El Real, con su alineación tan vista de estos años pero apiñado como casi nunca, derrota al Celta tras un partido convincente sellado con tres grandes goles.
Un Real con los de toda la vida dejó en Vigo una divisa inesperada: con tal compromiso, este Madrid aún no está apolillado. Frente al Celta, emergió un equipo que fue un consorcio, convincente. Un equipo que tuvo respuestas con el viento a favor y cuando el partido se le pudo torcer, como tras la expulsión de Modric poco antes de la hora. Salvo Odriozola, momificado por el pujante y renacido Denis Suárez, no hubo madridista que diera el cante, ni mucho menos. Todos hicieron sus deberes, sin espantadas. Y no solo hubo abnegación. Tres golazos plenos de virtuosismo sellaron su despegue en Balaídos tras una pretemporada con estrépitos y un inquietante rastreo del mercado de compras y ventas. Los que dimitieron el curso pasado, dieron un estirón a la primera, así lo reseña El País.
Tan intrincado es el fútbol que Zidane, el mismo que en marzo dijo que cambiarían muchas cosas, partió en Vigo con una alineación que bien pudo haber alistado Carlo Ancelotti. Tan de otro tiempo que al italiano ya le relevaron Benítez, Zidane I, Lopetegui, Solari y Zidane II. Salvo Courtois, Odriozola y Vinicius, el resto de los titulares en Balaídos fueron tutelados por Ancelotti. Y tan enrevesado es el tinglado del fútbol, que, de entrada, nadie envidó mejor para ZZ que Bale, por el que el francés suspiró este mismo verano porque se fuera lo antes posible.
Llagado por un verano más bien calamitoso y con el técnico francés contrito por los que no están y por los que quedan, el Madrid no se demoró en Vigo. Durante la mayor parte del choque fue un equipo firme. Al estupendo arranque de Bale, se fueron sumando Courtois y Kroos —capitales tras la roja a Modric— y nunca bajaron del notable Casemiro, Benzema, Ramos y Marcelo. Un Madrid mosquetero del que no hubo rastro la pasada campaña. Demasiado para un Celta que estuvo cerca de igualar por dos veces, pero se lo impidieron el VAR y Courtois.
Resulta que Bale, un tiro al aire, se sintió tan a gusto en la soleada tarde viguesa, que entró al partido como un cohete. Él, tan remolón en tantas ocasiones, puso al Madrid en órbita antes del cuarto de hora. Mientras los locales reclamaban una falta de Casemiro a Fernández, Bale le hizo un nudo a Costas y dio una precisa asistencia doble, porque llegaron al alimón Vinicius y Benzema. Embocó el galo.
En ventaja, el Madrid administró con tino el partido. Bloqueó al Celta por el embudo —yacimiento de Aspas, Brais, Denis— con la aplicación de Casemiro, Modric y Kroos. Y por las bandas aceptaron el tajo Vinicius y Bale. Amenazante el galés, menos excitante que el pasado curso el brasileño. Armado y remangado el Madrid, el Celta solo daba puntadas con Denis Suárez, que pronto comenzó a torturar a Odriozola. Varane, con la uña, evitó el empate de Fernández y luego se interpuso Rubén ante disparos de Modric y Bale.