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Tres proyecciones le dan alrededor del 49% de los votos al candidato del Partido Nacional, y 47% para Daniel Martínez del Frente Amplio, pero la tendencia no es definitiva. Una cuarta dice que la diferencia es menor al 2 por ciento y está dentro del margen de error.

Según la primera proyección de la consultora Cifra en Uruguay, la fórmula del Partido Nacional compuesta por Luis Lacalle Pou y Beatriz Argimón cosecharía alrededor del 49% de los votos, mientras que la del Frente Amplio, integrada por Daniel Martínez y Graciela Villar, registraría alrededor del 47% de los votos. Las consultoras Opcion y Media Consultores, por su parte, tienen un resultado de 48,8% a 47,2% en favor de Lacalle Pou. Todos remarcan que la diferencia por ahora es demasiada estrecha para arriesgar un resultado.

Con estos números, reina la cautela tanto dentro del Frente Amplio como entre los partidarios del Partido Nacional.

Una cuarta, de Equipos, dice que la diferencia es menor al 2 por ciento y está dentro del margen de error.

El recuento comenzó inmediatamente cuando se cerraron las mesas de votación, y los primeros resultados llegaron una hora más tarde. Sin embargo, los datos por ahora son muy ajustados, y nadie en ninguna de las fuerzas se anima a adjudicarse el liderazgo. 

La candidata a vicepresidenta por el Partido Nacional Beatriz Argimón bajó a hablar con los medios, y reiteró que estaban esperando los guarismos con «mucha cautela», y estaban a la espera de los «resultados oficiales».

En ambos partidos piden cautela, y dicen que va a ser una «noche larga». Si todo continúa desarrollándose de forma normal, se calcula que el recuento final estará completa cerca de la medianoche. De todas maneras, la cuestión puede quedar dirimida antes si uno de los candidatos reconoce la derrota.

Si bien las últimas encuestas publicadas antes de la veda el viernes daban una ventaja cómoda para la fórmula Lacalle Pou-Villar, el Frente Amplio confiaba el domingo en que la ventaja a favor del Partido Nacional era muy escasa. «Va a ser una elección voto a voto», aseguraron.

La elección se llevó a cabo en un día de mucha tranquilidad, y cerró a las 19.30 como estaba prevista. A lo largo de la última hora antes del cierre se vivió un alza en el nivel de fervor de los militantes del Frente Amplio, y por las calles de la Avenida 18 de Julio se vieron caravanas de autos con banderas del Frente a los bocinazos y vivando a Daniel Martínez, el candidato oficialista. Chicos caminando por la calle al grito de«se siente, se siente, Martínez presidente»envueltos en banderas del Frente recibían aplausos de personas en los balcones a lo largo de la emblemática avenida de Montevideo.

La jornada se vio enrarecida debido a la aparición a última hora del jueves de Guido Manini Ríos, ex candidato presidencial por Cabildo Abierto, uno de los partidos que además integra la coalición multicolor que impulsa la presidencia de Luis Lacalle Pou. Allí, el general retirado exhortó a los integrantes de las Fuerzas Armadas a no votar por el Frente Amplioen el balotaje debido a que el actual oficialismo se había encargado de atacar “sistemáticamente” al Ejército.

Tanto el candidato del Frente Amplio Daniel Martínez como diversos dirigentes del partido repudiaron el comentario del antiguo comandante en jefe, pero la oposición prefirió esperar. Tanto Lacalle Pou como Ernesto Talvi, el máximo referente del Partido Colorado, que también integra la coalición de centroderecha, evitaron pronunciarse al respecto, y dijeron que esperarían hasta el final de la veda para hablar. 

El candidato oficialista Daniel Martínez votó en la sede Pocitos de la Universidad ORT, en el barrio de Pocitos. Los medios y los militantes congregados en la puerta del lugar se arrojaron sobre Martínez ni bien se bajó del auto que lo traía. Envuelto en un mar de micrófonos, cámaras y celulares, el ex intendente de Montevideo atravesó la multitud parando cada tanto para recibir besos y abrazos de los militantes presentes en el lugar. Una vez ubicado en la cola de votación, se prestó a hablar con los medios. Allí elogió el proceso democrático uruguayo, defendió a su candidata a vicepresidente Graciela Villar y negó haberse sentido relegado dentro de la estructura del Frente Amplio, un rumor que lo persiguió durante gran parte de su campaña.

Ya cerca de que le llegara el turno de votar, Martínez dialogó brevemente con Clarín respecto a lo que creía se disputaba en la elección. “Acá hay dos modelos de país en juego. No creo en demonizar al que piensa distinto, pero el modelo nuestro es que propone un país con justicia social. Ojalá que los logros del Frente Amplio se mantengan independientemente de quien gane, pero habrá que ver”, comentó, y agregó que cree que una buena relación con la región sí está asegurada más allá de quien gane. “Mi relación con Alberto (Fernández) es buenísima, pero si llego a ser presidente, también construiré una relación cordial con Bolsonaro. Es una falta de respeto a la institucionalidad democrática poner las animosidades personales ante que los intereses nacionales. Ante todo, soy un institucionalista”, completó.

El candidato del Partido Nacional Luis Lacalle Pou votó en la localidad de Canelones cerca del mediodía. Tras votar y saludar a los militantes que se le acercaban para darle un beso o pedirle una selfie, Lacalle Pou habló con los medios y fue cauto a la hora de hablar de resultados. En caso de ganar, dijo que le pediría una reunión urgente al actual presidente Tabaré Vázquez, pero que todavía no estaba “todo el pescado vendido”. A su vez, reafirmó su tradicional pedido de unidad nacional. “Una elección no puede ser cambiar una mitad de Uruguay por otra”, informó Clarín.

