Una mirada sobre el hombre que logró reponerse a todas las adversidades que se le presentaron. Para Jonás, la pelota sigue rodando
Serían más o menos las tres de la tarde. Todo el plantel de la Selección Nacional descansaba en distintas habitaciones. Golpeé a la puerta de la suite 3003, que estaba levemente entreabierta:
-Coco, soy yo, ¿puedo pasar…?
-Si, claro…
-¿Y, cómo anda todo, cómo viene la mano para esta noche?.
Echado en la cama boca arriba, solo, cubierto por un pantaloncito de fútbol, fumando, en absoluto silencio y mirando cada tanto de «rabo de ojo a un costado» un inmenso pízarrón con nombres, flechas, lineas de puntos y ventanitas recordatorias, igualmente dibujadas con diferentes colores de crayon, Alfio Basile me confesó: «Me parece que voy a hacer debutar al pibe de Vélez, a Jonás Gutiérrez…». Y murmuró en el redondeo de su confidencia: «Es el único que me puede hacer la banda, tirándose un cachito a la izquierda para evitar que se venga Maicon…».
En el hotel Ouro Minas de Belo Horizonte -18 de Junio de 2008-, a menos de seis horas del partido frente a Brasil ( 0-0) por las Eliminatorias para Sudáfrica 2010, quedaba decidido el debut de Jonás Gutiérrez en la Selección Nacional por la convicción de quién era el técnico jefe, Basile.
El niño que a los 3 años, en Sáenz Peña, cerca de la cancha de su club, Almagro, pegadito a la Gral Paz, había quedado paralítico de su lado izquierdo tras una convulsión febril, no sólo hizo todo cuanto le indicaron los médicos: jugar, correr, jugar, correr. Como un galgo. Más aún, lo hizo con tanta fe y vocación, tanto espíritu y genética adecuada, que de los infantiles de Almagro pasó nada menos que a las inferiores de Vélez. Y desde Vélez a Europa, sosteniendo su lugar en la Selección Nacional, en el Mundial de Sudáfrica, por la enfática decisión de Diego Maradona, quien llegó a decir: «La Selección es Messi, Mascherano, Jonás y ocho más…».
El “Galgo” con la camiseta de la selección argentina
Un día, como cualquier otro día de entrenamiento, con más de doscientos partidos cubriendo orgullosamente su torso de gorrión embuchado bajo la camiseta del Newcastle, sintió fuertes dolores en la bolsa testicular. ¿Un pelotazo? ¿un golpe inadvertido? ¿una caída mal amortiguada?. Lamentablemente, nada de eso.
El cáncer en el testículo izquierdo podría resultar un hecho depresivo hasta lo apolcalíptico para muchos, para la mayoría de los hombres del mundo. Para él fue primero tristeza, después preocupación y más tarde angustia. Luego, todo eso junto lo transformó en desafío.
Vino a operarse a Buenos Aires. Y también aquí llevó a cabo las interminables sesiones de quimioterapia. Mientras tanto, el Newcastle, su club, con quien lo vinculaba un contrato hasta el 2015 hizo todo cuanto pudo por romper indignamente la relación. Un técnico llamado Alan Pardew, presumiblemente siguiendo las instrucciones de sus directivos, se encargó de anunciarle que no habría de tenerlo en cuenta, cuando Jonás se hallaba en plena recuperación física. Y como gran favor lo prestaron al modesto Norwich. Sin embargo, la historia habría de seguir sorprendiendo: degradado, congelado, impedido de renovar automáticamente su contrato hasta 2015, por faltarle jugar tan solo dos partidos para llegar a los 80 que establece el reglamento de la Premier League, Jonás volvió a demostrar su grandeza. El mismo Newcastle, el club de los directivos que lo discriminaron, el conducido por el técnico que inhumanamente se lo comunicó, el de los hinchas «Urracas» seguidores y fieles que lo valoraban, necesitaba ganar un partido, el último partido de la liga contra el West Ham, para salvarse del descenso. Y Jonás, en coincidencia con su profético nombre de bautismo, lo hizo. Marcó el gol salvador y se dispuso a seguir luchando por su dignidad.
Fue distinguido en la Legislatura porteña como figura destacada del deporte
Eran visibles las lágrimas de los hombres más duros que algo hicieron en la vida de Jonás: Raúl Gámez, el uruguayo Julio Jiménez quien fuera uno de sus técnicos de inferiores, José Luis Chilavert, el Patón Bauza, quien lo hizo debutar en primera, también estaban ex compañeros, ex directivos como Miguel Calello, el Ruso Ribolzi, ayudante del Coco Basile y muchos más.
Aquel discurso de Mónica, la mamá, no olvidó a los demás maestros que influyeron en la vida de su hijo Jonás. Y recuerdo que mencionó a Héctor Berra, Juan Lo Bianco, Carlos Compagnucci, Héctor Cuper, Kevin Keegan y obviamente, el más grande, Diego Armando Maradona.
