El gobierno iraní anunció este miércoles la liberación de dos ciudadanos franceses que permanecían detenidos en Teherán desde mayo de 2022, acusados de espionaje.
La medida, calificada como «clemencia islámica» por las autoridades iraníes, se produce semanas después de que Francia liberara a una ciudadana iraní, en lo que analistas describen como un caso de «diplomacia de rehenes», según informó DW.
Los Detenidos y sus Condenas
Cécile Kohler, profesora de literatura de 41 años, y Jacques Paris, de 72, fueron arrestados el último día de un viaje turístico a Irán en mayo de 2022. En octubre habían sido condenados a 20 y 17 años de prisión respectivamente por cargos de espionaje para Francia, colaboración con Israel y conspiración contra la seguridad nacional. Ambos negaron consistentemente los cargos durante los 1.277 días que duró su «detención arbitraria», según sus abogados.
La Estrategia de la «Diplomacia de Rehenes»
Un claro intercambio diplomático explica esta liberación. La situación se gestó cuando Francia otorgó libertad condicional a Mahdie Esfandiari apenas dos semanas antes. Las autoridades iraníes defendían a su ciudadana, argumentando que su arresto en París solo respondía a su apoyo al pueblo palestino. Ante esta práctica recurrente, las naciones occidentales acusan directamente a Teherán de ejercer una «diplomacia de rehenes», al retener extranjeros para usarlos como moneda de cambio.
Las Reacciones y el Regreso a Francia
A través de sus redes sociales, el presidente francés Emmanuel Macron confirmó la liberación. Anunció que ambos ciudadanos ya salieron de la prisión de Evin y que las conversaciones continúan para lograr su rápido regreso a Francia. Kohler y Paris ahora están a salvo en la embajada francesa en Teherán. Sus abogados, aliviados, celebraron el final de un calvario que se extendió por más de tres años y medio.
Este episodio muestra la complejidad de las relaciones entre Irán y Occidente. En este contexto, la retención de ciudadanos extranjeros se ha vuelto una herramienta diplomática habitual. Esta práctica genera fuertes críticas a nivel internacional, ya que utiliza a las personas como meros instrumentos de presión política.




