«En el colegio de los curas me obligaban a cortarme el pelo muy cortito y sufría discriminación por el color de mi piel, pero de grande aprendí a defender mi raza y a no cortarme nunca más el pelo”
Estas palabras de Víctor Walter Aviles, resumen gran parte de su vida con 61 años ya. En esa larga cabellera libre de toda atadura, que supo ser negra azabache y que los años van tiñendo en grises y blancos, Víctor centra toda su historia.
Es peluquero desde hace 41 años y hace 33 que trabaja en el salón de su fiel amigo, Juan Mercado, que en tiempo de vacas flacas lo llevó a trabajar con él, “sólo por una semana”.
Víctor Avilés sabe estar arriba de un escenario recitando poemas, cantando o presentando espectáculos folclóricos con grandes artistas nacionales, pero también supo estar lejos de esas luces: en las chacras juntando manzanas del suelo, atar viñas, vender diarios, sufrir la pobreza y la discriminación o escapar de los palos de la dictadura militar en la década del ´70.
Nació en Roca, tiene dos hermanos directos (Eduardo y Gladys), que se suman a otros siete que tuvieron por separado tanto su papá como su mamá.
El asegura que por sus venas corre una mezcla de sangre Mapuche, Tehuelche y de gringos. “Yo soy un mestizo de sangre huinca y de pueblos originarios”, afirma.
Cuenta que de chico iba al colegio San Miguel, donde no se podía tener pelo largo, por lo que se lo cortaban muy cortito. El color de su piel y sus rasgos eran motivo de discriminación de parte de “los chicos que venían del pueblo”, pero que cada vez que ellos se metían en problemas, buscaban al chico indio que los ayudara.
“La última vez que me corté el pelo fue en el ´78. De chico decía que cuando fuera grande nunca me cortaría el pelo, porque en todos lados donde iba me decían que no podía tener el pelo así. Incluso perdí de trabajar en muchas empresas por no querer cortarlo”.