Argentina reanudó hoy las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional después que la administración de Mauricio Macri retomara el diálogo bilateral, que estuvo interrumpido durante los doce años de las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner
El anuncio del presidente Mauricio Macri sobre el comienzo de una nueva negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), iniciada por el mandatario esta mañana en una conversación telefónica con la directora gerente del organismo, la francesa Christine Lagarde, se produjo a casi 60 años del primer crédito puente solicitado por el país siendo presidente Arturo Frondizi.
Ese primer acuerdo se firmó el 4 de diciembre de 1958 a poco de ingresar la Argentina al FMI, en cuya fundación el 24 de julio de 1944, concretada en Bretton Woods, una localidad rural en el estado de New Hampshire, Estados Unidos, no había participado por una decisión del gobierno del entonces presidente Edelmiro Julián Farrell.
Ese primer stand-by fue por 75 millones de dólares al que siguió otro por 100 millones el 24 de septiembre de 1959.
Las relaciones argentinas con el FMI tuvieron continuas idas y vueltas, ya que, tras ser muy activas durante las gestiones de Frondizi y su continuador José María Guido, se interrumpieron con la llegada a la Presidencia del radical Arturo Umberto Illia.
El vínculo se reanudó tras el golpe de estado encabezado por Juan Carlos Onganía para volver a interrumpirse a partir de la gestión 1973-1975 iniciada por Héctor José Cámpora, a quien siguió la tercera Presidencia de Juan Domingo Perón.
Empero, fue retomada durante la presidencia de María Estela Martínez y su ministro Antonio Francisco Cafiero y continuada por la dictadura cívico-militar que lideró Jorge Rafael Videla, con José Alfredo Martínez de Hoz como ministro de Economía.
La negociación de Cafiero, en relación con los pasivos de Aerolíneas Argentinas, fue la que dio el puntapié inicial para que los conflictos que se originasen por las deudas se litigaran en tribunales extranjeros; en ese caso Nueva York.
Al restablecerse el orden constitucional, durante la primera etapa de la presidencia de Raúl Ricardo Alfonsín, su ministro Bernardo Grinspun tuvo una política de distanciamiento del FMI luego abandonada cuando, tras un recambio en el gabinete ministerial y el lanzamiento del Plan Austral, el nuevo titular de esa cartera, Juan Vital Sourrouille, retomó la política de acuerdos.
Esta línea volvió cortarse de hecho durante el efímero paso presidencial de Adolfo Rodríguez Saá en 2001 y en forma oficial durante la prolongada gestión de Néstor Carlos Kirchner y su esposa, y continuadora, Cristina Elisabet Fernández.
La Argentina no es el único país con relaciones erráticas con el FMI las que se observaron desde los inicios del mismo como el hecho de que a Bretton Woods hayan concurrido representantes de 44 estados pero, cuando comenzara a funcionar el 27 de diciembre de 1945, sólo 29 de ellos habían confirmado su adhesión.
Luego del derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955 la Argentina se incorporó al FMI en 1956 siendo presidente Pedro Eugenio Aramburu, mediante un decreto del 29 de abril de ese año, pero sin requerir financiamiento alguno.
Como lo señalara en su tesis doctoral la economista Noemí Brenta, al finalizar las presidencias de Frondizi y de su sucesor Guido, el país debía US$ 1.142,8 millones, equivalentes a unos US$ 40.000 millones actuales, de los cuáles US$ 302,5 millones los eran con el FMI y 143,5 millones al BIRF, además de otros pasivos, entre ellos con el propio Tesoro de los EE.UU. y el Banco de Exportación e Importación (Eximbank) de ese mismo país.
Durante el gobierno de Onganía, su ministro de Economía, Adalbert Krieger Vasena negoció dos acuerdos con el FMI por US$ 125 millones cada uno que no se utilizaron ni renovaron, pero sí se concretaron uno con el Tesoro por US$ 75 millones y otro con el BIRF por US$ 85 millones.
Los acuerdos con el FMI estuvieron marcados por duros reclamos del organismo en materia de ajustes sobre el gasto público, muchas veces rechazados, como el de las privatizaciones en tiempos de Videla-Martínez de Hoz, los que llegaron a dar lugar, en 1984, a un notable episodio cuando, durante una reunión en el Palacio de Hacienda, el entonces ministro Grinspun, ante las exigencias de los funcionarios, se desnudó de la cintura hacia los tobillos y les preguntó si eso era lo que pretendían.
Si bien el FMI se opuso inicialmente a la convertibilidad, el «uno a uno» de 1991 a 2001, terminó colaborando para su mantenimiento por el presidente Carlos Saúl Menem y su ministro Domingo Felipe Cavallo y sus respectivos sucesores Fernando De la Rúa y José Luis Machinea.
Un drástico corte se concretó el 3 de enero de 2006 cuando Kirchner canceló la deuda con un pago inicial de US$ 9.530 y sucesivos vencimientos que concluyeron en 2009.
Desde entonces, si bien la Argentina se mantuvo como miembro del FMI, se interrumpieron las negociaciones hasta que diez años más tarde, ya bajo la presidencia de Mauricio Macri, funcionarios del organismo visitaron el país para auditar sus cuentas, a lo que se sumó la visita de Christine Lagarde en marzo pasado, lo que profundizó la relación que dio lugar a la gestión iniciada hoy.