Esteban Turic, CEO de Biogénesis Bagó, advirtió que la nueva norma oficial representa múltiples riesgos sanitarios y no tiene antecedentes a nivel global. El debate sobre el precio de la vacuna antiaftosa y la preocupación de la OMSA por el avance de enfermedades infecciosas.
Industria veterinaria. La flexibilización de la importación de productos veterinarios encendió alarmas entre los laboratorios. La norma permite el ingreso de vacunas, medicamentos, kits de diagnóstico y productos biológicos, entre otros, desde países considerados con estándares de calidad equivalentes a los nacionales. Incluso, aunque aún falta una resolución complementaria, la medida alcanza a las naciones del Mercosur. Según informó el medio Valor Carne.
Esteban Turic, CEO de Biogénesis-Bagó, se mostró crítico con la decisión oficial, afirmando que el concepto de equivalencia “no existe en el ámbito de la salud”. En cambio, explicó que sí está validado hablar de “bioequivalencia”, lo que exige pruebas comparativas rigurosas para garantizar que un producto tenga la misma fórmula farmacéutica, vía de aplicación y efecto. “Estas evaluaciones son clave para determinar su calidad, seguridad y eficacia, y no pueden resolverse en plazos de apenas 30 días, como establece la resolución oficial”, planteó.
Además, alertó que la medida es inequitativa porque “no establece condiciones recíprocas para los laboratorios argentinos, los que no podrán acceder a esos mercados con las mismas facilidades”. En cambio, se habilita el ingreso de productos extranjeros sin exigir los mismos requisitos que enfrentan las empresas locales. “Esto amplía la competencia de manera asimétrica, perjudica a quienes invirtieron en investigación y cumplimiento normativo, y limita su capacidad de crecimiento”, subrayó.
A estos cuestionamientos, se suma el riesgo sanitario. “Estamos hablando de medicamentos que se administran a animales que conviven con personas o que se destinan al consumo humano”, señaló Turic, advirtiendo que “la falta de controles adecuados puede derivar en problemas serios: desde efectos adversos hasta residuos en carne o leche que afecten la salud pública o provoquen el cierre de mercados de exportación”.
Turic advierte que la flexibilización de importaciones pone en riesgo sanitario y económico a la industria veterinaria
Turic fue aún más categórico al afirmar que no existe ningún antecedente internacional de una norma similar. Basándose en su experiencia regulatoria en 67 países y un doctorado en farmacología, aseguró que una apertura de este tipo “no tiene precedentes y podría derivar en accidentes sanitarios, como ya ocurrió en otros casos recientes en farmacología humana”, en referencia a la actual crisis del fentanilo que provocó cerca de 40 muertes.
Para el CEO de Biogénesis-Bagó, el impacto para la industria local podría ser grave. “La presencia de productos poco evaluados en la cadena comercial, sin garantías suficientes, podría deteriorar la confianza en el sistema”, consideró. Además, la presión competitiva sobre las empresas nacionales, especialmente las más pequeñas, “podría derivar en recortes de personal para reducir costos y migración de inversiones a países con menores exigencias regulatorias”, reforzó.
A modo de síntesis, resumió que “la norma no simplifica, sino que genera incertidumbre, destruye valor y pone en riesgo un sistema que goza de buen prestigio internacional”.
El argumento de la aftosa
Una de las principales justificaciones del Gobierno a la hora de impulsar la medida fue que la misma bajará los costos de la vacuna contra la fiebre aftosa para los ganaderos. Sin embargo, Turic asegura que esta lectura “simplifica una cuestión compleja”.
Al respecto, cuestionó las comparaciones de precios con países vecinos como Paraguay. “No es la misma vacuna. La que se vende allá es bivalente, mientras que en la Argentina hasta ahora fue tetravalente. También los controles, los tiempos, la logística y los servicios asociados son distintos”, explicó.
Un ejemplo de esto es la dinámica comercial en ambos países. “Mientras en Paraguay la entrega se hace en dólares y a 30 días, en la Argentina, el valor llevado a dólares (la venta se hace en pesos) durante la última campaña de vacunación fue de 85 centavos y se cobra a 60 o 90 días, en un contexto macroeconómico mucho más complejo. A eso hay que sumarle los servicios de logística y aplicación”, detalló.
¿Qué puede pasar con los precios cuando se comiencen a aplicar las vacunas bivalentes y trivalentes a partir del año que viene?
“Biogénesis-Bagó ya concluyó todas las etapas regulatorias de sus nuevas vacunas y está a la espera del certificado de libre venta por parte del Senasa. Van a tener dos virus menos y, por lo tanto, un costo menor. Eso sí va a generar un impacto positivo en el precio para el productor”, señaló.
Pero más allá de los planteos sobre los costos de la vacuna, para Turic es importante resaltar lo que se habló en la reciente asamblea de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) en París. “Se felicitó a la Argentina por su lucha contra la fiebre aftosa, destacando cuatro pilares fundamentales: la mejora en la calidad de las vacunas (pasando de formulaciones acuosas a oleosas), la adopción de estándares internacionales por parte del Senasa, el control riguroso de las campañas de vacunación y la efectiva articulación público-privada”, detalló, destacando que “gracias a este esquema, el país recuperó su estatus sanitario antes que otros de la región y logró sostenerlo hasta hoy”.
Las preocupaciones de la OMSA
La fiebre aftosa fue protagonista de la sesión de la OMSA, fundamentalmente luego de los recientes brotes en Europa, en Alemania, Hungría y Eslovaquia.
“Se abordaron temas de creciente preocupación global, como la reaparición de enfermedades infecciosas y la importancia de mantener campañas de vacunación sostenidas”, contó Turic. Además, se remarcó “la necesidad de reforzar los servicios sanitarios, mejorar la capacidad de respuesta ante emergencias y establecer medidas preventivas concretas”.
En ese marco, uno de los ejes del encuentro fue el llamado a revisar las barreras comerciales que aún enfrentan los países que vacunan. “Muchas de estas trabas se basan en criterios obsoletos, ya que las vacunas modernas permiten diferenciar entre animales infectados y vacunados, algo que antes no era posible. Sin embargo, esas restricciones siguen vigentes y, en la práctica, desincentivan la vacunación, exponiendo a los países a mayores riesgos sanitarios”, aseveró.
En ese contexto, ¿la decisión de Brasil y Bolivia de dejar de vacunar genera inquietud en la región? “No tener rodeos inmunizados en países limítrofes incrementa la exposición al virus. Brasil cuenta con más de 200 millones de cabezas y Bolivia con 8 millones. Pero más arriba está Venezuela, suma otros 17 millones con un estatus sanitario incierto. Esta situación obliga a la Argentina a extremar controles fronterizos y reforzar las medidas de bioseguridad. El riesgo, coinciden distintos actores del sector, es real y exige una respuesta técnica, coordinada y sostenida”, concluyó.