Los candidatos presidenciales del oficialismo, el frenteamplista Daniel Martínez, y el opositor nacionalista o «blanco» y favorito en las encuestas, Luis Lacalle Pou, votaron hoy en el crucial balotaje uruguayo, en una jornada marcada por una alta participación en un clima festivo, empañado por incidentes aislados esta madrugada. 

Unos 2,7 millones de ciudadanos están llamados hoy a las urnas en Uruguay hasta las 19.30 (misma hora en Argentina) para elegir al sucesor del actual presidente Tabaré Vázquez para el período 2020-2025.

Al mediodía ya había sufragado el 42% de los ciudadanos habilitados para votar en todo el país, según datos de la Corte Electoral.

Martínez votó en el coqueto barrio de Pocitos, en Montevideo, y declaró que lo «sorprendieron» algunas declaraciones de último momento, como el llamado a los militares del ex jefe del Ejército y líder opositor Guido Manini Rios a no votar por el Frente Amplio (FA).

«Con Alberto (Fernández) no tengo una buena relación, tengo una excelente relación», aseguró Martínez a Télam mientras esperaba en la cola para votar y marcó la diferencia con el presidente brasileño. «Con (Jair) Bolsonaro, en cambio, no tengo puntos en común».

«Pero si me toca ser presidente, negociaré con todos porque representaré a los uruguayos y no a mis opiniones personales», aclaró.

Pese al viento que corría, el candidato del oficialismo esperó con calma junto a su familia, una sonrisa y su mate y su termo en la cola hasta que todos los que estaban adelante votaran.

Martínez anticipó que esperaba que “sea una lucha voto a voto» y destacó dos situaciones que pasaron en las últimas horas.

Por un lado, el audio de Manini Ríos llamando a sus ex subalternos a no votar por el FA, y los inusuales disturbios que se vivieron anoche cuando un camión militar con urnas se enfrentó con un grupo de jóvenes. El saldo fueron varios autos apedreados en la calle.

De su lado, el opositor Lacalle Pou votó en la ciudad de Canelones, 50 kilómetros al noreste de Montevideo, tras un recorrido en auto desde su casa en el barrio privado La Tahona y en su recorrido donde bajo constantemente a sacarse fotos y saludar a sus simpatizantes.

El hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle Herrera (1990-1995) llego acompañado por una caravana de militantes enarbolando las banderas blaquicelestes del Partido Nacional -también conocido como partido blanco-. Al ingresar al Liceo Guadalupe Batlle, poco antes del mediodía, el candidato al frente de una coalición de cinco partidos

En un breve contacto con las decenas de medios de comunicación presentes, Lacalle Pou afirmó que soñó «muchas veces con ser presidente”, reconoció que no pudo “dormir mucho” anoche y que se encontraba “ansioso” por conocer el resultado.

Sobre el video de su aliado Manini Ríos dijo que no iba a hacer valoraciones sobre el contenido y la forma en que se expresó el senador elector por el ultraderechista Cabildo Abierto:“No puedo opinar sobre cada cosa que alguien escriba, pero obviamente que no comparto absolutamente nada”, expresó ante un hecho que no para de generar controversias y denuncias por la violación de la veda.

A diferencia de Martínez, el opositor Lacalle Pou no debió hacer fila porque su mesa estaba vacía, por lo que aprovechó para sacarse selfies y saludar a sus simpatizantes, que lo vitorearon al grito de “presidente, presidente”.

Luego de votar, el candidato cumplió con su cábala e invitó a los periodistas presentes y un grupo de familiares y partidarios a comer un asado en su casa.

Entretanto, el presidente Tabaré Vázquez votó esta mañana a primera hora en el bario montevideano de La Teja y aseguró que el próximo mandatario tendrá como desafío «mantener los equilibrios sociales, económicos y políticos que hoy el país».
Poco después, lo hicieron el ex presidente José Mujica y la actual vicepresidenta y su esposa, Lucía Topolansky, en el barrio popular del Cerro, en Montevideo. Topolansky salvo Argentina y Uruguay, está todo complejo», y que la «transparencia» de la Corte Electoral en Uruguay, cuya importancia es «sustancial», es una «garantía» para el ciudadano.

Por su parte, el primer presidente de izquierda de Uruguay (2005-2010) se concentró en el escenario nacional y aseguró que su gobierno está preparado para el período de transición con vistas al cambio en la jefatura del Estado el 1 de marzo de 2020.

Hoy vota Uruguay, y Alberto Fernández se prepara para recibir otra mala noticia: según las encuestas, el Frente Amplio sería derrotado a manos del Partido Nacional, con lo cual perdería otro aliado fundamental en el plano internacional.

Luego de la traumática salida de Evo Morales de Bolivia y con la aparente normalización de la situación en Ecuador y Chile, el presidente electo argentino ve cómo el panorama regional que había imaginado hace apenas un mes empieza a cambiar radicalmente.

De estar rodeado por gobiernos con los que comparte cierta visión de la realidad latinoamericana, pasó a sentirse en soledad, a contramano de una región que se «derechiza».

El caso de Uruguay es particularmente significativo, porque Alberto Fernández había manifestado su apoyo explícito al Frente Amplio, al punto de haber viajado a Montevideo para entrevistarse con el presidente Tabaré Vázquez y con el candidato Daniel Martínez.

