Los resultados finales de las elecciones en Irak confirmaron hoy el triunfo de la coalición del clérigo nacionalista chiita Muqtada al Sadr, un crítico de Estados Unidos y de Irán que relegó al favorito de la comunidad internacional, el primer ministro saliente Haidar al Abadi.
Pese a su victoria, aún no queda claro qué partidos podrán tejer las alianzas necesarias para formar el nuevo gobierno tras los comicios, que fueron los primeros en el país desde la derrota del Estado Islámico (EI) y los cuartos desde el derrocamiento del ex presidente Saddam Hussein.
Ninguna de las tres coaliciones que cosecharon más votos logró superar 55 de los 329 escaños del Parlamento en los comicios del 12 de mayo, cuya participación fue de apenas un 44,52%, la más baja desde las primeras elecciones multipartidarias, en 2005.
En un sistema calibrado para dividir el Parlamento tras la caída de Hussein luego de la invasión militar de Estados Unidos de 2003, la alianza Marchando hacia la Reforma, de Al Sadr, está aún lejos de asegurarse el gobierno de Irak durante los próximos cuatro años.
Sadr, quien se ha descartado a sí mismo como primer ministro, busca ser quien decida este puesto, así como armar un gobierno tecnócrata que incluya a una decena de partidos.
Pese a haber salido primera, su coalición no llega a la mayoría, y se espera que sean necesarias largas negociaciones para formar gobierno.
En rigor, las negociaciones comenzaron apenas terminaron los comicios, hace una semana, con la participación de Estados Unidos e Irán, que se oponen los dos al vehemente clérigo.
La coalición Sairun, entre al Sadr y el Partido Comunista iraquí, ocupará 54 escaños en el nuevo Parlamento, dijo hoy la Comisión Electoral en un comunicado citado por la agencia EFE.
En segundo lugar quedó la coalición Al Fath (La Conquista), liderada por Hadi al Ameri, líder de una milicia chiita apoyada por Irán, 47 escaños.
En tercer lugar se situó la alianza Al Nasr (La Victoria), encabezada por el primer ministro en funciones al Abadi, que tendrá 37 diputados en el hemiciclo.
El resultado de la votación fue una bofetada a la élite que ha dominado Irak desde la caída de Hussein.
Sadr se hizo famoso luego de la invasión estadounidense de 2003, cuando su milicia libró una campaña insurgente contra las tropas norteamericanas.
Luego de años de mantenerse al margen del proceso político, el clérigo se reinventó como campeón de los pobres y se alió con partidos no religiosos para combatir la corrupción.
Es uno de los pocos políticos iraquíes que se oponen tanto a la presencia de tropas estadounidenses y a la fuerte influencia en Irak del vecino Irán.
Sadr declaró en Twitter que los resultados mostraban que «ganó la reforma y la corrupción salió debilitada», aunque enfrenta un complicado contexto regional cuando se prepara para redoblar las negociaciones para formar gobierno.
El proceso coincide con altas tensiones en Medio Oriente luego de que Washington se retirara del acuerdo nuclear con Irán.
Incluso antes de que se confirmara la victoria de Al Sadr, Irán había celebrado varias reuniones con políticos en Irak para tratar de impedir que el clérigo llegue a formar gobierno.
Según la prensa iraquí, Irán ha pedido no unirse a la coalición de Al Sadr, quien sorprendió a muchos el año pasado al visitar Arabia Saudita, una monarquía sunnita que es rival de Irán y que busca tener una mayor influencia en Irak.
Al Sadr ya ha descartado aliarse con la lista del ex primer ministro pro iraní Nuri al Maliki, que salió cuarta con 25 escaños, o con Al Ameri.
En cambio, quiere formar un gobierno tecnócrata que combata la corrupción y emprenda la tarea de reconstruir las zonas del país devastadas por la lucha contra el EI.