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El expresidente de Estados Unidos Donald Trump se negó a testificar en el juicio político programado en el Senado de Estados Unidos para la próxima semana. Sobre el republicano pesa la acusación de “incitar a la insurrección” por el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero.

Donald Trump no va a testificar en el juicio político que hay en su contra, así lo hicieron saber este jueves 4 de febrero Bruce Castor y David Schoen, los abogados del exmandatario. Castor aseguró que el proceso contra el expresidente solo se trata de una “maniobra de relaciones públicas” por parte de los demócratas.

El portavoz del magnate, Jason Miller, reiteró la ausencia de Trump. En una declaración difundida por el diario ‘The Washington Post’, Miller indicó que “el presidente no testificará en un procedimiento inconstitucional”.

El cargo que enfrenta Trump es por “incitar a la insurrección” durante el asalto al Congreso, pues siendo aún presidente invitó a los manifestantes a sumarse a una protesta en frente del Capitolio para denunciar lo que él considera una elección presidencial fraudulenta, en referencia a los comicios de noviembre. Adicionalmente, Trump arengó a sus seguidores para que no reconocieran la llegada de Joe Biden al poder.

A pesar del juicio político que enfrentará por sus palabras, la defensa de Trump insistió este jueves que todas sus afirmaciones sobre las elecciones estaban protegidas por la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos.

Raskin le dio plazo a Trump hasta el 11 de febrero para presentarse

Las declaraciones de los defensores de Trump hacen parte de la respuesta que le dieron al representante la Cámara, el demócrata Jamie Raskin. Él es quien encabeza la campaña del juicio político y quien le había enviado una solicitud formal a Trump para testificar bajo juramento en el juicio en el Senado el próximo martes.

En una carta, Raskin le pidió a Trump que testificara “sobre su conducta del 6 de enero de 2021”. El exprofesor de derecho constitucional en la American University agregó que el testimonio del magnate estaría sujeto a un contrainterrogatorio.

El congresista le envió ese documento a los abogados del expresidente dos días después de que ellos presentaran una serie de documentos ante la Cámara Alta rebatiendo algunas de las alegaciones lanzadas por los nueve demócratas que harán de fiscales en el juicio político.

Raskin, el fiscal jefe, le recomendó a Trump ofrecer su testimonio a partir del próximo lunes y le dio plazo hasta el jueves 11 de febrero.

“Si usted declina esta invitación, nos reservaremos todos los derechos, incluido el derecho a establecer en el juicio que su negativa a testificar respalda una fuerte deducción adversa respecto a sus acciones (e inacción) el 6 de enero de 2021”, advirtió el congresista.

A pesar de ello, Castor y Schoen declinaron la solicitud con una carta de tres párrafos en la que calificaban el juicio como un “supuesto proceso de acusación”. Además, aseguraban que el ‘impeachment’ “solo confirma lo que todos saben: no se pueden probar sus acusaciones contra el presidente 45 de Estados Unidos, que ahora es un ciudadano privado”.

En efecto, Trump no está más en la Casa Oval y por ende, el juicio no lo removería de ningún puesto. Pero si el proceso contra el exmandatario prospera, el Congreso tendría el poder de impedir que Donald Trump vuelva a aspirar a la Presidencia de Estados Unidos.

Fuente: Chubut para Todos.

El presidente de EE.UU., Joe Biden, avanzó este martes en su propósito de desmontar el legado de su antecesor, Donald Trump, al anunciar un conjunto de órdenes dirigidas a reunir a las familias separadas, restaurar el sistema de asilo y abordar con sus socios regionales las causas de la inmigración.

Biden rubricó las medidas horas después de que el Senado confirmara al cubano-estadounidense Alejandro Mayorkas como el primer hispano e inmigrante que asume el cargo de secretario de seguridad nacional del país.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, emitió una treintena de decretos en sus primeros días diez en el cargo, en su mayoría para desmontar polémicas medidas que su predecesor republicano Donald Trump había adoptado también en virtud de sus prerrogativas ejecutivas, sin pasar por el Congreso.