En esa visita, el presidente electo argentino había puesto de manifiesto los logros de la gestión de gobierno del Frente Amplio, en un gesto que generó polémica en la vecina

«Han logrado tener un Uruguay más equitativo, que ha crecido. Uruguay en 2005 tenía 40 puntos de pobreza y hoy tiene 8 según la CEPAL. Es una prueba de lo que ha hecho el Frente Amplio en todos estos años», mencionó Fernández.

Pero ahora se encuentra con que, en la instancia del balotaje, la izquierda uruguaya – considerada un ejemplo de «progresismo moderado»- probablemente deba dejar el poder tras 15 años de gobierno ininterrumpido.

Todo un golpe para la izquierda latinoamericana y para Fernández en particular, que quedaría virtualmente sin aliados ideológicos en la región y sin apoyo de colegas para afrontar el duro enfrentamiento verbal que está teniendo en la previa con el primer mandatario de Brasil, Jair Bolsonaro, con la amenaza incluida de aislar al país del Mercosur.

Uruguay cambia el rumbo

El Frente Amplio, nacido en los años ´70, forjó su épica en la resistencia a la dictadura militar y, tras varios intentos fallidos, llegó al poder en 2004, con Tabaré Vázquez.

Eran tiempos favorables para la economía del país vecino, lo cual quedó en evidencia con la arrolladora elección de José «Pepe» Mujica en 2009. A pesar de que en esa segunda gestión ya empezaron a evidenciarse problemas fiscales, igualmente el país mantuvo una relativa bonanza, con lo cual Tabaré pudo regresar para un nuevo mandato en 2014.

Pero ahora la situación es diferente. Con un crecimiento del PBI que se prevé casi nulo para este año y un déficit fiscal de 5%, cierto malestar social se hizo indisimulable.

El candidato con mayores chances de transformarse en el nuevo Presidenteuruguayo es Luis Lacalle Pou, perteneciente al Partido Nacional, identificado con el estrato social más liberal y que tejió una coalición con los otros partidos de la oposición, como Partido Colorado, Cabildo Abierto, Partido Independiente y Partido de la Gente, para llegar al poder.

Según las últimas encuestas, Lacalle Pou obtendría una diferencia de no menos de cinco puntos respecto a Martínez, actual intendente de Montevideo.

Lacalle es hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle Herrera, que gobernó entre 1990 y 1995. Es un típico exponente de la centroderecha liberal, que ha criticado la gestión del Frente Amplio por su tendencia al intervencionismo estatal y a aumentar la presión impositiva.

Durante la campaña electoral, una de las estrategias preferidas por la izquierda fue hacer una analogía entre las propuestas de Lacalle y la política económica de Mauricio Macri. Algo a lo que el candidato uruguayo respondió trazando las coincidencias entre el Frente Amplio y el kirchnerismo, un argumento que en la vecina orilla tiene peso, tanto por la histórica desconfianza hacia el peronismo como por el recuerdo reciente del conflicto por las papeleras de Fray Bentos.

Las desventajas de apostar a perdedor

De concretarse este giro en Uruguay, generaría un cambio radical en la postura de gobierno del vecino país y significaría un severo golpe para Alberto Fernández antes de asumir la presidencia. No sólo por la soledad en la que se ubicaría respecto de los otros líderes de América Latina, sino también por el espaldarazo explícito y reiterado que le brindó al partido político perdedor.

«Fue una elección muy floja de política exterior ir a apoyar al partido que ya se sabía que perdía en Uruguay y no tenía que meterse», opina el analista internacional Luis Palma Cané, para quien Fernández «se subió a un tren regional que ya perdió velocidad, porque, por ejemplo, Piñeira no cae, y se fue Evo Morales».

En la misma línea, Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, observó: «Puede ser algo innecesario y a lo mejor poco prudente. Su participación en la campaña uruguaya puede dejar resquemores entre dos presidentes, en caso de ganar el candidato opositor uruguayo».

«Es cierto que Lacalle no parece una personalidad política proclive a crear conflictos innecesarios en las relaciones internacionales, pero no debe olvidarse que el uruguayo es ´una combinación de sencillez y altivez´ que debe ser asumida en su particularidad y complejidad», completó Fraga.

En este sentido, para Patricio Degiorgis, director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Belgrano (UB), el apoyo explícito brindado por el presidente electo Alberto Fernándezal candidato del Frente Amplio se lee tanto por una afinidad ideológica natural, como por una suerte de gesto de «reparación histórica personal» hacia el presidente Tabaré Vázquez, por «aquellos duros años de conflicto por las pasteras», cuando era jefe de Gabinete.

Esta cercanía de Fernández con el Frente Amplio se manifestó apenas fue designado por Cristina como candidato presidencial por el Frente de Todos, cuando fue a visitar a Mujica, el pasado 31 de mayo. En aquél momento, el próximo mandatario argentino mencionó en Twitter: «Vuelvo a encontrarme con un viejo amigo, un maestro y una gran fuente de inspiración para la misión que nos espera a los argentinos».

Luego, a comienzos de octubre, ambos se volvieron a juntar para exponer en el Colegio Nacional Buenos Aires, y a principios del corriente mes se vieron nuevamente en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, entre otros encuentros que tuvieron.

Incluso, Mujica le dijo a Fernández: «Es un honor tener un amigo que consiguió una changuita de presidente», para agregar en tono más serio que es un «amigo necesario e imprescindible en esta batalla por ser una América que sea nuestra Nación».

La difícil búsqueda del término medio

Más allá de la amistad entre ambos líderes, y de lo «socialmente respetado» que es Mujica -según las propias palabras de Fernández- la identificación y alineación política que está mostrando el Presidenteelecto argentino es estratégica: busca un punto intermedio que lo aleje tanto de la derecha liberal como de la izquierda extremista y antidemocrática como la que que representa el venezolano Nicolás Maduro para la región.

