Sergio “Chiquito” Romero, el arquero que atajó para la Selección Argentina en finales mundiales, realizó una emotiva pausa en su carrera para volver al origen.
Con 38 años, el futbolista regresó a Comodoro Rivadavia, la ciudad chubutense donde dio sus primeros pasos en el arco y comenzó a forjar la leyenda que lo llevaría a lo más alto del fútbol internacional.
El reencuentro fue un constante intercambio de sonrisas, abrazos y recuerdos. Desde su llegada al aeropuerto, el cariño de vecinos, hinchas y antiguos conocidos lo acompañó en cada rincón de la ciudad, demostrando que, a pesar de su trayectoria global, en Comodoro nunca dejó de ser “Chiquito”, uno más.
Un recorrido cargado de emociones y fútbol local
El paso de Romero por la ciudad petrolera no pasó desapercibido. Siempre accesible y con una sonrisa característica, se tomó el tiempo para saludar, conversar y fotografiarse con todos los que se le acercaron. Entre los momentos más destacados de su visita, según relataron medios locales, se encuentra el encuentro con José Basualdo, arquero del club La Banda de AESA. La imagen de ambos guardametas, uno con una carrera mundialista y otro representando el fútbol local, se convirtió en una postal poderosa sobre los lazos y la pertenencia.
Este regreso a las calles donde todo comenzó tiene un sabor especial. A los 10 años, Romero se formó en las inferiores del Club Atlético Independiente (CAI) de Comodoro Rivadavia, para luego dar el salto a Racing Club y despegar hacia una trayectoria inolvidable en ligas europeas y con la albiceleste.
Raíces firmes y un futuro por definir
Mientras su futuro profesional sigue abierto a posibilidades, este viaje representó mucho más que unas simples vacaciones. Fue una reconexión con las raíces, un recordatorio de los valores que moldearon su carrera y una inyección del afecto inquebrantable de la gente que lo vio nacer como arquero y como persona. La información de su recorrido fue reportada originalmente por Pasta de Campeón, medio que siguió de cerca cada una de estas postales.
Su visita reaffirma que, independientemente de la gloria y los escenarios alcanzados, el vínculo con la tierra que lo vio crecer permanece intacto, construyendo un legado que trasciende lo deportivo.