El frenesí de decisiones unilaterales sobre inmigración, economía, coronavirus y salud, clima y género fue celebrado por su Partido Demócrata y muchos sectores y organizaciones, pero desató acusaciones de la oposición republicana de que contraviene a las promesas de campaña de Biden de ser un presidente de consensos.

El mandatario, asumido el 20 de enero, y sus asesores defendieron la necesidad de «deshacer el daño creado por Trump» y atender urgencias impostergables mediante los decretos, al tiempo que insistieron en que las medidas no pretenden sustituir la agenda legislativa del nuevo Gobierno, que ya presentó algunos grandes proyectos de ley.

Aunque Biden ha recurrido a más decretos que otros recientes presidentes en sus primeros días en el cargo, no es el único en apelar a esta potestad, ni tampoco en ser criticado por la oposición por hacerlo.

El demócrata Bill Clinton firmó 364 decretos en sus dos mandatos, el republicano George W. Bush 291 también en ocho años en el cargo y Barack Obama, de quien Biden fue vicepresidente, 220.

A continuación, una lista de algunas de las medidas internas más importante adoptadas por Biden por decreto y de los proyectos de ley anunciados.

CLIMA:

Reincorporar a Estados Unidos al Acuerdo de París sobre reducción de las emisiones causantes del cambio climático.

Suspender por 60 días de las perforaciones de búsqueda de hidrocarburos en tierras y aguas federales.

Eliminar subsidios a la industria de los hidrocarburos y frenar las licitaciones para la explotación de petróleo, gas y carbón en terrenos y aguas federales.

Duplicar la generación de energía eólica con aerogeneradores marinos.

Convocar a una cumbre sobre clima el 22 de abril, Día de la Tierra.

Proteger el 30% de las tierras y aguas federales para 2030, a fin de preservar biodiversidad.

Desarrollar una flota de vehículos oficiales completamente eléctricos fabricados por trabajadores en Estados Unidos.

Redirigir inversiones para ayudar a comunidades de áreas vinculadas económicamente a los combustibles fósiles y afectadas por los efectos ambientales que estos provocan, por lo general habitadas por integrantes de minorías y de bajos ingresos.

Elevar la lucha contra el cambio climático al nivel de «elemento esencial de la política exterior y de la seguridad nacional de Estados Unidos».

Durante su campaña, el mandatario demócrata se fijó como meta reducir la contaminación dejando de usar combustibles fósiles hasta llegar a la neutralidad de carbono en el sector energético en 2035 y en toda la economía nacional en 2050.

INMIGRACIÓN:

Suspender 100 días las deportaciones de inmigrantes para «revisar» los protocolos, aunque la medida ha sido bloqueada por un juez de Texas.

Poner fin de los trabajos de extensión del muro en la frontera con México.

Revocar veda al arribo de ciudadanos de Irán, Siria y otros cinco países de mayoría musulmana.

Poner fin a la política de «tolerancia cero» que permitía la separación de familias migrantes.

También respecto de la inmigración, aunque en el ámbito legislativo, Biden pidió al Congreso adoptar una ley para regularizar a millones de indocumentados en el término de ocho años.

Uno de los principales puntos de la ley es dar una vía para su naturalización a cerca de 700.000 jóvenes llegados como indocumentados en la infancia acompañando a sus padres, el colectivo conocido como los «soñadores».

CORONAVIRUS Y SALUD:

Marcha atrás en el proceso de desvinculación de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Restablecimiento de prohibición de entrada al país a los viajeros procedentes de la Unión Europea (UE), el Reino Unido y Brasil.

Obligación de los viajeros que lleguen a Estados Unidos de destinos permitidos de hacerse una prueba de coronavirus antes de abordar el avión y de cumplir una cuarentena al arribo.

Uso obligatorio del tapabocas en edificios federales y entre el personal federal y en los viajes en todos los medios de transporte públicos.

Agilizar campañas de vacunación y testeos.