Esto quedó demostrado luego del triunfo del líder del Frente de Todos a fines de octubre, cuando le agradeció el mensaje de felicitación enviado por Maduro, con un tono crítico: «América Latina debe trabajar unida para superar la pobreza y desigualdad que padece. La plena vigencia de la democracia es el camino para lograrlo».

Dejando de lado las contadas alianzas que le quedan en pie a Alberto Fernández, la coincidencia es que se encontrará en un contexto regional poco afín.

«La pérdida del Frente Amplio en Uruguay va a dejarle la sensación de que está solo, lo cual es simbólicamente fuerte y que estará rodeado de gobiernos de derecha o conservadores o por situaciones verdaderamente críticas. Un Alberto solo puede ser un shock, y Uruguay sería un gran aliado en este marco», resume el analista político Julio Burdman aiProfesional.

A pesar de ello, y con miras al rearmado regional, Degiorgis considera que las relaciones argentino-uruguayas son hoy lo «suficientemente sólidas» como para que, en caso de ganar Lacalle Pou, se continue la estrechísima vinculación que se ha registrado durante estos cuatro últimos años, con gobiernos que también han sido de distinto color político, como los de Macri y Tabaré. «No veo pues que el resultado del domingo pueda influir o menoscabarla», acota.

Para Fraga, es difícil encontrar en América Latina dos países con tantas semejanzas y afinidades como son los casos de Argentina y Uruguay, y «ello debe llevar a estar atento para no herir susceptibilidades», porque, aclara, que no hay que olvidar que los conflictos entre parientes, «son los que a veces tardan más tiempo en cicatrizar».

En este escenario, cuando asuma Fernández el próximo 10 de diciembre, según Fraga, se encontraría con una región en la cual ocho de los diez países iberoamericanos de América del Sur (Brasil, Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Paraguay, Bolivia y Uruguay) estarían en la dirección contraria al «progresismo» que impulsa el Presidente electo de Argentina.

Así, Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Exterior, consideró a iProfesional que Argentina puede tener buenas relaciones con Uruguay y Paraguay, al igual que con Chile «una vez calmadas las aguas» y con Brasil, aunque advierte que «no hay que caer en provocaciones».

En este contexto, México aparece como el último aliado importante para Fernández, dentro de esa línea de izquierda moderada. Y no por casualidad fue el destino elegido para su primer viaje tras ganar las elecciones

Según Fraga, la nación azteca está dando un ejemplo de «estilo» en diplomacia, que más allá de su orientación político-ideológica, debe ser «observado y valorado».

Y recuerda que, cuando tras la victoria en las PASO, Fernández quiso visitar a dicho país, su gobierno le pidió que lo hiciera después de ser electo, fuera en primera o segunda vuelta.

«Es que la diplomacia mexicana mantiene la premisa -hoy olvidada por muchos países-, de no intervención en los procesos electorales de otras naciones».

El seleccionado argentino igualó 2 a 2 en el último partido del año ante su par uruguayo, en Tel Aviv, Israel. Cavani y Suárez, con un golazo de tiro libre, marcaron para el conjunto charrúa que siempre estuvo arriba; Agüero, de cabeza, y Messi, de penal sobre el final, marcaron para la Albiceleste.

El seleccionado argentino de fútbol obtuvo esta tarde un agónico empate 2-2 ante su par de Uruguay, con un penal anotado por Lionel Messi, en un amistoso celebrado en la ciudad de Tel Aviv, en Israel, en el último encuentro del 2019, por la doble fecha FIFA.

El mejor jugador del mundo coronó una convincente actuación con un disparo bajo que engañó al arquero de Independiente, Martín Campaña, ya en tiempo de descuento, cuando el elenco ‘celeste’ se regodeaba con la posibilidad de sumar un triunfo en el clásico rioplatense, después de seis años.

El equipo dirigido por Lionel Scaloni, al igual que lo ofrecido el viernes pasado en Ryad ante Brasil (1-0), tuvo que remontar dos veces el resultado, mostrando carácter y autoridad como para cumplir tal tarea.

Uruguay, que responde a un esquema clásico diseñado por su veterano entrenador Oscar Washington Tabárez, se puso arriba en la pizarra, a los 33 minutos del primer tiempo, por intermedio de Edinson Cavani, tras una precisa maniobra colectiva.

En la segunda etapa, a los 18 minutos, el delantero Sergio Aguero, con un cabezazo, estableció el 1-1 parcial.

Y sobre los 23m del complemento, cuando peor la pasaba, el equipo ‘celeste’ volvió a adelantarse en el tanteador, con un tiro libre ejecutado por Luis Suárez, en donde el arquero de Boca Juniors, Esteban Andrada, pudo haber ofrecido una respuesta más segura.

En los 45 minutos iniciales, el equipo argentino buscó hacerse dueño del desarrollo, aunque falló en el tramo final de la cancha, sin mostrar la suficiente profundidad como para inquietar a una sobria zaga uruguaya.

Además, por momentos, al elenco de Scaloni pareció faltarle un ‘soldado más’ en la mitad de la cancha, por lo que el técnico debió recurrir al retraso de Paulo Dybala a la posición de mediocampista por el costado derecho.

Más allá de esa consideración, la labor de Marcos Acuña por izquierda le sirvió al equipo albiceleste como pistón para buscar desbordes por la banda. El ex mediocampista de Ferro y Racing colaboró con Messi, quien se mostró activo y decidido, a pesar de no gravitar tanto en los últimos metros de la cancha.

