El presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, anunció este sábado su decisión de prorrogar el confinamiento de la población de ese país por la crisis del coronavirus hasta el 9 de mayo, aunque «aliviará» el encierro de los niños, dejándolos salir de forma «limitada» a disfrutar del aire libre a partir del 27 de abril.
«Hoy por hoy no es posible levantar las medidas de confinamiento y pasar a la fase dos de desescalada», aseguró Sánchez en videoconferencia desde el Palacio de La Moncloa tras reunirse con los científicos que lo asesoran y decidir extender durante 15 días más el estado de alarma que rige en España por la emergencia sanitaria del coronavirus.
Tras cinco semanas bajo estado de alarma y confinamiento, España superó las 20.000 muertes por coronavirus, luego de 565 nuevos fallecimientos, mientras los contagios se incrementaron en 4.499 personas, lo que eleva el número total de infectados hasta 191.726.
A pesar de subrayar que España dejó atrás «los momentos más extremos» de la pandemia gracias a la «disciplina social» que permitió «salvar decenas de vidas», el líder socialista advirtió que «los logros son todavía insuficientes y frágiles».
«No podemos ponerlos en riesgo con decisiones precipitadas antes de empezar la desescalada», remarcó Sánchez, quien añadió que para dar el siguiente paso debían bajar aún más los contagios, extenderse los test de diagnóstico y adoptarse medidas de seguridad preventivas en los puestos de trabajo y centros educativos.
El jefe del Ejecutivo también informó que «el nuevo estado de alarma no será igual a los anteriores» y que a partir del 11 de mayo iba a comenzar una desescalada «cautelosa y progresiva».
En ese sentido, Sánchez indicó que los expertos consideran que es posible «aliviar» el confinamiento de los más pequeños a partir del 27 de abril, permitiéndoles salidas «limitadas» y sujetas a condiciones» para tomar aire libre, sin precisar muchos más detalles sobre la nueva medida flexiblizadora.
Además, adelantó cómo será la fase de desescadala, que incluía la posibilidad de que algunas regiones o zonas del país obtengan más libertad que otras en función de la evolución de la pandemia en cada territorio.
«Nos guiaremos por una serie de marcadores que nos van a advertir del nivel de propagación del virus y del vigor de nuestro sistema de salud; (…) en función de estos parámetros se irá avanzando en las medidas de desescalada», explicó Sánchez, tras avisar que ante cualquier riesgo se retrocederá.
El «desconfinamiento infantil» era un fuerte reclamo tanto político, por parte de aliados de Sánchez como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, como de la sociedad en general que se evidenció en el incremento de las quejas de padres y madres que en la quinta semana de confinamiento consideraban injusto que sus hijos no pudieran ni salir a dar un paseo, como hacen los niños de países del entorno europeo.
A pesar de que cedió a este reclamo en un contexto de mayor control del coronavirus, Sánchez augura aún un largo camino por delante hasta cumplir con las «seis pautas» para el desconfinamiento que indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), que pasan en primer lugar por una transición controlada y que las personas infectadas estén identificadas, así como por realizar test a personas sospechosas y localizar sus contactos.
España ha realizado ya casi un millón de pruebas PCR, distribuyó dos millones de tests rápidos y controla los lugares de mayor riesgo de infección (hospitales y geriátricos), detalló el propio Sanchez, aunque todavía está lejos de haber detectado a todos los sospechosos o asintomáticos.
Al principio de su intervención, el presidente del gobierno español apeló a los datos científicos y recordó que si al principio de la pandemia por cada persona infectada se contagiaban más de tres, ahora se contagia menos de uno, lo que muestra que «la superficie de la epidemia se ha reducido».
«Cuando salgamos de nuevo a la calle nos vamos a encontrar con los silenciosos destrozos económicos y sociales de la pandemia», remarcó Sánchez, quien en los últimos días inició rondas de contactos con la oposición en busca de apoyo a sus planes de «reconstrucción» económica y social, en medio de duras críticas de la oposición de derecha y ultraderecha a su gestión de la crisis sanitaria.
«Solo hay un camino: el diálogo, el consenso, la unión», dijo el presidente, para luego enumerar las cuatro áreas que cree que deben abordar esos acuerdos, entre ellas la reconstrucción y refuerzo del sistema sanitario, acciones para relanzar el tejido empresarial y el empleo, medidas de protección social y posición común ante la Unión Europea.
Sánchez subrayó que actuar «sin dejar a nadie atrás» en el país y en Europa es la única vía para la reconstrucción y para evitar que «los lobos del populismo antieuropeo aprovechen la oportunidad de la crisis para extender su mensaje de odio».