Una ola de manifestaciones lideradas por jóvenes sacude Marruecos, dejando un saldo trágico de dos fallecidos, más de 300 heridos y 400 detenidos.
Las protestas exigen mejoras urgentes en los servicios públicos de salud y educación.
La chispa que encendió la protesta nacional
Según información de medios internacionales, la muerte de ocho mujeres embarazadas en el Hospital Hassan II de Agadir durante un solo mes desató la indignación popular. Estas tragedias evidenciaron la crítica situación del sistema sanitario marroquí, provocando no solo la destitución de responsables sanitarios sino también una investigación judicial. Sin embargo, para los jóvenes marroquíes, estos fallecimientos representaron solo la punta del iceberg de un sistema que consideran fallido.
Cinco noches de confrontación y represión
Las manifestaciones llevan cinco noches consecutivas expandiéndose por 17 provincias del país. El punto más crítico ocurrió en Leqliaa, a 500 kilómetros de Rabat, donde las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes, causando las dos primeras muertes confirmadas. Los enfrentamientos se han replicado desde Rabat y Casablanca hasta ciudades más pequeñas como Agadir, Inezgane y Beni Mellal, con un balance que supera los 300 heridos y 409 detenidos.
La generación Z marroquí alza la voz
Los jóvenes protagonistas de estas protestas, autodenominados «Generación Z 212», articulan sus demandas a través de plataformas digitales como Discord. Critican abiertamente la corrupción institucional y cuestionan los cuantiosos recursos destinados a organizar el Mundial de Fútbol 2030, mientras centros educativos y hospitales languidecen. «El derecho a la salud, la educación y una vida digna no es un eslogan vacío, sino una exigencia seria», declararon los organizadores en un comunicado.
Radiografía de un descontento juvenil
Las protestas reflejan el malestar de una generación donde el 41% de la población tiene menos de 25 años y enfrenta una tasa de desempleo juvenil del 47%. Esta realidad económica desesperanzadora fomenta una economía sumergida y alimenta la frustración de quienes ven limitadas sus oportunidades de futuro. En ciudades como Sale, suburbio pobre de Rabat, cientos de jóvenes enmascarados han respondido con actos vandálicos, incendiando vehículos y saqueando comercios, mientras el movimiento principal insiste en mantener la protesta pacífica.
Un país ante su encrucijada social
Marruecos enfrenta uno de los desafíos sociales más significativos de los últimos años, con una juventud que ha perdido el miedo y exige cambios estructurales. Las protestas, que ya se perfilan como las más importantes en la monarquía constitucional magrebí en años, ponen en evidencia la urgencia de atender las demandas de una generación que clama por servicios públicos dignos y oportunidades reales de desarrollo. Información extraída del medio Euro News.