El gastroenterólogo ganó un Martín Fierro Digital 2024; los pacientes, aclara, primero deben consultar a su profesional de cabecera dado que su protocolo es complementario
Como muchas de las tendencias digitales hoy instauradas, la de Facundo Pereyra comenzó durante la pandemia. Para ese entonces, este médico clínico y gastroenterólogo –que trabajó en el hospital escuela de la Universidad de Buenos Aires y en el hospital de gastroenterologia Bonorino Udaondo– llevaba más de una década estudiando tratamientos alternativos a enfermedades crónicas y digestivas, y compartiendo su propia experiencia y la de sus pacientes en las redes. Pero fue particularmente durante los primeros meses de cuarentena cuando sus videos comenzaron a volverse virales y pasó de atender pacientes en Cipoletti a convertirse en el principal referente de la medicina digestiva de la Argentina.
Con los meses de confinamiento, las consultas empezaron a acumularse de a cientos en su casilla de mensajes, y entonces Pereyra comenzó a crear grupos de WhatsApp para ordenar a sus nuevos pacientes virtuales y poder asistirlos de manera gratuita. Pero pronto las consultas pasaron a ser tantas que ya no podía afrontarlas por su cuenta.
Cuatro años después, este gastroenterólogo –autor del best seller Resetea tus Intestinos (El Ateneo, 2022)– acumula 1,2 millones de seguidores en Instagram. El protocolo nutricional de tres semanas que propone, llamado B15, ya fue practicado por más de 35.000 personas de todo el mundo, con un 80% de resultados exitosos, según las estadísticas exhibidas por el grupo de 25 médicos y nutricionistas que lidera.
Este equipo, junto a seis científicos, llevó adelante el estudio más grande realizado a nivel mundial sobre manifestaciones extraintestinales de colon irritable, publicado en la revista científica de la American Neurogastroenterology and Motility Society. Tres semanas atrás fue galardonado con el Martín Fierro Digital en la categoría Mejor Contenido Temático Profesional.
“Mi función es tratar de poner un manto de realidad sobre toda la información que circula y atender a pacientes no conformes con los resultados que les da la medicina convencional –. Si bien soy un médico convencional, me dediqué durante años a estudiar el impacto de la medicina alternativa en nuestra salud a través de papers científicos y lo sigo haciendo”.
En un contexto donde las recomendaciones alimentarias que circulan en redes sociales se vuelven confusas e incluso contradictorias, Pereyra destaca la importancia de no demonizar ciertos alimentos y, sobre todo, evitar poner en práctica las dietas de moda sin una recomendación médica. Propone, en cambio, buscar una alimentación personalizada según la condición de salud y las tolerancias de cada persona, tras un “reseteo intestinal”, la base de su método. Este protocolo de tres semanas, dice, busca no solo mejorar la salud de las personas, sino también la detección de intolerancias alimentarias.
“Hay patologías que nuestra medicina considera crónicas, incurables, como la migraña, la fatiga crónica, el colon irritable, el reflujo, la gastritis, que pueden mejorar o curarse con la alimentación“, sostiene Pereyra, que se define a sí mismo como su “primer paciente”.
–¿Cuál es la principal consulta que te hacen hoy los pacientes?
–”Doctor, como y me hincho”, esa es la clásica. Este tipo de paciente en general no es muy jerarquizado por la consulta médica. Se le diagnostica una distensión abdominal funcional o colon irritable y se lo manda al psicólogo. Nosotros le prestamos mucha atención al tema de la inflamación porque creemos que cuando el intestino está hinchado, no solo es un síntoma muy molesto para la persona, sino que también puede generar impacto a distancia. También recibimos muchos pacientes con patologías crónicas derivados de algún médico. Generalmente pasaron por muchos médicos, fueron al acupunturista, al osteópata, al ayurveda, y se sienten confundidos. Nosotros ordenamos la información y se la ponemos clara al paciente, utilizando la medicina integrativa, que tiene lo bueno de la medicina convencional y también lo bueno de la medicina no convencional.
–Actualmente hay mucha información confusa en redes sobre la alimentación. ¿Hay alimentos que no deberíamos comer?