Preparar los protocolos para que las escuelas y los comercios puedan reabrir «de manera segura»,

Enfrentar las desigualdades del sistema de salud en las comunidades de las minorías más afectadas por la pandemia.

Reabrir los mercados federales para la compra y venta de planes del sistema de salud conocido como Obamacare y reducir los requisitos para acceder a Medicaid, el programa público de salud para los sectores más vulnerables.

En el plano legislativo, proyecto de ley por 1,9 billones de dólares para lidiar con la crisis del coronavirus a largo plazo mediante una aceleración de las vacunaciones y ayuda financiera.

ECONOMÍA:

Aumentar la ayuda alimentaria a millones de estadounidenses, prorrogar subsidios por desempleo hasta septiembre y allanar el camino para que los trabajadores del Gobierno federal tengan un salario mínimo de 15 dólares por hora.

Para paliar los efectos de la crisis económica inducida por la pandemia, extender una moratoria federal contra los desalojos hasta el 31 de marzo y un congelamiento de los préstamos estudiantiles federales hasta el 30 de septiembre.

GÉNERO:

Levantamiento de la prohibición de que las personas transgénero sirvan en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

El Senado de Estados Unidos rechazó un intento de los republicanos de declarar inconstitucional el nuevo juicio político al expresidente Donald Trump, pero el resultado de la votación ratifica que será muy difícil para los oficialistas demócratas lograr el número de legisladores dispuestos a condenar al magnate.

Una resolución presentada por el republicano Rand Paul fue rechazada por 55 votos a 45. Entre los votos de la mayoría se cuentan los de los de 5 republicanos (Mitt Romney, Ben Sasse, Susan Collins, Lisa Murkowski y Pat Toomey).

No obstante, la gran mayoría de los senadores del Partido Republicano, 45 -incluido el líder de esa minoría en el Senado, Mitch McConnell-, respaldaron la propuesta de Paul, según informó la cadena CNN y recogieron las agencias Europa Press y AFP.

La votación fue apenas después de que los 100 senadores se comprometieran a impartir «una justicia imparcial» en el proceso.

Paul consideró que el juicio de impeachment contra Trump es inconstitucional porque el magnate ya no es presidente de Estados Unidos, por lo que, si avanza, el proceso sería “a un ciudadano particular y no a un presidente».

El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, replicó al senador republicano que la Constitución permite evitar a exfuncionarios ocupar cargos federales en el futuro.

Para Paul, el resultado de la votación marca que el juicio «nació muerto», aunque la compulsa no necesariamente significa que todos vayan a sostener su voto al final del proceso. Muestra, sí, la fuerte influencia que el expresidente conserva en el partido.

Tras el rechazo de la moción, los senadores votaron las reglas para la organización del juicio, una resolución aprobada por 83 votos contra 17, en una inusual sesión con el centenar de legisladores presentes en sus bancas.

El demócrata Patrick Leahy encabezará el juicio, en su calidad de «presidente pro tempore» del Senado, título que tradicionalmente ostentaba el miembro de mayor edad de la mayoría.

De todos modos, habrá que ver su evolución, ya que Leahy, de 80 años, fue internado esta noche preventivamente ante una indisposición, aunque sus portavoces no especificaron el motivo de su malestar.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos remitió el lunes por la noche al Senado el artículo de acusación contra Trump por «incitar a la rebelión» durante los disturbios y el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero, paso con el que abrió formalmente un nuevo juicio político en su contra, el segundo en menos de un año.

No obstante, la votación el Senado se retrasará hasta previsiblemente el 8 o 9 de febrero, después de que Schumer y McConnell acordaran otorgar más tiempo al equipo legal de Trump para que pudiera preparar su defensa.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos, de amplia mayoría demócrata, aprobó el miércoles 13 de este mes iniciar un impeachment contra Donald Trump, en una votación en la que hasta diez republicanos dieron su apoyo.