Pero Uruguay, un equipo con trabajo desde hace años, supo imprimirle velocidad y precisión a un desprendimiento ofensivo para sacar ventaja. A los 33m., un pase en cortada de Federico Valverde (Real Madrid) para Brian Lozano hacia el sector izquierdo derivó para Lucas Torreira, quien mandó un centro cruzado para Suárez, que se la bajó a Cavani para que definiese ante la salida del guardavallas de Boca.

La solitaria chance que el equipo albiceleste tuvo antes de la finalización del primer período se dio a los 38m., cuando Paulo Dybala venció la resistencia de Campaña, con un disparo bajo, pero la maniobra fue invalidada por una mano previa del ex jugador de Instituto de Córdoba.

En la segunda etapa, Argentina entregó grageas del buen funcionamiento que exhibió en el primer encuentro ante Brasil en Arabia Saudita, con Messi como conductor.

Y sobre los 18m. Llegó el empate, con un tiro libre del crack rosarino que encontró la cabeza de Aguero en el medio del área.

En el mejor momento argentino, el equipo uruguayo encontró petróleo en el desierto. Luis Suárez fue víctima de una infracción y el propio delantero del Barcelona ejecutó el tiro libre con ‘rosca’ que le permitió a los dirigidos por el ‘Maestro’ Tabarez ponerse otra vez arriba (23m.).

De allí hasta el cierre del partido, Argentina hizo los méritos suficientes como para conseguir la igualdad, aun con un Uruguay que prácticamente se resignó a la chance de continuar atacando, más allá de que podían aparecer espacios o huecos.

Hubo un remate alto de Aguero (de buenos segundos 45 minutos), un tiro de Dybala junto al poste derecho y otro cabezazo del ‘Kun’ que obligó a una excelente intervención de Campaña.

Cuando el partido llegaba al cierre, un desborde de Saravia por izquierda permitió un tacazo de Lautaro Martínez (había ingresado por Dybala) y la consecuente mano de Martín Cáceres fue sancionada con penal por el árbitro israelí Roi Rainhsriber.

La ejecución de Messi, que llegó a la anotación número 70 con la camiseta celeste y blanca, estampó la lógica igualdad, en el marco de un atractivo clásico rioplatense.

Síntesis

Argentina: Esteban Andrada; Renzo Saravia, Nicolás Otamendi, Germán Pezzella y Nicolás Tagliafico; Rodrigo De Paul, Leandro Paredes y Marcos Acuña; Lionel Messi, Sergio Agüero y Paulo Dybala. DT: Lionel Scaloni

Uruguay: Martín Campaña; Martín Cáceres, Sebastián Coates, Diego Godín y Matías Viña; Lucas Torreira, Matías Vecino, Federico Valverde y Brian Lozano; Edinson Cavani y Luis Suárez. DT: Oscar Tabárez.

Gol en el primer tiempo: 33m. Cavani (U)

Goles en el segundo tiempo: 18m. Agüero (A); 23m. Suárez (U); 46m. Messi (A), de penal.

Cambio en el primer tiempo; 16m. Giovanni González por Coates (U) En el segundo; 10m. Diego Laxalt por Cavani (U); 22m. Nicolás Domínguez por Acuña (A); 29m. Rodrigo Bentancur por Valverde (U); 30m. Lautaro Martínez por Dybala (A); 33m. Nicolás González por Paredes (A); 42m. Bryan Rodríguez por Brian Lozano (U); 43m. Guido Rodríguez por De Paul (A)

Amonestado: Cavani, Vecino, Godín (U) Paredes, Nicolás González (A)

Estadio: New Bloomfield (Tel Aviv)

Árbitro: Roi Rainhsriber (Israel).

El estadio Bloomfield será la sede del partido que comenzará a las 16.15 de Argentina, con arbitraje del israelí Roi Rainshriber y transmisión de TyC Sports.

El clásico rioplatense se traslada así a Israel, una sede inédita que espera la presencia del astro Lionel Messi desde aquel frustado amistoso con el seleccionado local en la previa del Mundial de Rusia 2018.

A pesar de la escalada de violencia de los últimos días en la región, la organización del partido garantizó la seguridad y el encuentro se jugará con el estadio a pleno en su capacidad (29 mil espectadores).

El equipo que dirige Lionel Scaloni derrotó el viernes pasado a Brasil por 1-0, en Riad, Arabia Saudita, con gol del capitán Messi. El de hoy será el último amistoso de la temporada 2019, de cara a las eliminatorias para el Mundial de Qatar 2022.

La «albiceleste» afrontará su decimoquinto partido del año y el balance en los números es positivo, con ocho triunfos, tres empates y tres derrotas.

El equipo uruguayo tiene todo el plantel a disposición, ya que el defensor Martín Cáceres cumplió la fecha de suspensión, tras su expulsión en el amistoso ante Perú.

El clásico del Río de la Plata se acerca a los 200 partidos: en los 193 disputados hasta hoy, Argentina domina el historial con 89 triunfos contra 59 de Uruguay, y 45 empates.

–Posibles formaciones–

Argentina: Esteban Andrada; Juan Foyth, Nicolás Otamendi, Germán Pezzella y Nicolás Tagliafico; Rodrigo De Paul, Leandro Paredes y Giovani Lo Celso; Nicolás González, Sergio Agüero y Lionel Messi. DT: Lionel Scaloni.

