El trabajo de Pegliasco fue tomado como prueba por una corte de Florida para condenar a Bravo por el asesinato de 16 detenidos en la Base Almirante Zar. Los datos y elementos concluyentes que aportó su pericia.
Como en el momento crucial de una serie de Netflix, el ex militar Roberto Bravo le pidió permiso a un variopinto jurado de Florida para levantarse y relatar desde su visión cómo se desató la masacre de Trelew de la que él fue uno de los principales responsables.
Han pasado 50 años desde que fueron baleados a sangre fría 16 detenidos en la Base Almirante Zar, pero la versión de Bravo, el último sobreviviente de la matanza, todavía atravesaba hasta entonces el tiempo con vigor.
Para el ex militar era esencial que el jurado entendiera que aquel 22 de agosto de 2022 existió un hecho detonante que justificó la violencia desatada.
Por eso, en un acto de soberbia, según lo entenderían los representantes de los familiares de Eduardo Capello, Rubén Bonet y Ana María Villarreal de Santucho, que lo demandaban después de años de prosperidad y libertad en los Estados Unidos, Bravo se vendió solo.
El ex militar se paró ante el jurado y actuó el supuesto momento en que Mariano Pujadas le arrebató su arma calibre 45 al ex marino Luis Sosa y empezó a disparar contra ellos.
En su versión, Pujadas dispara en tres ocasiones desde la altura de la cintura. No hiere a nadie pero los impactos quedan en una pared y una ventana. Después de esto Bravo y los suyos habrían repelido el ataque. “Le disparé a todo lo que se movía”, declaró hace años desde su exilio.
¿Cómo rebatir el testimonio de Bravo a medio siglo de los hechos? ¿Podía valer más su relato en vida, convertido en un millonario gracias a sus contratos con el estado norteamericano, que las palabras de quienes ya no estaban, desparecidos por la dictadura?
Hay que recordar que de los masacrados tres sobrevivieron –María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y Ricardo René Haidar– aunque después fueron desaparecidos. Ellos alcanzaron a dar su testimonio público de los acontecimientos. Por su lado, Bravo continúo con el suyo en los Estados Unidos.
En 2008 el juez Hugo Sastre convocó a Rodolfo “Willy” Pregliasco, físico del Instituto Balseiro de Bariloche, integrante de la Comisión Nacional de Energía Atómica e integrante del Consejo Asesor del Programa Nacional de Ciencia y Justicia del CONICET, para realizar una casi imposible reconstrucción histórica de los hechos en el pasillo de la base que serviría como material probatorio durante el juicio que se llevaba adelante contra los ex militares acusados.
Basándose en parte en su análisis es que el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia condenó en 2012 a los ex marinos Luis Sosa, Emilio Del Real y Carlos Marandino por su participación en los crímenes de lesa humanidad en Trelew.
Este mismo documento llegaría ahora a una corte de Florida donde terminó condenado Bravo a pagar USD 24 millones de dólares debido a su innegable responsabilidad en la masacre.
La tarea realizada por el científico
En 2010, recuerda Pregliasco “todo había cambiado. Los años y la intensión de borrar el pasado eran obvias. Sentí que no tenía nada para hacer”. Fue lo primero que reflexionó el científico quien ha investigado las muertes de Teresa Rodríguez durante la pueblada en Cutral Co y de Kosteki y Santillán.
Pero un día, mientras se tomaba una ducha, lo alcanzó un momento de iluminación. Se dedicaría a analizar las paredes con rayos gama, auscultaría los materiales con precisión quirúrgica hasta descubrir las señales de los impactos. El siguiente paso sería determinar desde dónde se hicieron los supuestos disparos de los detenidos.