Sin embargo, la ajustada mayoría de la que dispone el Partido Demócrata en el Senado -sólo puede alcanzarse con el voto de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris- lo que obliga a lograr al menos el apoyo de 17 republicanos para que la iniciativa salga adelante.

En febrero de 2020, Trump fue absuelto tras ser acusado de abuso de poder y obstrucción al Congreso por presionar a dirigentes de Ucrania para que investigaran a Joe Biden y a su hijo Hunter por sus actividades empresariales.

La investigadora del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) Silvina Romano advirtió en una charla virtual que el flamante presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tendrá como principales desafíos «reducir la polarización, cubrir la demanda de justicia social y limitar a Trump”.

Las nuevas formas sutiles de Estados Unidos de intervenir en las políticas de la región, la crisis de representatividad que atraviesa el neoliberalismo, el rol que le cabe a Biden y el futuro de las fuerzas progresistas en América Latina fueron el centro del debate, en el que se cuestionaron las políticas del saliente mandatario de Estados Unidos, Donald Trump.

Participaron la doctora en Ciencia Política Silvina Romano, del Consejo Directivo del Celag; la prefecta ecuatoriana Paola Pabón y el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero.

La argentina Romano advirtió que en Estados Unidos “existe una ultraderecha exacerbada ahora con el supremacismo blanco, con el agravante de que se trata de una sociedad armada”, y consideró que Biden “tiene ahí el desafío grande de cómo reducir la polarización, como cubrir la demanda de justicia social, y cómo limitar a Trump”.

“Trump tenía algunos límites siendo presidente, pero si lidera la oposición, ¿qué límites tendrá? Trump se va como un líder, porque la ultraderecha encontró un líder en él”, alertó.

Finalmente, la representante del Celag instó a “ver si persiste el acuerdo bipartidista en el Congreso, porque así como el Congreso puso límites a algunas políticas de Trump, en otras hubo consenso, como en torno a Nicaragua, Venezuela o Bolivia”.

En el mismo debate, la prefecta de la provincia ecuatoriana de Pichincha, Paola Pabón, alertó sobre la «influencia sutil» de Washington sobre los «gobiernos y empresarios» de la región.

Pabón destacó “cómo no solo a través del monopolio de la fuerza, sino de otras formas más sutiles, se puede incidir en la política de otros países”.

Puso de relieve especialmente el rol de los llamados “thinks tanks”, porque representan “grupos de pensamiento que se vuelven actores peligrosos que construyen, o más bien destruyen, en la región, todo a partir de una aparente lógica: la del neoliberalismo como la única vía de sentido común para entender la realidad”.

Advirtió la exministra que estos grupos “confeccionan una agenda influyendo sobre cada gobierno, los empresarios, los políticos” y cuestionó también “el rol de las grandes cadenas de medios, que quisieron vender un gobierno exitoso de Trump”. “Buscaron crear verdades y prejuicios para sostener falsos preceptos”, expresó.

Historió al respecto que “cuando llegaron al poder (Jair) Bolsonaro o (Mauricio) Macri, ya estaba hecho el trabajo más duro, que era sentar las bases de esas políticas, trabajando en la idea de que los gobiernos progresistas eran corruptos, autoritarios y hacían desaparecer la libertad de prensa, cuando en verdad ocurría todo lo contrario”.

Para Pabón existe “un nuevo Plan Cóndor”, el proyecto en común de las dictaduras de la región en los 70 y los 80, “con nuevas formas, casi institucionales, más sutil, pero probablemente más violenta, que desplaza a las grandes mayorías”.

“Pero soy optimista, por las victorias de (Andrés) López Obrador en México, de los Fernández en Argentina, de (Luis) Arce en Bolivia, y de lo que puede pasar en Ecuador en febrero”, rescató la dirigente, en referencia a las elecciones en su país el mes próximo.

Finalmente, Rodríguez Zapatero consideró que el proyecto político de Trump fue “negacionismo puro, con debilidad intelectual”, porque “no se trató de un proyecto, como en otros casos tuvieron las derechas, con gran solidez intelectual, sino un simple movimiento antipolítico, que, como tal, no trae más que disgustos”.