Uruguay: Fernando Muslera; Giovanni González, Diego Godín, Sebastián Coates y Martín Cáceres; Brian Rodríguez, Mathías Vecino o Rodrigo Bentancur, Lucas Torreira o Federico Valverde y Brian Lozano; Luis Suárez y Edinson Cavani. DT: Oscar Tabárez.

Hora de comienzo: 16.15 (hora argentina)
Estadio: Bloomfield (Tel Aviv, Israel)
Árbitro: Roi Rainshriber (Israel)
TV: TyC Sports.

El mediocampista del seleccionador argentino sufrió una lesión en su pierna izquierda en el triunfo contra Brasil por 1 a 0 en Riad, capital de Arabia Saudita, el viernes pasado, y se perderá el encuentro contra Uruguay en Tel Aviv, Israel, del lunes próximo.

Ocampos, una de las figuras nacionales en el triunfo con gol de Lionel Messi, se ausentará por «molestias en el músculo piramidal de su pierna izquierda», explicó el informe médico en el Twitter oficial del seleccionado.

El ex River Plate, que fue reemplazado a los 28 minutos del segundo tiempo por Nicolás González (ex Argentinos Juniors), ya dejó la concentración y «regresa a Sevilla para tratar esa dolencia y poder estar pronto a disposición del técnico, Julen Lopetegui», precisó el club, según la agencia española EFE.

En tanto, el resto del plantel practicó en Arabia Saudita, con trabajos regenerativos para Esteban Andrada, Juan Foyth, Nicolás Otamendi, Germán Pezzella, Nicolás Tagliafico, Rodrigo De Paul, Leandro Paredes, Giovani Lo Celso, Marcos Acuña, Lionel Messi y Lautaro Martínez.

Messi, que regresó tras cuatro meses de ausencia, se movió con normalidad, más allá que se lo observó con hielo en ambas rodillas.

El resto de los futbolistas, junto con el seleccionador, Lionel Scaloni, salieron al campo del estadio de Al-Hilal para una práctica con más intensidad.

Argentina viajará mañana a Tel Aviv, donde el lunes, desde las 16.15, se enfrentará a Uruguay (8 triunfos y 4 empates en el 2019), en el último amistoso de fecha FIFA.

El equipo de Oscar Tabárez se impuso 2 a 1 con goles de Cavani y Brian Rodríguez. Luis Suárez solo jugó 45 minutos.

El seleccionado uruguayo llegará con una sonrisa al amistoso que disputará el lunes frente a Argentina en Israel: la Celeste derrotó 2 a 1 a Hungría este viernes en un encuentro que sirvió para reinaugurar el Ferenc Puskas Arena de Budapest, que será una de las sedes de la fase final de la Eurocopa 2020.

Edinson Cavani, quien se había perdido por una lesión los últimos cuatro en encuentros del combinado dirigido por Oscar Washington Tabárez, abrió el marcador a los 15 minutos del primer capítulo tras una buena maniobra personal y un centro rasante del lateral izquierdo Matías Viña.

Siete minutos más tarde, Brian Rodríguez, una de las grandes esperanzas del fútbol uruguayo (19 años, se desempeña en Los Ángeles FC de la Major League Soccer), gritó el segundo tras un enganche que dejó plantado al defensor Barnabás Bese y una linda definición al segundo palo.

Dos minutos después, el elenco magiar descontó gracias a un tanto del centrodelantero Ádám Szalai que les devolvió la ilusión a los 67.000 húngaros que colmaron el renovado estadio, pero el marcador no volvió a modificarse en un duelo que en el segundo tiempo tuvo una catarata de cambios, como es habitual en esta clase de encuentros.

Luis Suárez, que en la última semana había estado condicionado por una molestia muscular, fue uno de los que abandonó temprano el campo: apenas disputó el primer tiempo. Tras el descanso, su lugar fue ocupado por el delantero de Valencia Maximiliano Gómez. Habrá que ver si Tabárez decide usarlo en el encuentro del lunes ante Argentina, informó Clarín.

En esta línea, también se pronunciaron oficialmente Rusia, Cuba y México, que le brindará asilo al ahora ex presidente.

Uruguay y Venezuela son los únicos países sudamericanos que oficialmente consideran que la renuncia de Evo Morales se debió a un golpe de Estado. En el continente también se sumaron Cuba y México, cuyo presidente Manuel López Obrador le brindó asilo político al ahora ex presidente boliviano.

En la misma sintonía se pronunció Rusia, que condenó el accionar de la oposición. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso advirtieron que en Bolivia hubo «un golpe de Estado orquestado».

«Acogemos con alarma la dramática evolución de acontecimientos en Bolivia, donde una oleada de violencia desatada por la oposición impidió agotar el mandato presidencial de Evo Morales», señalaron desde el Gobierno ruso, según publicó el medio Sputniknews.

En tanto, Nicolás Maduro fijó la postura del gobierno venezolano: «El informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) fue la puñalada y el desencadenante que generó mayores focos de violencia. Han desatado una brutal represión en contra del pueblo boliviano. La OEA forma parte de este golpe de Estado contra nuestro hermano Evo Morales». 

Uruguay y México sostienen la misma postura, que va en sintonía con lo expresado por el presidente electo Alberto Fernández.

«El Uruguay considera que no existe argumento que puedan justificar estos actos, en particular habiendo anunciado pocas horas antes el Presidente Evo Morales su intención de convocar nuevas elecciones, a partir del informe producido por la misión electoral de la Organización de Estados Americanos», sostiene el comunicado que difundió el Gobierno uruguayo.

