El temporal del 2017 se llevó por delante decenas de viviendas de familias que quedaron con lo puesto. En en barrio Laprida, uno de los más afectados, los vecinos damnificados fueron reubicados en módulos donde vivirían momentáneamente hasta recuperar sus casas, lo que, a tres años del desastre, aún no sucedió.
Dos de sus habitantes fueron diagnosticados con COVID-19 y eso obligó al resto de los vecinos a realizar el aislamiento obligatorio en el lugar, que se encuentra en pésimas condiciones. “Estamos pasando mucho frío ahora”, expresa una de sus habitantes.
“Acá con las lluvias que hay se nos está mojando todo, ingresa agua”. Como una imagen repetida del dramático temporal del 2017, María Laura Cortéz, integrante de una de las cuatro familias que habitan los módulos habitacionales “temporales” del Barrio Laprida, detalla uno de los tantos problemas con los que lidian los vecinos apostados en el predio de la Escuela n° 732.
Unas 22 personas habitan los módulos habitacionales de Laprida, integrantes de al menos 4 familias.
“Me dijeron que me iban a dar una vivienda después de que perdí todo en el temporal”, comenta María Laura, y amplía que Fernando Álvarez de Celis había prometido que para el 2019 “ya ibamos a estar en nuestras casas, pero no quedó nada por escrito”.
Dos habitantes de los módulos dieron positivo de COVID-19, se trata de un trabajador de la Salud y su cónyugue. Al haberse conocido la noticia, todos los vecinos apostados en el patio de la Escuela n°732 debieron iniciar el Aislamiento Obligatorio estricto.
En el lugar, las personas que allí habitan comparten baños y duchas que están en muy malas condiciones, según la misma vecina señala. “Hemos pedido que los vengan a desinfectar y no lo hicieron”, acusa.
Allí, las familias no cuentan con gas ni agua ya que todas las instalaciones son eléctricas. “Estamos pasando mucho frío ahora”, confiesa la vecina.