La tragedia de los matrimonios forzados en Sudán volvió a encender la polémica con la condena a muerte de una joven que mató a su marido, al parecer en un forcejeo, tras haber sido violada y a punto de serlo de nuevo, una sentencia que los organismos de derechos humanos luchan por revertir.
Nura Husein Hamad, ahora de 19 años, está detenida en una cárcel de Omdurman, ciudad gemela a la capital sudanesa, sobre la orilla opuesta del río Nilo. El tribunal la había declarado culpable de «homicidio voluntario» en virtud de una ley que no reconoce la violación conyugal, en un país con antecedentes en fallos categóricos contra las mujeres.
«Ella es una víctima y la pena pronunciada contra ella es de una crueldad intolerable», dijo el director regional adjunto de Amnistía, Seif Magango. «La pena de muerte es el castigo más cruel, inhumano y degradante. Aplicársela a una víctima no hace más que subrayar el fracaso de las autoridades de reconocer la violencia que tuvo que padecer», agregó.
La joven fue obligada a casarse a los 13 años, pero se refugió en casa de una tía hasta que terminó el secundario. Cuando finalmente se mudó a la casa de su marido, a los 18, rechazó consumar su matrimonio y el hombre llamó a dos de sus hermanos y un primo para que la ayudaran a violarla.
«Al día siguiente, intentó violarla de nuevo, pero consiguió escaparse a la cocina, donde agarró un cuchillo. En el forcejeo que siguió, Abdulrahman murió tras haber sido acuchillado», precisó el directivo de Amnistía.
La ONG Italians for Darfur comenzó una campaña por su libertad. «Ya presentaron un recurso» contra la condena, dijo Antonella Napoli, presidenta de la organización. Si no es aceptado, «la horacán en el patíbulo».ß
Agencias ANSA y AFP