Un tribunal de Birmingham le dio la razón al jugador. El Newcastle deberá pagarle más de 2.500.000 de dólares por haber cometido el delito de Discriminación al no permitirle jugar ya recuperado de su cáncer testicular.
No pareciera ser lo más importante. Rememoro aquel evento y evoco lo que dijo Jonás con su cabeza brillosa y al descubierto tras el cabello perdido: «No quiero ser ejemplo, simplemente trato de ayudar a quienes atraviesan una situación similar. No hay que tenerle miedo al cáncer, no es una mala palabra, ni es muerte. Hay que ser positivo y encararlo con mucha fortaleza. Lo importante es mirar siempre para adelante. Hay que creer, cada uno tendrá su creencia y hay que apoyarse en ella. La quimioterapia es un proceso que hay que afrontar para eliminar del cuerpo eso que nos está dañando».
El año pasado, ya de regreso desde el club La Coruña, última escala europea, con 33 años de vida y 15 de primera división, decidió quedarse. Entrenó en Vélez, su «casa», más su incorporación fue imposible. Pero alguien se acordó de él. Habrá sido el director técnico Ariel Holan o acaso el presidente José Lemme. Alguien valoró todo el significante de Jonás. Ya no correrá el promedio de 10 kilómetros y medio por partido, tal como lo hiciera años atrás, tampoco atacará por la banda para sorprender, siquiera se ocupará de un rival para hacerle marca personal.
Marcó el gol que salvó al Newcastle del descenso en el 2015 (AP)
Diez días después del alta médico, el 13 de Noviembre de 2014, asistí a la Legislatura Porteña. Su mamá, la señora Mónica Montore, nos vino a invitar personalmente a la AFA. Es que por iniciativa de los legisladores Cristian Ritondo, Enzo Pagani y Roberto Quattromano del Pro, se lo distinguiría a su hijo Jonás como «Personalidad destacada del deporte de la Ciudad de Buenos Aires» .
Fue en ese marco, donde el mundo del fútbol, y más precisamente aquellos que formaron o forman parte de la vida afectiva de este hombre gigante, tomaron dimensión sobre sus convicciones y entereza. Recuerdo párrafos del sobrecogedor discurso de su mamá, Mónica. Paradita ante el micrófono, frente a su esposo y con más de doscientas personas que colmaban el Salón Dorado, refirió la vida de Jonás en todas sus etapas finalizando, cada una de ellas, con la frase «…y la pelota siguió rodando».
«Cuando tenías tres años una fiebre te paralizó medio cuerpo, había que correr y jugar. Corriste y jugaste. Y la pelota siguió rodando…
A los seis querías jugar con los demás chicos en Almagro. Lo lograste y la pelota siguió rodando…
A los 10 soñabas con probarte en Velez. Te probaste, te recibieron como en tu propio hogar. Y la pelota siguió rodando…
A los 18 soñabas con jugar en Europa . Te fuiste al Mallorca primero, al Newcastle después y la pelota siguió rodando…
Y ahora el cáncer, la operación, la recuperación y la esperanza. La pelota se detuvo…»
Probablemente y tal como lo advirtiéramos el ultimo domingo ante Racing, el Galgo se ubique como un custodia del volante central y baje a completar la horizontalidad de la línea previa a la del fondo. Tal vez no sorprenda con tiros de arriesgada distancia. Y, seguramente, no se anotará en remates con pelota detenida.
Pero Holan o Lemme o ambos o quien haya sido de Defensa y Justicia que le diera ésta nueva oportunidad habrán de recoger los beneficios de un jugador aún pródigo en su despliegue físico, pero que sabrá transmitir otros valores a sus jóvenes compañeros. Conoce el dolor y no puede ofenderlo gritando por una falta que no fue. Padeció la angustia y sabe que estar en un campo de juego es una bendición que debe ser honrada. Su vida es un acto de justicia y sabe que «la justicia del arbitro» es insignificante como para ofenderlo o insultarlo, y fundamentalmente nadie mejor que él puede dar fe sobre lo verdaderamente dramático de la vida, que no pareciera ser tan sólo ganar o perder.
El regreso de Jonás al país con la camiseta de Defensa y Justicia (Télam)
El Galgo ha vuelto a jugar en su país y en Primera. Lo hará muy bien y será líder del vestuario. Ya no importa el ayer, ni el mañana. Jonás es hoy, está siendo… Es momento para que la señora Mónica Montore, su mamá , complete el discurso de hace casi dos años en la Legislatura y regrese a las primeras etapas de los sueños cumplidos. Lo imagino así:
«Y ahora la vuelta al país, el debut en Defensa y Justicia, la gran actuación frente a Racing, el reconocimiento de los hinchas, la ponderación de la prensa, la satisfacción de tus compañeros. Y el domingo, frente a River… Si hijo, la pelota sigue rodando. Gracias a Dios».