En las recientes elecciones de Panamá, José Raúl Mulino, un abogado de tendencia derechista, se proclamó presidente electo con el 34% de los votos, obteniendo una ventaja de nueve puntos sobre su más cercano rival. El anuncio se realizó durante una llamada telefónica transmitida en vivo por televisión, realizada por el presidente del Tribunal Electoral.
Mulino, de 64 años de edad, logró la victoria frente al candidato centroderechista Ricardo Lombana, quien obtuvo el 25% de los votos. Lombana había ganado popularidad gracias al apoyo del expresidente Martinelli, pero fue inhabilitado como candidato debido a una condena por lavado de dinero. En su discurso de victoria, Mulino declaró: «Se acabó la persecución política, la manipulación del Ministerio Público y de los jueces. ¡Se acabó esa situación! Escúchenme bien».
Desde su asilo en la embajada de Nicaragua, Martinelli desempeñó un papel destacado en las elecciones, haciendo campaña en favor de su protegido. Tras la victoria de Mulino, le dijo: «Misión cumplida». Sin embargo, muchos panameños creen que el exmandatario de 74 años gobernará desde las sombras a partir del 1 de julio. A pesar de esto, Mulino afirmó en su discurso que no será «marioneta de nadie».
Algunos analistas consideran posible que, no obstante, Mulino le otorgue a Martinelli, quien ha sido sancionado por corrupción a gran escala y enfrenta cargos por espionaje telefónico y sobornos, un indulto o al menos un salvoconducto para viajar a Nicaragua. Esto podría tener implicaciones internacionales, especialmente con Estados Unidos, según Francisco Rojas, rector de la Universidad para la Paz de la ONU.
Mulino heredará un país con desafíos significativos. El actual presidente, Laurentino Cortizo, del Partido Revolucionario Democrático (PRD, socialdemócrata), le entregará una nación con un déficit fiscal del 7,4%, una deuda pública de 50.000 millones de dólares y un sistema de seguridad social en crisis. En su discurso, el presidente electo aseguró: «Este país honrará su deuda» en referencia a los acreedores internacionales.
Aunque la economía panameña creció un 7,3% en 2023, se espera una desaceleración al 2,5% este año debido a la sequía que afecta al Canal de Panamá y al cierre de una mina de cobre tras masivas protestas en defensa del medio ambiente. Mulino reconoció los enormes desafíos que enfrenta el país y afirmó que se enfrentarán a los problemas nacionales sin temor.
El triunfo de Mulino se vio favorecido por la división de los anti-Martinelli, cuyos votos se repartieron entre Lombana, el expresidente socialdemócrata Martín Torrijos y el excanciller Rómulo Roux. Como resultado, se prevé un Congreso fragmentado, lo que representa un desafío para lograr la estabilidad política y la reconciliación nacional.
Mulino, quien fue Ministro de Seguridad durante el gobierno de Martinelli, tiene fama de ser autoritario y ha sido criticado por la represión de protestas en el pasado. Ahora, además de enfrentar los desafíos económicos, deberá abordar la crisis migratoria en la peligrosa selva del Darién. Mulino prometió «cerrar» la ruta utilizada por migrantes, en su mayoría venezolanos, para llegar a Estados Unidos.
Aunque Mulino reconoce su carácter fuerte y su falta de popularidad, afirmó que será un presidente de trabajo y determinación. En sus propias palabras: «No soy un animador de espectáculos ni un bailador de TikTok. Estoy aquí para ser un presidente serio y trabajar de verdad». El futuro de Panamá está en manos de Mulino, quien deberá enfrentar desafíos significativos y cumplir con las expectativas de un país en busca de estabilidad y progreso.