México fue uno de los países que más rápidamente se pronunció y le brindó asilo político a Evo Morales. Así lo hizo saber su presidente, Manuel López Obrador, quien suscribió las palabras de su ministro de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard: «Los golpes militares nunca han traído nada positivo, suspenden la vida democrática, los derechos de las personas y, por consiguiente, estamos muy preocupados», dijo.

Evo Morales llegó este martes a México en un avión de ese país y al bajar de la aeronave aseguró que el presidente López Obrador le «salvó la vida».

Distinta ha sido la postura de los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile y Colombia, entre otros países sudamericanos.

Pese a expresar su preocupación por la «crisis institucional» que atraviesa Bolivia, el Gobierno argentino, a través del canciller Jorge Faurie, consideró que la renuncia de Morales no configura como un golpe de Estado

Para el jefe de Estado brasileño, Jair Bolsonaro, tampoco hubo golpe: «La palabra ‘golpe’ se usa mucho cuando pierde la izquierda, ¿verdad? Cuando ganan, es legítimo .Cuando pierden, es un golpe. No entraré en su narrativa allí. La izquierda dirá que hubo un golpe ahora», dijo.

En Chile, en medio de la crisis y multitudinarias protestas, el presidente Sebastián Piñera se limitó a señalar, a través de un comunicado y en línea con la postura argentina, «su preocupación por la interrupción del proceso electoral para elegir democráticamente al presidente y por la crisis por la que atraviesa la sociedad boliviana», informó Clarín.

Un arco opositor de derecha comienza a cerrarse para enfrentar al Frente Amplio en noviembre. Qué puede pasar y cuáles son los desafíos.

Los uruguayos guardaron las banderas y como cualquier otro lunes retomaron su rutina casi como si el domingo no hubiese ocurrido nada. Bajo la lluvia, desenfundaron paraguas y siguieron con su vida. La Corte Electoral, en cambio, terminó de contar votos y ratificó lo que para muchos fue una sorpresa: un oficialismo que no llegó ni siquiera a los 40 puntos en la elección presidencial y que ahora deberá navegar contra la corriente frente a un rival que ya tiene, desde antes de la primera vuelta, «cocinada» su red de alianzas para ir al balotaje.

Eso explica cómo con apenas conocidos los resultados extraoficiales, el Partido Colorado, del economista Ernesto Talvi, y el flamante espacio Cabildo Abierto, de Guido Manini Ríos, salieron públicamente a apoyar a Luis Lacalle Pou del Partido Nacional en la segunda vuelta, sin esperar más.

«La campaña empieza mañana (por ayer)», había anunciado Lacalle Pou que con 28,59% de los votos enfrentará el 24 de noviembre a Daniel Martínez, del Frente Amplio, con 39,17% en el balotaje.

Los comandos de ambos partidos confirmaron a Clarín que este lunes fue un día de agenda a puertas cerradas y de reuniones privadas.

Lacalle Pou y Martínez se dedicaron a tejer estrategias. El primero ya negociando ministerios ante lo que cree será una victoria cantada en noviembre. El segundo, buscando aliados en soledad y una manera de re-enamorar al voto broncaque ayer le pasó factura, cansado de 15 años de gobierno, inseguridad y economía a dieta.

Los números del FA, que se creía cosecharía entre un 40 y un 45%, fue «un impacto grande. No se esperaba que fuera tan bajo», explicó a Clarínel periodista Antonio Ladra.

Es tarea del FA reconquistar miles de votos perdidos. Pero «tiene los puentes muy cortados», agrega Ladra, argumentando que los dirigentes del Frente ya consiguieron en la primera vuelta lo que querían: sus bancas en el parlamento. Y hay dudas de que vuelvan a salir de campaña a favor de Martínez.

Con todo, habrá que ver que tan disciplinados son los votantes a la hora de votar.

La figura de Manini Ríos es por demás polémica. Un hombre que encarna a la ultraderecha y que puede provocar, según algunos analistas políticos,cierto espantoen el voto del centro desencantado.

¿Pero hasta qué punto? Ladra no cree que la figura del militar impacte mucho en el voto. Tal vez afecte «a los votantes más sensibles –dice–, pero no será determinante».

La respuesta a lo que pueda pasar en el balotaje puede estar encerrada en una elección pasada: en las primeras elecciones con balotaje celebradas en Uruguay, entre octubre y noviembre de 1999. Por entonces Tabaré Vázquez se impuso en primera vuelta con algo más del 40% de los votos frente a Jorge Batlle, que salía segundo con 32,8%.

Como hoy, entonces surgía el interrogante de si Tabaré podría imponerse en segunda vuelta. No pudo. Fue Batlle, con el apoyo del Partido Nacional, quien ganó la presidencia después de cinco intentos.

Ahora, el Partido Colorado devolverá el favor, con el agregado además de las fuerzas de Manini Ríos. 

Si Lacalle gana, la derecha regresará al sillón presidencial después de 25 años.

Lo que está en juego es la oferta del oficialismo de seguir el rumbo progresista de los últimos años «con cambios graduales», según palabras de Martínez, y la propuesta de una alternancia «variopinta» de derecha, que en esta elección ha buscado la moderación del centro, en momentos en que las posiciones más a la derecha en la región (Sebastián Piñera en Chile,Jair Bolsonaro en Brasil más la derrota de Mauricio Macri en Argentina) atraviesan malos vientos, por decir lo menos.

Esto explica también la estrategia de Lacalle Pou de encerrarse en las fronteras de su país para hacer campaña. No ha hecho viajes al exterior. Le huyó a la prensa extranjera. Y en su discurso de la noche del domingo no hizo referencia alguna a sus vecinos. Miró hacia adentro y tendió la mano. Solo tiró un palazo sin nombrarlo a Nicolás Maduro, al indicar que no quiere «un gobierno que se ate a dictadores y violadores de los derechos humanos».

