El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, se propone expulsar del país cuanto antes hasta tres millones de personas indocumentadas. Según sus cálculos, esa podría ser la cifra de inmigrantes irregulares que tienen algún tipo de antecedente delictivo. Después, ya verá lo que hace con aquellos que queden en el país.
La confirmación de los planes de deportaciones masivas de Trump llegó en una entrevista con el programa 60 Minutes de CBS, la primera con un canal de televisión desde que el martes ganó las elecciones. Preguntado si mantenía su promesa electoral, contestó: “Lo que vamos a hacer es que vamos a echar del país o vamos a encarcelar a todos los que tienen antecedentes criminales, traficantes de drogas, miembros de bandas, probablemente dos millones, podrían ser hasta tres millones. Los vamos a sacar del país. Están aquí ilegalmente”.
A continuación, el presidente electo dice que cuando haya hecho “segura” la frontera, decidirá el destino de los restantes sin papeles. “Después de asegurar la frontera y cuando todo esté normalizado, tomaremos una decisión sobre la gente de la que hablan [no precisa a quién se refiere], que es gente estupenda, estupenda, pero vamos a tomar una decisión sobre eso. Pero antes de tomar esa decisión… es muy importante, vamos a asegurar la frontera”.
Durante la entrevista, Trump ha anunciado que cobrará un sueldo simbólico de un dólar y ha enterrado las críticas a los Hillary Clinton. De Obama ha dicho que es «muy inteligente y amable». Puedes leer los principales contenidos de su primera entrevista televisada aquí.
Criminalización en campaña
Trump comenzó su campaña electoral el 16 de junio de 2015 diciendo que los inmigrantes mexicanos eran narcotraficantes, criminales y violadores. Después, fue endureciendo su discurso hasta prometer la deportación masiva de todos los inmigrantes irregulares en el país, a los que él llama “extranjeros ilegales”. Llegó a detallar que crearía una “fuerza (policial) de deportación” específica. Más adelante en la campaña, pareció suavizar esa posición. Los líderes republicanos nunca respaldaron esta idea.
En el discurso que dio ante la Convención Republicana cuando aceptó la nominación como candidato, el pasado julio, Trump dijo que “180.000 inmigrantes ilegales con antecedentes criminales, que tienen orden de deportación de nuestro país, esta noche vagan libremente para amenazar a nuestros pacíficos ciudadanos”.
El presidente Barack Obama ha deportado durante sus ocho años de mandato a 2,5 millones de personas con antecedentes criminales. Ha sido el presidente que más inmigrantes ha expulsado en la historia. Se calcula que en Estados Unidos viven alrededor de 11 millones de extranjeros en situación irregular. En noviembre de 2014, Obama promulgó una orden ejecutiva (un decreto) que garantizaba protección contra la deportación a los padres indocumentados de ciudadanos estadounidenses que cumplieran ciertas condiciones. Alrededor de cinco millones de personas iban a ser protegidas. El plan nunca llegó a entrar en funcionamiento porque fue denunciado judicialmente por 25 Estados gobernados por los republicanos y bloqueado. El Tribunal Supremo renunció a pronunciarse sobre el mismo y lo dejó paralizado en manos de los tribunales inferiores.
Trump nunca ha detallado a qué se refiere con criminales, si son delitos graves o cualquier tipo de encuentro con la ley. Las actuales normas del Departamento de Interior ya establecen que la prioridad para deportar son los irregulares buscados o convictos por delitos. Pero además, se enfrentaría a dificultades técnicas y legales que tampoco ha dicho cómo va a resolver. En una entrevista con EL PAÍS, el jefe de policía de Los Ángeles, Charlie Beck, afirmaba que su departamento jamás participaría en una operación de deportación masiva. California es el estado con más inmigrantes irregulares (entre 2,3 y 2,8 millones) y el condado de Los Ángeles es el área metropolitana con más irregulares (alrededor de 1 millón).
La última vez que dio un discurso específico sobre inmigración fue el 1 de septiembre en Phoenix, Arizona, horas después de reunirse con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, en la residencia de Los Pinos. Dijo entonces que todos los inmigrantes que habían entrado irregularmente deberían salir del país y volver respetando las leyes, que construiría un muro en toda la frontera (de 3.000 kilómetros), que haría a México pagar por ese muro, y que cambiaría las leyes de inmigración para hacer más difícil la entrada legal en el país, al que sus abuelos y su esposa emigraron desde Europa.
Esta es la primera vez que Trump se pronuncia sobre el asunto que más preocupa a sus votantes, según las encuestas a pie de urna, después de haber ganado las elecciones. Preguntado en la entrevista con CBS por “el muro”, un eslogan de campaña que entusiasma a sus seguidores, responde que en algunas partes podrá ser “una valla”. La frontera con México ya está vallada prácticamente en su totalidad.
Al tiempo que CBS daba a conocer este adelanto de la entrevista, que se emitirá íntegra el domingo por la noche, el segundo republicano con más poder en Washington, Paul Ryan, reiteraba en una entrevista con CNN que ni Trump ni su partido planean crear una fuerza de deportación”. “Creo que debemos tranquilizar a la gente”, dijo Ryan. “Ese no es nuestro objetivo. Eso no es en lo que nos estamos centrando. Nos estamos centrando en asegurar la frontera. Creemos que es lo primero y principal, antes de meternos en cualquier otro aspecto de la inmigración, tenemos que saber quién entra y sale de nuestro país”.
Tanto las declaraciones de Trump como las de Ryan parecen ser una marcha atrás sobre los planes más extremos planteados por el candidato republicano durante la campaña.