OPINIÓN. Columnista invitada (*) | En este año, más que nunca, es clave la vacunación antigripal. Y ya es el momento. La circulación viral comienza a darse en el otoño. Listado completo de los grupos de riesgo.
Dra. F. Cahn – VACUNAR
La gripe o influenza es una enfermedad viral que se transmite fácilmente a través de las gotas que se expulsan al toser, hablar o estornudar. Los síntomas clásicos consisten en fiebre alta, mialgias, cefaleas, dolor de garganta, tos seca y decaimiento. En las personas mayores, estas manifestaciones pueden ser menos intensas.
No es una enfermedad menor. Sus complicaciones pueden llevar a la hospitalización y a la muerte, especialmente en pacientes con comorbilidades. En nuestro país, todos los años se producen muertes como consecuencia de la gripe y, en la mayoría de los casos, se dan en personas con factores de riesgo y que no recibieron la vacuna antigripal.
La enfermedad tiene tratamiento con antitérmicos, hidratación y reposo. En caso de pacientes con riesgo de complicaciones o a aquellos que deben internarse, se administran antivirales específicos. Los antibióticos no están indicados en estos casos.
¿Por qué es importante la vacuna?
La vacuna es la principal herramienta para prevenir la gripe y sus complicaciones. Debe aplicarse todos los años ya que el virus puede sufrir modificaciones o mutaciones frecuentes y la duración de la inmunidad se limita a un año. Es una vacuna segura y eficaz.
Las recomendaciones nacionales de vacunación antigripal en la Argentina están dirigidas a disminuir las complicaciones de la influenza. Por este motivo, los grupos a los que está dirigida la vacuna son aquellos con mayor riesgo como:
1. Todos los adultos a partir de los 65 años.
2. Todos los niños entre 6 y 24 meses.
3. Las embarazadas en cualquier trimestre del embarazo.
4. Las mujeres en los primeros diez días del puerperio si no se vacunaron durante el embarazo.
5. Todas las personas entre los 2 y los 64 años con los siguiente factores:
a. Enfermedad pulmonar crónica (hernia diafragmática, enfermedad pulmonar obstructiva crónica conocida como EPOC, enfisema, displasia broncopulmonar, traqueostomizados crónicos, bronquiectasias, fibrosis quística, asma moderado y grave).
b. Enfermedad cardíaca crónica (insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria, reemplazo valvular, enfermedades valvulares).
c. Diabetes.
d. Inmunosupresión (infección por VIH, utilización de medicación inmunosupresora o corticoides a altas dosis, inmunodeficiencia congénita, asplenia, desnutrición grave).
e. Enfermedad oncohematológica y trasplante (tumor de órgano sólido en tratamiento, enfermedad oncohematológica, trasplantados de órgano sólido o de médula ósea).
f. Insuficiencia renal crónica.
g. Obesidad con índice de masa corporal [IMC] mayor a 40.
6. Todos los trabajadores de la salud, por el mayor riesgo de exposición y por la posibilidad de transmitir la enfermedad a poblaciones vulnerables.
7. Retraso madurativo grave en menores de 18 años.
8. Síndromes genéticos, enfermedades neuromusculares con compromiso respiratorio y malformaciones congénitas graves.
9. Tratamiento crónico con ácido acetilsalicílico en menores de 18 años.
10. Convivientes o contactos estrechos de enfermos oncohematológicos.
11. Contactos estrechos con niños menores de 6 meses (convivientes, cuidadores en jardines maternales).
Si bien no reemplazan la vacunación, el lavado frecuente de manos con agua y jabón o con soluciones alcohólicas, cubrirse la boca con el codo al toser o al estornudar, ventilar bien los ambientes y mantener las superficies limpias, ayudan también a prevenir la gripe.
(*) Florencia Cahn es médica infectóloga (M.N. 114.399), miembro de Fundación Vacunar y de la comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología, señaló TN.