Maximiliano Vega, dueño del barco artesanal “Don Toribio”, dijo que “el problema ecológico es grave y no debería pasar”. Pero explicó que los buques no pueden ingresar a puerto con su capacidad excedida. Tampoco puede haber traspaso entre las naves porque lo prohíbe la Prefectura.
Aún no hay explicación oficial sobre lo que periódicamente ocurre en Playa Unión. Solo teorías sobre las causas que provocan que aparezcan gran cantidad de residuos sobre la costa como langostinos, cajones de pescado y otros elementos de la actividad pesquera.
Maximiliano Vega es propietario de un barco de la Flota Artesanal, el “Don Toribio”, y reconoce que el langostino que aparece en la arena es el que los mismos barcos tiran porque sobrepasan la cantidad de pescado permitida y lo que pescan en exceso no pueden ingresarlo a puerto. “El problema desde el punto de vista ecológico es grave y no debería pasar”, afirma Vega, pero “entiendo que es un problema al que no le vemos solución porque además hay una ley de pesca por la cual está prohibido arrojar pescado y desechos al agua”.
Según el empresario son desechos que se generan como descarte de los barcos que terminaron su tarea en la zona de pesca y llegan hasta la rada a terminar de encajonar el langostino. La razón por la cual tiran esta mercadería es que, según Vega, “los barcos salen con una cierta capacidad, con un manual de carga que dice qué cantidad de carga puede traer. Por eso hay barcos que salen con 300 cajones o 1.000 en un barco grande”.
“Cuando pescan no hay forma de calcular, sobre todo esto se genera en el último lance. Supongamos que el barco está completo o le faltan 50 o 100 cajones y tienen que hacer un lance más para completar la carga. Ese lance es muy difícil de calcular, más con la cantidad de pescado que generalmente se da aquí en Rawson. No sabés si van a venir esos 50 cajones o 150 cajones. Y ahí es donde, una vez que llenaron los cajones, les queda un excedente y se genera el problema. El dilema es que no se puede arrojar el pescado al agua porque eso pudre el fondo del mar, pero el barco tiene prohibido traer más carga de la que está permitida, entonces si quedaron 30 o 40 cajones de excedente, no lo podés ingresar al puerto. ¿Entonces qué hacen con ese pescado? Generalmente se tira al agua, porque no se puede traer”.
Vega reconoce que la misma suerte corren los peces arrastrados con las redes junto a los langostinos. Se tira todo.
El empresario hace la salvedad de que hay pescados que se deben descartar porque no son para el consumo, pero si se diera la posibilidad de juntar, por ejemplo, “uno o dos cajones de gallo, se podrían traer tranquilamente pero vienen unas especies como la lacha o bogavante que no es comestible y eso se descarta”.
Otra posible solución sería entregarle a otro buque que aún no terminó de completar su carga el langostino que se pescó en exceso. Pero esto es descartado por el propietario del barco porque también es una maniobra prohibida por Prefectura. “Es muy riesgoso en alta mar poner dos barcos juntos para pasarse el pescado”.
“No sé cuál es la solución, porque traerlos no está permitido y tirarlo tampoco. Pero si está arriba del barco, algo se debe hacer”, afirma el empresario.
Es algo habitual en la actividad pesquera arrojar lo que sobra pero ahora se hizo más visible en la arena de Playa Unión porque los cardúmenes están muy cerca de la costa. “Entonces los barcos en el último lance se vienen hasta la rada para esperar para entrar y ahí terminan de hacer la faena y ese sobrante en vez de arrojarlo afuera, ha quedado en la rada. Además días atrás hubo mucho pescado y los barcos estuvieron acá muy cerca trabajando”.
No sólo llegan a la costa residuos de pescado e insumos de pesca sino que en estos días también se recolectaron decenas de cajones de pescado de plástico negro, de un valor importante de mercado y la gran mayoría en perfectas condiciones.
Según Vega, el tema de los cajones que salen a la costa se genera al momento de la descarga en el muelle. “En el armado del pesquero, muchas veces se tiran los cajones al barco de una forma que muchos cajones van al agua y el río, entonces, de acuerdo a cómo sea la marea los lleva río arriba o los saca al mar”.
La consulta es quién es el encargado de controlar que no se arroje pescado al mar y se evite la pérdida de cajones. Vega aclara que hay personal encargado de controlar la actividad en los buques: el observador a bordo. Pero no hay personal para estar en todos los barcos, por eso rotan. El observador a bordo “es quien controla que no tiren desperdicios al agua pero no hay en todos los barcos. Por eso es una cuestión de conciencia personal que no se arrojen desperdicios”.