Todo cruce de este calibre siempre es especial. Más allá de los intérpretes y los numerosos recambios que tengan unos y otros, estaba claro que Bocay San Lorenzollegaban al clásico y al encuentro más importante de la séptima fecha como ellos pretendían: primero y segundo del torneo hasta que comenzó la fecha, nada menos que con la cima de la Superliga en juego. Oficio y oportunismo, una fórmula que parece patentada por el Boca de Gustavo Alfaro , le permitieron a los xeneizes ganar por 2-0 con goles de Lisandro López y Jan Hurtado. Los visitantes mostraron una vocación más decidida para defender la vanguardia y completaron una sólida producción en el Bajo Flores.
Había mucho en disputa en la tarde del Nuevo Gasómetro, que ofrecía el ansia de siempre, la adhesión inalterable. No sólo aparecía en escena la batalla por figurar en lo más alto. Esteban Andrada, por caso, era uno de los nombres a seguir, y se fue del estadio como llegó, sin recibir goles. El exLanús mantuvo su valla invicta en 33 de los 48 partidos que disputó, y hasta hoy suma 1049 minutos sin recibir tantos en partidos consecutivos.
El partido, entonces, ya tenía suficientes condimentos. En Boedo se vive la expectativa del conjunto que se esmera por crecer, y tuvo un interesante despertar el clásico. La actitud de San Lorenzo, apoyada en el impulso de darle caza a Boca, fue buscar el compromiso desde el primer minuto. Claro, en ese arranque fue con apuros, pocas ideas, y en la ofensiva careció de profundidad.
En el primer tiempo cada uno había tenido su momento. Los dirigidos por Juan Antonio Pizzi exhibieron lo mejor cuando se conectaron los hermanos Romero, movedizos y dándole amplitud al equipo. Aunque promediando el primer tiempo Boca le quitó la pelota a su rival y llevó peligro en cada centro a cargo de Alexis Mac Allister, uno de los responsables de dejar al desnudo las desinteligencias defensivas del equipo local. La primera polémica de la tarde llegó a los 21 minutos, cuando Franco Soldano conectó un cabezazo y Mauro Vigliano -de mal desempeño- le anuló el gol por un offside que no existió.
El partido se hizo abierto, es cierto, pero perdieron en la sucesión de equivocaciones. Una de ellas lo tuvo como protagonista a Nicolás Capaldo, que no pudo empujar a la red una situación muy favorable debajo del arco. Hasta que a los 44 minutos llegó la apertura del marcador: otro córner de Mac Allister encontró esta vez a Lisandro López, que ganó en el aire con soltura. El zaguero central, clave en la pelota detenida, anotó su quinto gol vestido con la camiseta azul y oro.
El gol de Hurtado
Desde ese momento, Boca hizo todo lo que sabe hacer en estas oportunidades para administrar la ventaja. Más ordenado y prolijo que su rival, el equipo de Alfaro demostró tener mayor capacidad de generar peligro. Siempre le costó menos aproximarse. Aprovechó de manera correcta los extremos, con oficio e inteligencia para manejar los tiempos.
El Ciclón, en tanto, fue un manojo de nervios en el segundo tiempo. Se apagaron los hermanos Romero y Pizzi apostó con el doble 9 tras el ingreso de Adolfo Gaich, pero poco pudo hacer el juvenil. El conjunto local no tuvo ni claridad ni fuerza para alcanzarlo a Boca en el marcador. Apenas un cabezazo de Ángel Romero en el cierre incomodó a Andrada.
El mérito de Boca, también, estuvo en que fue por más. Creció Emanuel Reynoso. Con el despliegue de Capaldo e Iván Marcone en el medio, justificó su victoria en la solidez y el equilibrio de su formación. Ejercieron dominio territorial. Y contó con la pericia y pimienta en ataque para cerrar el compromiso con una mayor tranquilidad. Jan Hurtado, en tiempo de descuento, sumó su primer tanto para la entidad de la Ribera.
Los últimos minutos de juego sirvieron para reafirmar la condición de líder de Boca. Confía en su libreto. No hubo lujos, pero fue un justo vencedor. No es casualidad que no recibió goles en sus siete presentaciones por el torneo doméstico, por lo que Andrada dejó atrás la marca de imbatibilidad de Mario Cejas en el inicio de un torneo de primera división. Del otro lado, a San Lorenzo le quedó un sentimiento de frustración. Deslucido, sin ideas, su presentación fue, más que nada, un toque de atención para todo el pueblo de Boedo, informó La Nación.