–Nosotros tratamos de no demonizar alimentos porque podemos generar obsesión en la gente. Es verdad que el 20% de la población tiene sensibilidad no celíaca al gluten, mientras que el 1% de la población tiene celiaquía. Entonces, si tenemos que decir cuál es el alimento que peor le cae a la gente, es el gluten; después, el azúcar y los lácteos. Pero no es que sean malos: si estás sano y no tenés ninguna molestia, podés comerlos sin problema. Salvo que tengas una adicción a las harinas o al azúcar, porque eso te va a traer problemas a largo plazo. También es importante hablar de los ultraprocesados. Mucha gente come ultraprocesados y no les pasa nada, pero son alimentos que tienen químicos, emulsionantes, edulcorantes, conservantes, que dañan la microbiota intestinal. Entonces a largo plazo pueden aumentar un poco el riesgo de enfermedades, de cáncer, de depresión y de obesidad. Pero “malo” es un título que intentamos no usar.
“Mi función es tratar de poner un manto de realidad sobre toda la información que circula y atender a pacientes no conformes con los resultados que les da la medicina convencional –. Si bien soy un médico convencional, me dediqué durante años a estudiar el impacto de la medicina alternativa en nuestra salud a través de papers científicos y lo sigo haciendo”.
En un contexto donde las recomendaciones alimentarias que circulan en redes sociales se vuelven confusas e incluso contradictorias, Pereyra destaca la importancia de no demonizar ciertos alimentos y, sobre todo, evitar poner en práctica las dietas de moda sin una recomendación médica. Propone, en cambio, buscar una alimentación personalizada según la condición de salud y las tolerancias de cada persona, tras un “reseteo intestinal”, la base de su método. Este protocolo de tres semanas, dice, busca no solo mejorar la salud de las personas, sino también la detección de intolerancias alimentarias.
“Hay patologías que nuestra medicina considera crónicas, incurables, como la migraña, la fatiga crónica, el colon irritable, el reflujo, la gastritis, que pueden mejorar o curarse con la alimentación“, sostiene Pereyra, que se define a sí mismo como su “primer paciente”.
–¿Cuál es la principal consulta que te hacen hoy los pacientes?
–”Doctor, como y me hincho”, esa es la clásica. Este tipo de paciente en general no es muy jerarquizado por la consulta médica. Se le diagnostica una distensión abdominal funcional o colon irritable y se lo manda al psicólogo. Nosotros le prestamos mucha atención al tema de la inflamación porque creemos que cuando el intestino está hinchado, no solo es un síntoma muy molesto para la persona, sino que también puede generar impacto a distancia. También recibimos muchos pacientes con patologías crónicas derivados de algún médico. Generalmente pasaron por muchos médicos, fueron al acupunturista, al osteópata, al ayurveda, y se sienten confundidos. Nosotros ordenamos la información y se la ponemos clara al paciente, utilizando la medicina integrativa, que tiene lo bueno de la medicina convencional y también lo bueno de la medicina no convencional.
–Actualmente hay mucha información confusa en redes sobre la alimentación. ¿Hay alimentos que no deberíamos comer?
–Nosotros tratamos de no demonizar alimentos porque podemos generar obsesión en la gente. Es verdad que el 20% de la población tiene sensibilidad no celíaca al gluten, mientras que el 1% de la población tiene celiaquía. Entonces, si tenemos que decir cuál es el alimento que peor le cae a la gente, es el gluten; después, el azúcar y los lácteos. Pero no es que sean malos: si estás sano y no tenés ninguna molestia, podés comerlos sin problema. Salvo que tengas una adicción a las harinas o al azúcar, porque eso te va a traer problemas a largo plazo. También es importante hablar de los ultraprocesados. Mucha gente come ultraprocesados y no les pasa nada, pero son alimentos que tienen químicos, emulsionantes, edulcorantes, conservantes, que dañan la microbiota intestinal. Entonces a largo plazo pueden aumentar un poco el riesgo de enfermedades, de cáncer, de depresión y de obesidad. Pero “malo” es un título que intentamos no usar.