Un valle en Río Negro, antes estéril, florece con rindes récord en soja y maíz. La electrificación rural es clave en esta revolución agrícola del sur argentino.
Donde antes predominaban el monte y el pastizal, hoy el valle de Negro Muerto, en Río Negro, emerge como un nuevo corazón productivo. Cultivos de soja, trigo, maíz, vicia, girasol y alfalfa crecen con vigor, alcanzando rendimientos que no solo son prometedores, sino que superan los promedios de la reconocida zona núcleo agrícola argentina. Este fenómeno no es fruto del azar; es el resultado de una estrategia cuidadosamente planificada, una robusta colaboración entre los sectores público y privado, y una firme decisión política orientada a diversificar la matriz productiva provincial. De acuerdo con Más Producción.
El punto de inflexión para desatar el vasto potencial de este valle es un ambicioso plan de electrificación rural. Con una inversión inicial de 8.5 millones de dólares, esta obra fundamental busca abastecer de energía eficiente a unas 15.000 hectáreas. El proyecto, que ya cuenta con la aprobación ambiental y el respaldo de los productores, contempla la construcción de una doble línea de media tensión de 33 kilovoltios desde El Solito, cruzando el río Negro, con 35 kilómetros de tendido y siete subestaciones. Esta fase es solo el inicio de un proyecto más amplio que aspira a llevar energía limpia a la totalidad de la zona regable: 62.000 hectáreas.
Innovación y arraigo en un valle transformado
Negro Muerto no solo impulsa la producción agrícola; también redefine la forma de habitar y prosperar en el territorio. El proyecto fomenta el arraigo de las familias, genera empleo genuino, estimula la innovación y refuerza la soberanía alimentaria de la región. Productores pioneros, como los del campo Kaita-Co, ya han demostrado cómo la paciencia y la implementación de prácticas sustentables –como la rotación de cultivos y la siembra directa– pueden transformar suelos históricamente infértiles en tierras de alta productividad.
Esta iniciativa representa una apuesta a largo plazo del gobierno rionegrino. Desde el Ministerio de Desarrollo Económico y Productivo, se han generado las condiciones necesarias para atraer inversión, ordenar el uso del suelo y, crucialmente, conectar la infraestructura con la productividad. La electrificación emerge como la pieza clave para materializar esta visión de desarrollo.
«Negro Muerto es un caso testigo. No se trata solo de producir más, sino de hacerlo con inteligencia territorial. Río Negro tiene las condiciones, y estamos generando las políticas públicas para que ese potencial se exprese», afirmó Carlos Banacloy.
Negro Muerto, nuevo corazón productivo de Río Negro
Por su parte, Lucio Reinoso, secretaria de Agricultura, enfatizó: «Negro Muerto tiene una de las mejores combinaciones productivas del país: suelo, agua, clima y productores que saben trabajar la tierra. Lo que está pasando acá no es una promesa, es una realidad que se mide en rindes y en futuro para los rionegrinos”.
Hoy, los resultados hablan por sí solos: rendimientos de soja por encima de los 45 quintales por hectárea, trigo de hasta 84 qq/ha y maíces de 140 qq/ha. Una nueva generación de productores está apostando al desarrollo con innovación y compromiso. Negro Muerto dejó de ser solo un nombre; se ha convertido en un territorio fértil, un nuevo corazón productivo que late con fuerza al ritmo de una provincia que planifica, invierte y se anima a soñar en grande.