Comenzó la cuenta regresiva para el traspaso de mando y el presidente electo Javier Milei se alista para lidiar con un doble reto apenas asuma el poder. Por un lado, pretende poner en marcha un plan de ajuste e impulsar, en una prueba contra reloj, un paquete legislativo con reformas urgentes con el fin de comenzar a corregir los desequilibrios macroeconómicos para domar la inflación. Mientras tome medidas para bajar el déficit, deberá sostener la gobernabilidad, ya que arrancará su travesía en la Casa Rosada con un contexto político y social incierto y una fuerza minoritaria en el Congreso, donde enfrentará un escenario muy fragmentado.
Desde que derrotó a Sergio Massa en el balotaje, Milei patentó la frase “no hay plata” para ratificar su intención de avanzar con una profunda reducción del gasto público desde el minuto cero de su mandato. Sin embargo, anticipó que no desmantelará de arranque la red de contención social. “Contener a los caídos”, repite. Más bien apostará por una suerte de continuidad temporal en esa materia para transitar la primera fase de ajuste sin sufrir un estallido o que la pobreza –que ya alcanza al 40% de la población– se dispare a un niveles récord. De hecho, avisó que Sandra Pettovello, la futura ministra de Capital Humano, que tendrá bajo su órbita a Desarrollo Social, Trabajo y Educación, será la única funcionaria que podrá disponer de fondos extra para atender el rosario de demandas del espectro social mientras dure el período de ajuste y de transición para estabilizar la economía. Pettovello tendrá, en términos de Milei, la “billetera abierta”.
Si bien no prevé eliminar los planes sociales o avanzar en una drástica reducción en el arranque de su gestión –piensa hacerlo de forma progresiva–, Milei prepara un rediseño del esquema actual. Su objetivo primordial es lograr la desintermediación en la asignación de los programas asistenciales para lograr mayor transparencia y eficiencia en el reparto de los fondos y, sobre todo, quitarle poder de fuego a las organizaciones sociales. Prometen no tener una actitud concesiva.
El equipo de La Libertad Avanza que integran Pettovello; el pediatra Pablo De la Torre, un dirigente del conurbano con estrechos vínculos con la Iglesia, que se encamina a ser el secretario de Desarrollo Social, y el abogado laborista Omar Yasin, destinado a comandar la secretaría de Trabajo; delinean por estos días los aspectos centrales de la reforma en materia de política asistencial.
Pettovello, De la Torre y Yasin debaten, ante todo, la estrategia para lograr el corrimiento de las organizaciones sociales con extremo hermetismo, a sabiendas de que deberán lidiar con las organizaciones piqueteras más combativas a la hora de revisar la entrega de fondos. Preocupa el control de la calle ante la chance de protestas. Fuentes al tanto de las discusiones internas anticipan que evalúan distintas opciones para que el Estado pueda entregar la ayuda social de manera directa. En principio, analizan la chance de que la asistencia se otorgue a través de una tarjeta. En rigor, el grueso de los programas de asistencia social ya se encuentran bancarizados, con la excepción de algunos mecanismos de entrega de alimentos y herramientas.
Entre las principales medidas que piensan impulsar está la transformación del plan Potenciar Trabajo –que tiene más de 1.250.000 beneficiaros, según fuentes oficiales– en programas de empleo, formación profesional y capacitación. A su vez, procuran avanzar con auditorías apenas asuman para evitar irregularidades en el reparto, exigir la contraprestación de trabajo y establecer una temporalidad. Además, De la Torre, quien ya mantuvo dos reuniones con Victoria Tolosa Paz para encarar la transición, habló de la necesidad de atender las condiciones sociales de la primera infancia. Por eso, propuso construir los Centros de Infancia y Familia como los que impulsó en San Miguel, donde concentraría la inyección de fondos.