“Lo peor es que la antipolítica quiera liderar la política», concluyó.

El líder republicano en el Senado de Estados Unidos, Mitch McConnell, pidió al flamante oficialismo y mayoría demócrata de la cámara postergar el inicio del juicio político contra el expresidente Donald Trump hasta febrero.

Cuando la apertura de un segundo juicio político contra Trump se aprobó en la cámara baja la semana pasada, en los últimos días del Gobierno del líder republicano, McConnell y su partido aún controlaban la mayoría en el Senado y pudieron extender el receso del pleno hasta el martes pasado, en la víspera de la asunción del flamante presidente demócrata Joe Biden.

Tras la investidura presidencial y la jura de los tres senadores demócratas que faltaban asumir en la cámara alta, el nuevo oficialismo en la Casa Blanca también pasó a controlar el Senado -gracias al voto del desempate de la vicepresidenta Kamala Harris- y ahora puede dar inicio al proceso de juicio político cuando lo desee.

Después de un día de muchos rumores, McConnell informó oficialmente su pedido de postergación para que el equipo de la defensa de Trump tenga tiempo para prepararse, según el canal de noticias CBS, y los demócratas, que desean agilizar las ratificaciones del Gabinete de Biden en el Senado, aún no respondieron.

La mayoría demócrata y una decena de congresistas republicanos aprobaron hace una semana la apertura de un segundo juicio político contra Trump por «incitar a la insurrección» con su arenga previa al ataque al Capitolio que protagonizaron cientos de sus simpatizantes.

La Administración del presidente de EE.UU., Joe Biden, anunció este miércoles que suspenderá a partir de mañana las inscripciones en el programa «Permanezcan en México», que permitió al Gobierno de su predecesor, Donald Trump, devolver al país vecino a los solicitantes de asilo, y aclaró que mantendrá las restricciones en la frontera.

«El DHS (siglas en inglés del Departamento de Seguridad Nacional) anuncia la suspensión de nuevas inscripciones en el programa de Protocolos de Protección al Migrante (MPP, en inglés)», como también se conoce esa iniciativa que Trump implementó en enero de 2019, señaló la agencia encargada de la seguridad, la inmigración y las fronteras en un comunicado.

El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, se despidió este miércoles antes de volar hacia Florida y terminar su mandato con una ceremonia en una base aérea, en la que destacó que su «Gobierno no fue normal» y destacó lo que consideró sus principales medidas: «Reconstruimos las fuerzas armadas», «creamos una nueva fuerza, la fuerza espacial», «aprobamos el mayor recorte de impuestos de la historia» y «construimos dos veces» una recuperación económica, antes y durante la pandemia.

«Conseguimos un milagro médico, conseguimos la vacuna. (…) Creo que van a ver mejores números (epidemiológicos) en los próximos días», agregó el mandatario.

Trump le deseó «éxito» al Gobierno de Biden

Antes de volar a Florida y no participar de la asunción presidencial, el mandatario saliente de Estados Unidos, Donald Trump, le deseó hoy «éxito» a su sucesor, el demócrata Joe Biden, sin mencionar su nombre e hizo una última promesa a sus simpatizantes: «Volveremos de alguna manera».

Cuando Joe Biden se convierta en el presidente número 46 de Estados Unidos este miércoles, tendrá ante sí el enorme reto de reconstruir el país, azotado por una pandemia incontrolada y dividido por las tensiones raciales y el extremismo, en buena parte herencia del caos que deja atrás Donald Trump.

A sus 78 años y tras dos fallidas campañas presidenciales, Biden será el presidente de más edad que ha llegado a la Casa Blanca, tras una larga carrera política en la que fue senador de Delaware por más de treinta años y vicepresidente durante los dos mandatos de Barack Obama. Kamala Harris, quien renunció a su asiento en el Senado el lunes, hará historia al ser la primera mujer y la primera afroamericana, de ascendencia asiática y caribeña, en llegar a la vicepresidencia.