Otra novedad de esta elección fue el resultado de un Congreso con la mayor cantidad de bancadas de la historia, en la cámara de Diputados, con 7 agrupaciones, y en el que el oficialismo perdió la mayoría absoluta.

El Senado quedó dividido en 13 bancas para el FA, 10 para el PN, 4 para el PC y 3 para Cabildo Abierto.

Diputados quedó fragmentado entre 41 bancas para el FA, 31 para el PN, 13 para el PC, once para Cabildo Abierto, 1 para el Partido Independiente, 1 para el Partido de la Gente y uno para el PERI (ecologista).

Con un Congreso así, gobernar será difícil. Habrá que negociar para aprobar leyes de emergencia y el propio presupuesto.

Quien sea que tome las riendas en noviembre tendrá en frente además otro desafío: corregir una economía que si bien ha crecido ininterrumpidamente en los últimos quince años, muestra señales de fatiga.

Si gana la derecha tendrá un problema adicional: enfrentar a la Confederación Sindical Gremial, 99% puro FA.Si gana Martínez podría haber tregua. Si gana Lacalle, la historia será otra. Y lo que viene podría ser un gobierno acechado por huelgas.

Según recuerda Antonio Ladra, ya el 1° de Mayo de este año, la central sindical advirtió en su discurso queno permitirá ninguna política neoliberal, informó El Clarín.

Los uruguayos definirán en un balotaje el 24 de noviembre próximo al futuro presidente entre el oficialista Daniel Martínez y el nacionalista Luis Lacalle Pou, aunque, de mantenerse la tendencia en el conteo provisorio, la segunda vuelta augura un mejor horizonte para la oposición.

Los sondeos de boca de urna de las cuatro principales consultoras y los datos iniciales del escrutinio provisorio asignan a Martínez alrededor de 40% de los votos, en tanto Lacalle Pou, del derechista Partido Nacional (PN) redondea 29%.

En Uruguay, las elecciones se definen en primera vuelta con el 50% de los votos, con lo cual al izquierdista Frente Amplio (FA) no le alcanza para evitar la segunda vuelta.

El candidato por el Partido Colorado (PC), también de derecha, Ernesto Talvi, tercero con 12% de los votos en todas las proyecciones, reconoció el triunfo de Martínez y el segundo puesto de Lacalle Pou y adelantó que trabajará para que el candidato blanco llegue al poder, confirmando la posibilidad de construir un frente que deje al oficialismo sin la posibilidad de alcanzar su cuarto mandato consecutivo.

«Hace unos instantes felicité telefónicamente a Daniel Martínez y a Lacalle Pou. Uno de los dos será el presidente de la República y yo espero que sea el doctor Lacalle Pou», anunció Talvi, citado por la agencia de noticias Europa Press.

El director de Equipos Consultores, Ignacio Zuaznabar, dijo que, de acuerdo con los primeros datos, Martínez obtuvo el 39,9% de los votos y Lacalle Pou, en tanto, el 29%.

Por su parte, Talvi, llegó al 12% y el líder del ultraderechista Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos obtuvo 10,5% de los votos.

Zuasnabar dijo que son datos preliminares, pero «está claro que hay segunda vuelta. Todavía el porcentaje puede moverse un poco hacia arriba o hacia abajo en el Frente Amplio y en el Partido Nacional, pero si esto se confirma, la suma del Partido Nacional, el Partido Colorado y Cabildo Abierto estaría teniendo mayoría parlamentaria», reprodujo el diario montevideano El País.

El Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI) y el Partido de la Gente obtuvieron 1,1%. El Partido Independiente, en tanto, 1%, y Unidad Popular llegó a 0,6%. El Partido de los Trabajadores y el Partido Digital tuvieron ambos 0,1%. Todas agrupaciones de izquierda que podrían transferir su votantes a Martínez.

En tanto, Rafael Porzecanski, director de Opción Consultores, sostuvo que Martínez llegó a 38,8%, Lacalle Pou a 29,3%, Talvi a 12,4% y Manini Ríos a 10,7%.

Para Porzecanski «quien parece tener la banca muy consolidada» dentro de los partidos menores es el PERI, liderado por César Vega. «El Partido de la Gente y el Partido Independiente estarían llegando a la Cámara de Diputados»

Mariana Pomiés, socia de Cifra, indicó que Martínez obtuvo 38% de los votos, Lacalle Pou 30%, Talvi 13% y Manini Ríos 10%.

Pomiés hizo hincapié en la confirmación del Partido Colorado como tercera fuerza y en que no habrá mayoría parlamentaria. De cara a la segunda vuelta agregó: «Para el Frente Amplio será más complicada (que para el Partido Nacional) porque al no alcanzar el 40% se le hará más cuesta arriba» la victoria en un balotaje.

Los porcentajes indican además un 1,2% tanto para el Partido de la Gente como para el PERI, y un 1% para el Partido Independiente.

Eduardo Botinelli, director de Factum, planteó que Martínez consiguió el 39,5%, Lacalle Pou el 29%, Talvi el 12,2% y Manini Ríos el 10,5%.

Las mismas proyecciones indican que en el plebiscito que se celebró en paralelo a la elección presidencial, la reforma constitucional denominada Vivir bien (una incorporación de las fuerzas armadas en asuntos de seguridad interna) no habría alcanzado el 50% de los votos como para lograr su aprobación.