad, sobre un total de casi 70 mil infectados en el país. El dato es casi doble al que se registró en China, según un estudio publicado en la revista de la Asociación Médica Estadounidense Jama.
“Los muertos no hacen ruido, ya no hacen ruido a medida que crece la hierba», dijo, citando al poeta italiano Giuseppe Ungaretti, Filippo Anelli, presidente de FNOMCeO. “Y, sin embargo, los nombres de nuestros amigos, de nuestros colegas, puestos aquí, puestos negro sobre blanco, hacen un ruido ensordecedor”.
Los sindicatos y las colegios profesionales advirtieron de una situación dramática en las regiones de Lombardía, Piamonte, Liguria, Emilia Romaña, mientras el COVID-19 se extiende al centro y al sur del país.
Anelli denuncia la lentitud de las instituciones en reaccionar al brote y proveer el equipamiento necesario. “Nos sentimos olvidados», dice. “Ya no podemos permitir que nuestros médicos, nuestros trabajadores de salud, sean enviados a combatir el virus con las manos desnudas. Es una lucha desigual, que nos perjudica, perjudica a los ciudadanos y perjudica al país”.
Las historias
El listado de los médicos fallecidos no deja de actualizarse: desde Roberto Stella, uno de los dos primeros doctores contagiados, hasta Ivano Garzena, un odontólogo de Turín de 49 años que murió este miércoles. Detrás de cada nombre hay una historia de compromiso con su trabajo.
Muchos, como los últimos tres fallecidos, eran médicos de cabecera: los primeros profesionales a los que los pacientes suelen acudir al presentar algún síntoma.
Otros eran doctores retirados que volvieron a ponerse el guardapolvo para ayudar a los colegas sobrepasados por la emergencia. Ese era el caso de Gino Fasoli, un ex fraile, médico retirado y voluntario en África para las ONG Emergency y Médicos Sin Fronteras. Murió el sábado pasado cerca de Brescia, una de las provincias más golpeadas por la pandemia.
“A finales de febrero me dijo que finalmente le habían entregado un barbijo”, contó su hermano Giuseppe al Corriere della Sera. “No uno para cada día. Uno en total”.
Algunos, como Leonardo Marchi, especialista en enfermedades infecciosas y director médico de la clínica San Camillo en Cremona (Lombardía), eran profesionales reconocidos por su trayectoria. Marchi murió el sábado los 64 años, en “otro día de una guerra que ya es normal», según escribió su amigo y colega Ferruccio Giovetti en Facebook.
Otros más, como Marcello Natali, murieron tras denunciar públicamente su preocupación por la seguridad de sus colegas. “No estamos preparados para enfrentar la situación”, dijo en una entrevista, una semana antes de morir por coronavirus a los 57 años.
Las razones de los contagios
La fundación Gimbe, que promueve actividades de investigación, capacitación e información científica, explicó el alto número de contagios entre médicos y enfermeros con la decisión de no someterlos a pruebas para el COVID-19 por el temor de reducir la fuerza laboral. Para estos expertos, además, la cifra de los trabajadores contagiados estaría subestimada, por lo que es vital que todos sean sometidos a pruebas.
“Un mes después del caso 1 de Codogno, las cifras muestran que pagamos muy caro el precio de la falta de preparación organizativa y administrativa para la emergencia», dijo el presidente de la fundación Nino Cartabellotta. “La falta de políticas unívocas sobre la ejecución de pruebas para los trabajadores de la salud por el temor de reducir a la fuerza laboral, se ha convertido en un boomerang mortal ya que el personal infectado fue, lamentablemente, el gran protagonista de la propagación de la infección en los hospitales, los hogares para mayores y en las casas de los pacientes”.
Los médicos de cabecera son otra categoría que se vio forzada a atender la emergencia sin protocolos claros y sin protecciones adecuadas, según varios testimonios publicados en estos días en los periódicos y en las redes sociales.
“Estamos indefensos y sin armas”, dijo al diario Il Post Paola Pedrini, secretaria de la Federación Italiana de Médicos de Cabecera de Lombardía.
Nicola Mumoli, jefe de medicina del hospital Magenta, cerca de Milán, fue más allá y habló de “discriminación”.
“Una médica que trabajó entre pacientes de COVID-19 se enfermó, pero después de varios intentos se le negó el test. Sin embargo, las páginas de las crónicas informan sobre las buenas condiciones de los futbolistas, actores y políticos, a quienes sí se les tomó una muestra», escribió en una carta al Corriere della Sera. Y denunció: «Hay una gran solidaridad con el personal de salud, pancartas y consignas buenistas por todas partes, pero en realidad sólo hay discriminación e hipocresía. Si se tiene que elegir entre un futbolista y un médico, no hay dudas y nos sentimos condenados a desaparecer bajo ese barbijo que usamos todos los días con gran orgullo, haciendo un trabajo que ahora más que nunca consideramos un honor”, publicó Infobae.