Nacer, crecer, reproducirse, colaborar y morir. La orca es una de las 3 especies conocidas de animales, además del ser humano, que alcanza la menopausia y, como nosotros, continúa viviendo muchos años más después de dejar de ser fértiles. Al dejar de reproducirse, las orcas dedican sus años de «vejez» a colaborar con sus crías adultas a la alimentación y cuidado de las nuevas orcas. Pero parece que este papel, adoptado por las orcas más mayores, no es simple altruismo, sino una cuestión de supervivencia: pierden en la carrera evolutiva contra las hembras más jóvenes.
Esta es la conclusión a la que ha llegado un estudio británico publicado por la revista Current Biology en mayo de 2017, que explica por qué las orcas alcanzan la menopausia y, por tanto, dejan de reproducirse. Según la investigación, las crías de las orcas mayores tienen muchas menos probabilidades de prosperar que las crías de las orcas más jóvenes. En concreto, 1,7 veces menos.
Que las orcas adoptan un rol colaborativo con grandes beneficios para el grupo familiar era algo ya conocido por la comunidad científica gracias a estudios anteriores. Pero eso no era suficiente para explicar por qué las hembras dejan de reproducirse. «Muchas hembras mayores de otras especies adoptan un papel de liderazgo y aún así continúan reproduciéndose», explica Darren Croft, co-autor del estudio, de la Universidad de Exeter, en Reino Unido. «Nuestro estudio proporciona un mecanismo que explica por qué las orcas mayores dejan de tener descendencia, y es que pierden la competición contra sus hijas».
Un hallazgo que puede extrapolarse, incluso, a la evolución humana. El conflicto reproductivo que viven las diferentes generaciones de orcas también pudo darse en los orígenes de Homo sapiens. La evolución favorecería a las hembras jóvenes que invierten más esfuerzos en reproducción, mientras que las hembras mayores, más próximas a los miembros de la familia de la misma edad, dedicarían sus esfuerzos a labores colaborativas de la familia. Una hipótesis que ahora parece cumplirse en el caso de las orcas, que pueden alcanzar los 90 años de edad.
Ahora, el objetivo de los investigadores se centra en comprobar los patrones de comportamiento adoptados por hembras mayores y jóvenes a la hora de la crianza. Un equipo de la Universidad de York tiene la intención de introducir drones para obtener una «vista de pájaro»” para observar cómo la forma de actuar de hembras jóvenes y mayores interviene en la supervivencia de las crías. Un estudio empírico que serviría para corroborar la hipótesis del conflicto reproductivo.
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