La Luna se está reduciendo paulatinamente, causando arrugas en su superficie y temblores, según un análisis de imágenes capturadas por la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO).
Un estudio de más de 12.000 imágenes reveló que la cuenca lunar Mare Frigoris, cerca del polo norte de la Luna –una de las vastas cuencas consideradas sitios muertos desde un punto de vista geológico– está agrietándose y cambiando.
A diferencia de la Tierra, la Luna no tiene placas tectónicas. En cambio, su actividad sísmica ocurre a medida que pierde calor lentamente de cuando se formó, hace 4500 millones de años. Esto, a su vez, hace que su superficie se arrugue, como una uva que se convierte en una pasa.
Ya que la corteza lunar es frágil, estas fuerzas causan que su superficie se rompa a medida que el interior se contrae, dando lugar a las llamadas fallas de empuje, donde una sección de la corteza se empuja sobre una sección adyacente.
Como resultado, la Luna se volvió alrededor de 50 metros más “delgada” en los últimos cientos de millones de años.
Los astronautas del Apolo comenzaron a medir la actividad sísmica en la Luna en los años 60 y 70, lo que permitió descubrir que la gran mayoría de movimientos ocurrieron en lo profundo del interior del cuerpo, mientras que un número menor estaba en su superficie.
El análisis se publicó en Nature Geoscience y examinó los sismos lunares superficiales registrados por las misiones Apolo, con lo que pudo establecer vínculos entre ellos y rasgos de superficie muy jóvenes.
“Es bastante probable que las fallas aún estén activas hoy”, dijo Nicholas Schmerr, profesor asistente de geología en la Universidad de Maryland, quien es coautor del estudio. “Con frecuencia no se ven tectónicas activas en ningún otro lugar que no sea la Tierra, por lo que es muy emocionante pensar que estas fallas aún pueden producir terremotos en la Luna”.
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