Daniel Carrizo y Marcial Paz son por estos días los candidatos del ChuSoTo. El delegado del IPV en Comodoro Rivadavia y el secretario de Trabajo, cuentan como las primeras espadas con las que el Gobierno Provincial puede “defenderse” y si es necesario “contraatacar”.
Parece que Carrizo se olvida que dirige una de las instituciones más cuestionadas. Si bien en su discurso de asunción, prometió transparencia en la entrega de viviendas, lejos está de cumplir ese objetivo. De nada sirve trabajar hasta altas horas de la noche para atender los mil y un reclamos de los vecinos, si las casas son entregadas “a conveniencia”. Con todo esto, el delegado del IPV aún se atreve a hacer pública su intención de lograr la intendencia de Comodoro Rivadavia en el 2019. Tal vez se aferró al dicho que dice que “soñar no cuesta nada”.
Por su parte, Marcial Paz –quien tuvo que pagar el precio de pasarse a las filas del ChuSoTo para tener el visto bueno del gobernador Das Neves-, también juega en esta mesa de ajedrez distribuida por Provincia. Sin embargo, nadie toma en cuenta que Paz se convirtió en el primer secretario de Trabajo que no pudo evitar el cierre de la histórica textil Guilford, dejando sin su fuente laboral a más de 210 familias.
El ChuSoTo está desesperado por conseguir espacios políticos en Comodoro Rivadavia y eso provoca que ya den manotazos de ahogado, aun cuando resta mucho tiempo para pensar en probables candidaturas.
El problema es que para la mayoría de los ciudadanos las declaraciones que emiten estos “espadachines dasnevistas” son casi inentendibles. En una época donde el trabajo en territorio, el contacto con la gente y la presencia en todos los frentes de conflicto es la mejor carta con la que un líder político puede presentarse, estos funcionarios lo único que hacen es cumplir órdenes de ataque y anunciar muy anticipadamente las intenciones que tienen para las candidaturas del 2019.
Un claro ejemplo de esto fue cuando Paz y Carrizo salieron a tirar sus dardos envenenados cargados contra el intendente Carlos Linares, a quien acusaron de falta de visión estratégica y de estar en campaña hacia el 2019.
Para subir la apuesta, el Gobierno Provincial hizo jugar al ministro Coordinador de Gabinete, Alberto Gilardino, quien reiteró lo dicho por los otros dos mosqueteros, y recibió como respuesta una invitación a venir a Comodoro, “donde tampoco se lo ha visto, tal como el ministro de Seguridad Rafael Williams, a pesar de cerrar un 2016 con 23 homicidios”.
Carrizo y el último manotazo de ahogado
El fin de semana tras Navidad, el delegado local del IPV en Comodoro Rivadavia, Daniel Carrizo, realizó un acto en Ciudadela en el que se recuperó una vivienda usurpada que será utilizada para que allí funcione una Subcomisaría. El trámite de recuperación fue iniciado por una moción del Concejo Deliberante y fue reforzado por un expreso pedido que el viceintendente Juan Pablo Luque le hizo al gobernador Mario Das Neves. Sin embargo, Carrizo omitió mencionar esa tramitación y se adjudicó el logro en un cien por ciento.
Además de esto, Carrizo se presentó como “el próximo intendente de Comodoro Rivadavia. Yo voy a ser el que les voy a traer asfalto, salud, la Comisaría y todo lo que ustedes necesitan y merecen”, aseguró.
Sin detenerse y mientras los vecinos se miraban y no sabían si aplaudir, retirarse o reírse, el candidato aseguró que no tenía rivales del otro lado porque los del Frente para la Victoria “se están peleando entre ellos, así que acá está el próximo intendente de Comodoro Rivadavia”, reiteró, y advirtió que su llegada a Moreno 815 comenzará con ganar las elecciones en la vecinal de Ciudadela, donde dejó a los vecinos absortos y descolocados.
El Comodorense