Biden prometió gobernar para todos los estadounidenses y “restaurar el alma de América” tras derrotar a Trump en noviembre. Sus palabras han cobrado nueva vida en días recientes, cuando se ha hecho aún más evidente el carácter extraordinario de su presidencia.

Lo que iba a ser su gran día este miércoles, se convirtió en un despliegue de fuerzas militares en Washington, 25,000 miembros de la Guardia Nacional movilizados para evitar actos de violencia de los seguidores de Trump. El riesgo de actos de terrorismo doméstico es real, ha dicho el Departamento de Defensa, tras el inédito asalto del Capitolio la semana pasada por un grupo de seguidores de Trump. El violento ataque provocó la muerte de cinco personas y aterrorizó a los legisladores escondidos en el edificio, en una de las brechas de seguridad más serias en la historia reciente.

La imagen del evento en medio de un despliegue militar masivo “da miedo”, dijo Brian Fonseca, un ex militar que ahora dirige el Instituto de Políticas Públicas Jack Gordon de la Universidad Internacional de la Florida.

“Se trata de demostrar que Estados Unidos está a salvo pero al mismo tiempo envía un mensaje de que Estados Unidos está en un lugar muy precario,” señaló. “El hecho de que los militares tengan que estar presentes durante un cambio de gobierno no indica una transición pacífica”.

La escala de la toma de posesión ya había sido reducida drásticamente debido a la pandemia, que ha cobrado la vida a más de 400,000 estadounidenses, debido a la ausencia de un robusto plan de respuesta federal, aseguran los críticos de Trump.

Biden y Harris aún planean juramentar frente al Capitolio aunque ante una reducida audiencia, en un gesto para conservar la tradición y enviar un mensaje al mundo sobre “la resiliencia de la democracia americana”, dijo Kate Bedingfield, quién será la directora de comunicación de la Casa Blanca en la nueva administración.

No se verá a la típica multitud concentrada en el National Mall, rodeado por barreras y cercas como parte de las medidas de seguridad implementadas después de los disturbios. Doscientas mil banderas fueron plantadas en su lugar.

“Después de que presten juramento, el presidente electo Biden pronunciará un discurso inaugural en el que expondrá su visión de derrotar la pandemia, reconstruir mejor y unificar y sanar a la nación”, anunció el comité.

Con la experiencia de la convención demócrata y la conducción de la campaña en medio de una pandemia, el comité sustituyó la clásica gala para celebrar la investidura por un evento televisivo conducido por el actor Tom Hanks en la noche del miércoles. También habrá un “desfile virtual” con la participación de actores, músicos, atletas olímpicos y en el que estarán representados las distintas comunidades, estados y territorios estadounidenses.

El evento también será inusual en otro sentido: el presidente Trump volará a Florida en la mañana y no participará en la inauguración de Biden, lo que no sorprende tras haberse mantenido propagando falsedades sobre un supuesto fraude masivo desde su derrota en las pasadas elecciones de noviembre. Es el primero en no atender la toma de posesión de su sucesor desde 1869, cuando el presidente Andrew Johnson se rehusó a participar en la inauguración de Ulysses S. Grant.

Sin mencionar a Biden, Trump deseó a la nueva administración “buena suerte” el martes, el único gesto de cortesía hacia su sucesor durante la transición de poder.

“Esta semana, inauguramos una nueva administración y oramos por su éxito en mantener a Estados Unidos seguro y próspero”, dijo durante su discurso de despedida. “Les extendemos nuestros mejores deseos y también queremos que tengan suerte, una palabra muy importante”.

El vicepresidente Mike Pence, quien rechazó las presiones de Trump para que no reconociera los resultados de las elecciones, confirmó que asistirá a la ceremonia.

Pero aún desde su refugio en Mar-A-Lago, Trump, seguirá siendo una sombra para Biden desde que arribe a la Casa Blanca, no solo porque gran parte de su agenda como presidente se centrará en desmantelar las políticas de su antecesor sino porque los primeros días de su mandato estarán marcados por el juicio político que le espera a Trump en el Senado por “incitar a la insurrección”.

