Su nombre proviene del científico estadounidense de la NASA Donald Kessler, que lo acuñó por primera vez en 1991, y hace referencia a una posible reacción en cadena producida por la colisión de fragmentos de desechos que ya se encuentran en el espacio.
El mundo aún no superó el coronavirus: los rebrotes ya comenzaron a aparecer en varios países y la vacuna, según las predicciones más optimistas, recién estaría disponible para el año que viene. Sin embargo, una nueva amenaza aparece en el horizonte de todos: el Síndrome de Kessler, indicó la BBC.
Se trata de la posible reacción en cadena producida por la colisión de fragmentos de desechos espaciales. Los científicos calculan que hay 129 millones de residuos que dan vueltas alrededor del planeta.
Esto, a su vez, generaría aún más fragmentos, lo que podría significar la destrucción de todos los satélites artificiales que orbitan a la Tierra e impedir la salida al espacio de nuevas naves. Mientras que el número de satélites en órbita crece y los viejos satélites se acumulan, el riesgo de este efecto dominó se hace cada vez mayor.
El gran problema de la basura espacial
Para comprender el Síndrome de Kessler es necesario entender qué sucede a miles de kilómetros de la Tierra. Allí, los expertos de la Agencia Espacial Europea (ESA) calculan que hay unos 129 millones de fragmentos de residuos dan vueltas alrededor del planeta. De ese total, alrededor de 34 mil miden, al menos, 4 pulgadas de ancho (unos 10 centímetros).
Más: se cree que hay unos 166.000 millones de fragmentos de basura de entre un milímetro y un centímetro. “Los fragmentos pequeños también son peligrosos”, explicó Holger Krag, uno de los científicos de más renombre de ESA.
Por su parte, el astrofísico estadounidense Jonathan McDowell estima que hay casi 7.200 toneladas de basura espacial. La mitad de esos objetos corresponde a restos de sondas y cohetes fabricados y lanzados por su país de origen.
Pero el problema no termina allí: más del 75% de estos desechos no están identificados. Todos ellos están ubicados en órbita geosíncrona,precisamente donde se concentran los satélites de telecomunicaciones.
El año pasado hasta la Estación Espacial Internacional estuvo en alerta: tras un ensayo de un misil antisatélites realizado por la India, la probabilidad de un impacto de basura especial se incrementó en un 5%.
“Es posible que ya hayamos cruzado en cierto sentido la frontera en la que superpoblamos el espacio circunterrestre al punto en que ya tiene vida propia y se convierte en una especie de escudo que no permitirá realizar investigaciones espaciales en el futuro“, alertó en aquel momento Boris Shustov, director del Instituto de Astronomía de la Academia de Ciencias de Rusia.
El plan de la NASA
Lejos de quedarse con los brazos cruzados, las diferentes agencias espaciales del planeta ya contemplan esta amenaza y buscan soluciones.
La NASA, por ejemplo, está desarrollando un sofisticado aparato, diseñado especialmente para recoger y retirar de órbita los residuos diseminados en el espacio.