Los vecinos más antiguos de la ciudad recuerdan con mucho cariño los tiempos en los que se podía patinar en la laguna. Iban los que da sabían patinar y los que no. Muchos se concentraban a ver a la esposa del director del Colegio Inglés, que dicen- era una experta sobre el hielo. Víctor Heineken recuerda cómo era el pueblo en aquella época.
Chiquichano congelada. La gente se congregaba a patinar sobre el hielo de la laguna
Serie de publicaciones en el marco del 137º aniversario de la ciudad de Trelew. Historias extraídas del suplemento especial del Diario EL CHUBUT «Trelew 120 años» publicado en el 2006 y reeditado en el 2016
Testimonio. Víctor Heinken
“Me acuerdo cuando se congelaba la Laguna Chiquichano, incluso los que no eran livianitos podían andar por encima del hielo. Había un muelle y andaban barcos de vela. También se alquilaban botes para dar una vuelta”.
“Cuando yo era pibe, Trelew terminaba en la cancha vieja, una cuadra después de la Comisaría Primera, en la parte oeste. Para el lado norte, ahí donde es la Cooperativa Eléctrica, ahí ya era campo. Y para el lado este, la laguna. Para el lado sur, el canal; desde allí todo eran quintas o chacras. Así era la conformación del pueblo
“En una oportunidad he visto amarrar un avión a una cuadra de la Comisaría Primera por el fuerte viento, porque los aviones aterrizaban donde hoy está la casa de las antenas, en la calle Pecoraro, ese era el campo de aterrizaje. Los tenían que amarrar por el viento del oeste, porque era todo descampado, no había nada. Y antes de eso, habían estado donde hay es el Sanatorio Trelew. Y yo era pibe e íbamos con mis amiguitos a ver si encontrábamos alguna moneda”.
“Cuando se congeló la laguna yo era un pibe, pero aún recuerdo que los Ford T podían andar por encima y que no se quebraba el hielo. Todos patinaban, era hermoso. Había un señor que alquilaba botes a remo. También había un muchacho, un hombre joven, que fabricaba botes. Se llamaba Eduardo Stutzbach, y él se hizo su velerito y lo botó ahí en la Laguna. Después estuvo construyendo un barco más grande. Era un hombre muy habilidoso. Lo ayudaba su padre, que era herrero, y su negocio era muy famoso. He visto cuando volteaban los grandes caballos para herrarlos, le ponían las llantas a los carros. En frente de ahí vivía don José Ojeda y familia, el famoso Pepe Ojeda”.
Eduardo Stutzbach bota su velerito “Argentina” de fabricación casera. Fue en el año 1930. En la foto están Eduardo Stutzbach, Martín Pérez, Cholo Stutzbach, Alide Stutzbach y hermana. (Fuente: Víctor Heinken. Foto: Museo Pueblo de Luis).