Machu Picchu, la gran obra maestra de la arquitectura construida por los incas en Perú, aún guarda muchos secretos. A los científicos les sigue intrigando por qué fue erigida en un lugar casi inaccesible, pero un nuevo estudio revela pistas que ayudarían a encontrar una explicación.
La imponencia de Machu Picchu sigue intacta casi seis siglos después de su construcción, una hazaña arquitectónica que podría ser aún mayor, según los resultados de una nueva investigación geológica.
El sentido común diría que el lugar indicado para levantar una ciudad sagrada, símbolo del poderío de un imperio, sería un terreno plano y estable que ofreciera cimientos firmes.
Un nuevo estudio publicado por la Sociedad Geológica de Estados Unidos, sin embargo, sugiere que los incas decidieron construir este santuario justo en un lugar donde se encuentran varias fallas geológicas.
«La ubicación de Machu Picchu no es una coincidencia», dijo en un comunicado Rualdo Menegat, geólogo de la Universidad Federal Rio Grande do Sul de Brasil y autor de la investigación.
¿Cómo llegó Menegat a esta conclusión y por qué cree que explica la grandeza de Machu Picchu?
Una red de fallas
En medio del Valle Sagrado de los Incas, Machu Picchu se alza entre los Andes a una altura de 2.430 metros sobre el nivel del mar.
Y esa es una pregunta que siempre ha intrigado a los investigadores: ¿por qué los incas construyeron esta joya arquitectónica en un lugar casi inaccesible?
Para buscar pistas, Menegat utilizó imágenes satelitales y mediciones en campo, con las cuales mapeó un densa red de fallas y fracturas en el terreno sobre el cual se levantó la ciudad.
Los datos de Menegat muestran que estas fallas varían desde grietas en algunas piedras, hasta líneas de 175 km de largo que demarcan algunos de los valles de los ríos que rodena la zona.
Varias de estas fracturas coinciden con las principales fallas que dieron origen a las montañas de los Andes centrales durante los pasados 8 millones de años.
Algunas de las fallas van en sentido noreste-suroeste y otras tienden a ir de noroeste a sureste, formando una X en cuyo centro está Machu Picchu.
Los análisis de Menegat muestran que varios edificios, escaleras y sectores urbanos de Machu Picchu, así como los campos de agricultura que la rodean, se construyeron siguiendo la orientación de estas fallas en X.
«El diseño claramente refleja la matriz de fracturas que subyace la ciudad», dice Menegat. Este patrón también se ha observado en otras antiguas ciudades incas como Ollantaytambo, Pisac y Cusco.
Rocas fracturadas
Debido a las fallas, el terreno ofrecía a los incas grandes cantidades de rocas fracturadas que se desplazaban luego de un terremoto.
Eso, según Menegat, les facilitó el trabajo, pues las piedras ya estaban debilitadas y era más fácil tallarlas.
Hoy en Machu Picchu se pueden apreciar piedras que están encajadas de manera tan precisa que es imposible insertar una tarjeta de crédito entre ellas.
Pero esa no fue la única ventaja que las fallas y las fracturas le trajeron a los incas. Según Menegat, la red de fisuras también sirvió como un suministro de agua.
«Las fallas tectónicas del área canalizaron agua de deshielo y agua de lluvia directamente hacia la ciudadela», dice el geólogo.
En tiempos de lluvia, las fracturas servían para drenar el lugar. Menegat explica que las fracturas preexistentes ahorraron esfuerzos en la construcción de canales.
Otros expertos en la cultura Inca sostienen que la ubicación de Machu Picchu está relacionada con sus creencias religiosas, así como la necesidad de ubicarse en una zona alta que los protegiera de enemigos guerreros.
El gran centro administrativo, político y espiritual de los incas aún guarda muchos misterios, pero para Menegat por lo menos hay uno que ya está resuelto.
«Machu Picchu nos muestra claramente que la civilización inca era un imperio de rocas fracturadas», concluye el geólogo, informó La Nación.