Nuevamente la simbología fue despotricada por quienes abrazan la violencia. Los vándalos atacaron una vez más el edificio del Municipio de Trelew, y esta vez no hubo intervención policial. Un escenario desolador, en pleno casco céntrico. Un blanco desprotegido, incentivo para quienes acostumbran las prácticas mal habidas.
Ocurrió en la noche del sábado, después de una movilización pacífica. Los inadaptados se escabulleron en la multitud y emergieron en el ocaso del sol para arrojar piedras contra la estructura gubernamental. Los cristales que aún se conservaban (porque la noche anterior ya habían sido dañados), fueron derribados por el impacto de los cascotes, ante la mirada de quienes circulaban por las inmediaciones. Todo fue observado con mucha naturalidad, ante la nula presencia de policías y personal de Guardia Urbana Trelew.
La furia de los violentos se extendió por varios minutos. Aprovechando la zona liberada, derribar los vidrios del Palacio Municipal se tornó casi un juego; es que ante la pérdida de municiones, estos sujetos se proveían de piedras que extraían de los canteros ubicados en la vereda del Correo Argentino para retomar el ataque contra el edificio ejecutivo.
Fue una imagen desoladora, cargada de impotencia para aquellos que defienden el patrimonio cultural de la ciudad. La soltura con la que se manifestaron los violentos no conoce registros, al menos desde el punto de vista preventivo y de la disuasión policial.
Mientras los violentos atentaban contra el municipio, nadie se acercó a proteger la estructura. Incluso hubo tiempo hasta para incendiar algunas reparticiones. No hubo intervención de las fuerza de seguridad pública ni de los preventores municipales. Un hecho llamativo, considerando que se atacó la principal dependencia gubernamental de la ciudad.
Sucede que después de cada marcha pacífica, surgen los violentos, aquellos que dañan las instituciones. Cierto es que la última intervención policial derivó en el pase a disponibilidad del titular de la Seccional Primera de Policía, Marcelo Silva.
Tal vez ese antecedente reciente sugirió un accionar más pensante desde la Policía del Chubut, evitando incurrir en los mismos errores y desalentar cualquier reacción contraria de la ciudadanía. Tampoco se pueden desproteger las instituciones, cuyo funcionamiento marca el rumbo de cada lugar.