El riesgo de violencia 

De manera independiente, el Departamento de Justicia también está investigando si el presidente saliente alentó el asalto al Capitolio, cuando durante un acto político antes de la certificación de los resultados electorales el 6 de enero, instó a sus seguidores a “luchar como demonios” y caminar por la avenida Pensilvania en DC hasta el Capitolio para darle a los republicanos “débiles…la clase de orgullo y audacia que necesitan para recuperar nuestro país”.

Los comentarios de Trump fueron la culminación de una campaña de propaganda de dos meses en la que él y sus aliados cercanos rechazaron los resultados de las elecciones y repitieron teorías conspirativas sobre el supuesto robo de votos en varios estados. Las cortes rechazaron todas las demandas que presentó su equipo legal sobre el alegado fraude.

La semana pasada, el director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), Christopher Wray, dijo que la agencia había arrestado a más de 100 participantes en el fatal asedio al Capitolio y había identificado a unos doscientos. Wray dijo que el FBI estaba monitoreando conversaciones en las redes sociales e inteligencia sobre posibles protestas y actos violentos durante la inauguración de Biden, no solo en DC sino en todo el país, lo que condujo a la fortificación de edificios del gobierno y capitolios en la mayoría de los estados.

El lunes, el secretario de defensa en funciones, Christopher Miller, dijo que aunque su agencia no contaba con informes de inteligencia que indiquen una amenaza interna, el Departamento realizará verificaciones a los miembros de la Guardia Nacional enviados a D.C., en un esfuerzo por “remover cielo y tierra” para garantizar la seguridad de la toma presidencial.

El riesgo de la extrema polarización y la radicalización de los nacionalistas de extrema derecha, sin embargo, no desaparecerá tras la ceremonia del miércoles, y se suma a la letanía de problemas con los que tendrá que lidiar Biden, quien hizo de la unidad y la reconciliación uno de los temas centrales de su campaña.

“Tengo esperanzas porque 81 millones estadounidenses eligieron un nuevo liderazgo y vamos a ver lo que se supone es un comandante en jefe”, dijo Martin Luther King III el lunes a CNN, cuando se conmemoró el legado de su abuelo, el defensor de los derechos civiles Martin Luther King. “Con suerte, las personas se volcarán hacia los demás y no unas contra otras. No va a ser fácil y no va a ser rápido pero con el tiempo creo que esto puede suceder porque el tono lo marca el comandante en jefe”.

Otros analistas creen que si bien la polarización del electorado estadounidense ya venía en aumento, Trump desató unas fuerzas que serán difíciles de contener.

“De cara al futuro, las perspectivas de violencia en la política seguirán siendo posibles”, opinó Fonseca.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la reapertura de las fronteras aéreas con varios países a partir del 26 de enero e inmediatamente fue desmentido por la oficina de quien lo sucederá a partir de este miércoles, el mandatario electo Joe Biden.

Trump afirmó que a partir del 26 quedará abierto el tránsito de pasajeros con Brasil y gran parte de Europa, en una declaración emitida por la Casa Blanca.

“Esta medida es la mejor manera de continuar protegiendo a los estadounidenses del Covid-19 al tiempo que permite que los viajes se reanuden de manera segura”, argumentó el mandatario, según la agencia de noticias AFP.

Minutos más tarde, esa decisión fue desmentida por Jen Psaki, designada por Biden para ser la vocera presidencial a partir de este miércoles.

“Siguiendo el consejo de nuestro equipo médico, el gobierno no tiene la intención de levantar esas restricciones el 26 de enero”, afirmó Psaki en Twitter.

“De hecho, planeamos fortalecer las medidas de salud pública acerca de los viajes internacionales para mitigar aun más la propagación del Covid-19”, agregó la futura funcionaria.

El 26 de enero, el gobierno de Estados Unidos ya estará a cargo de Biden y Trump cumplirá su sexto día como expresidente.