El Valle del Río Chubut vuelve a quedar en el centro de una preocupación creciente: más de 3.000 productores están siendo investigados por presuntos desvíos ilegales de agua en un contexto de sequía severa y caudales históricamente bajos.
La situación genera alarma no solo en el sector productivo, sino también en las ciudades que dependen del río para el abastecimiento de agua potable.
Las investigaciones apuntan a la existencia de canales clandestinos y conexiones sin autorización que estarían reduciendo aún más el caudal del Río Chubut. Según se advierte desde el sector, no se trataría de hechos aislados, sino de prácticas que, acumuladas, afectan de manera directa al sistema de riego y a la provisión ordenada del recurso.
El escenario se agrava porque el río presenta niveles muy por debajo de lo habitual. En ese marco, cada toma irregular representa un impacto significativo en un sistema que ya funciona al límite. Información extraída de La17.
Riesgo para el agua potable en el Valle
En localidades como Trelew, Rawson, Gaiman, Dolavon y 28 de Julio, la preocupación dejó de ser solo técnica para convertirse en un tema cotidiano. El temor es que la disminución del caudal comprometa el acceso al agua potable, justo cuando el consumo humano debería tener prioridad absoluta.
La discusión se traslada a hogares, escuelas y espacios comunitarios, donde crece la percepción de que la crisis hídrica ya no es solo una consecuencia del clima, sino también de la falta de controles efectivos.
Producción en alerta y tensión en el sistema de riego
La actividad agrícola también sufre el impacto. Con menos agua disponible, el riego se vuelve intermitente, se retrasan los turnos y se reducen los márgenes productivos. En un Valle que depende del río como sostén de cultivos, empleo y movimiento comercial, la incertidumbre se profundiza.
A esto se suma la preocupación por el funcionamiento del Dique Florentino Ameghino. Si el sistema se ve presionado por caudales bajos y desvíos irregulares, la administración del recurso se vuelve más compleja y crece la incertidumbre sobre su manejo futuro.
El agua como bien público y el debate de fondo
En este contexto, el debate adquiere un tono más duro. El agua es un bien público y la discusión ya no pasa únicamente por infraestructura, sino por control, cumplimiento de normas y prioridades claras. Vecinos y usuarios del sistema reclaman mayor transparencia, reglas parejas y sanciones efectivas para evitar que la crisis se profundice.
Mientras avanzan las investigaciones, el Valle observa el río con urgencia y cansancio. Porque cuando el caudal cae, cada litro cuenta. Y cuando se sospecha que el agua se desvía por fuera de la ley, la crisis deja de ser solo climática y se transforma en un problema de gestión y decisiones políticas.




