Máximo Kirchner, junto al camporistas Wado De Pedro.
CFK digitó las listas de senadores. Máximo y Wado De Pedro fueron el último filtro. Pelea con gobernadores y enojo de intendentes.
Cristina Kirchner habló 25 minutos sobre Diego Bossio. Nunca bien. Fue durante la charla que mantuvo con Sergio Massa y reflejó la dimensión del entripado que la ex presidente tiene con quien fue su jefe de ANSeS.
Bossio, ahora espada de Sergio Massa, no quedó en las boletas del Frente de Todos porque al tigrense, luego del poema fatal de Cristina, ni se le ocurrió incluirlo como candidato.
El #EsConTodos que militó el kirchnerismo en los últimos meses no fue al final -más allá de maldiciones y dones de Bossio- tan con todos. Máximo Kirchner y Eduardo «Wado» De Pedro, sentados en el Instituto Patria, fueron el filtro definitivo de las listas.
Ejecutaron la hoja de ruta que bajó Cristina. Alberto Fernández, el candidato presidencial, apenas pudo intervenir en algunos entuertos: incidió en el acuerdo porteño, cinceló la aventura de Matías Lammens y la diputación de Fernando «Pino» Solanas aunque la butaca más apetecible fue para el camporista Mariano Recalde.
Esa «concesión» respondió a una lógica híper K: enfocarse en las butacas del Senado, por lo que además de Recalde, Cristina pulseó en todas las provincias para meter a sus dirigentes preferidos.
Oscar Parrilli, edecán cristinista, competirá por Neuquén en desmedro de Darío Martínez, un diputado camporista que se instaló como figura joven.
Martín Doñate, diputado nacional de La Cámpora, encabezará por Rio Negro seguido de Silvia Larraburu -que está en el bloque K- mientras que Matías Rodríguez, otro diputado camporista, encabeza la tira de Tierra del Fuego.
Martín Soria, ex candidato a gobernador, tuvo que bajar a diputado y Rosana Bertone, que perdió la gobernación, quería ir al Senado pero le cedieron una banca en la cámara baja.
Alberto F. era mirado por los gobernadores y los intendentes como un posible garante y contrapeso que limite la «voracidad» K en el cierre de listas. El dibujo final no parecía que lo haya logrado de manera sustanciosa.
«Alberto está como Néstor en el 2003: tiene que aceptar lo que sea», apunta un dirigente que lo rodea y defiende que no haya tenido más protagonismo.
En el planeta K, la defensa de la centralidad K -que comparte algún gobernador- es que «los votos son de Cristina» y los lugares entrables los aporta ese caudal de votos.
El argumento anexo, nota al pie, es que al peronismo le corresponden lugares «expectantes» porque es una especie de premio para que se esfuercen para que entren sus dirigentes. Hay, como en toda explicación política, bastante de cinismo.
El planteo más común en el mundo PJ es que La Cámpora volvió a ser lo que nunca dejó de ser: un sistema cerrado que prioriza a los propios incluso por encima de la competitividad del espacio.
El viejo refrán del la naturaleza del escorpión»Es con todos, con todos ellos», chicaneó, molesto, un peronista que siguió de cerca el cierre de listas para graficar el regreso de un fantasma: la pelea entre La Cámpora y el peronismo por el reparto de espacios.
La lapicera, el final, estuvo alojada en el Patria aunque el trámite final pueda ser en las oficinas de la calle Matheu adonde fue incesante el desfile de dirigentes para pedir número y nombre para participar de las primarias.
El viernes a la tarde, según el registro de los apoderados, había más de 500 presentaciones para participar de las PASO del Frente de Todos.
Una explicación: salvo Consenso Federal, bastante desdibujado y poco atractivo para el peronismo, no había otras ventanillas donde el PJ pueda ir a anotar sus candidatos.
El embudo, esta vez, fue más chico y brutal que años anteriores cuando existía la oferta del Frente Renovador de Sergio Massa.
Hubo más sectores y menos espacio porque la tira a repartir es más corta que la de la última vez que todo mayoritariamente le peronismo estuvo unificado: en 2011 cuando, incluso, existía la ventanilla De Narvaez.
Salvo excepciones, casi no hubo lista nacional donde La Cámpora una figura propia, pura, en los lugares más visibles y salibles: Mendoza (Marisa Uceda), en Tucumán (Mabel Carrizo), Marcos Cleri (Santa Fe), Gabriela Estevez en Córdoba o, por citar algunos, Carmina Besga (La Pampa).
Hubo batallas durísimas. En Entre Ríos, Gustavo Bordet forcejeó y en Chaco, Domingo Peppo amagaba con una PASO. En Salta, Javier David y Sergio «Oso» Leavy se prometían una primaria por el Senado que resolvería, también, la candidatura a gobernador del peronismo salteño.
Hay, claro, gobernadores en las boletas: Lucía Corpacci, que no reelegirá -y deja el lugar para Raúl Jalil- irá de primera diputada y Sergio Casas, en La Rioja, encabezará la boleta del Frente de Todos: en esa provincia, se votará el 27 de octubre.
Por PABLO IBÁÑEZ