«Holaamore. Donde estés, quiero decirte que te extraño», escribió en 2017 de puño y letra, en el inicio de una carta, Pierina Sosa. El destinatario era Fito, su marido, fallecido un año antes. Junto a sus dos hijos y atravesados por el duelo, puso el escrito en una bolsita para freezer, adentro de una botella de plástico, y la lanzó al mar en Caleta Córdova, una playa ubicada en el norte de Comodoro Rivadavia.
Dos años y dos meses después, en mayo último, recibió un mensaje escrito en inglés en la casilla de correo que había puesto como contacto al pie de la carta: «Hola. Mi nombre es Stephen Hockey y soy de la ciudad de Mount Gambier, en el estado deAustralia del Sur».
El mensaje agregaba: «Hoy temprano, mientras caminaba por la playa de Browns Bay, a unos 20 kilómetros del monte Gambier, noté una botella en la playa que claramente contenía algo más que agua y aire. Parecía que tenía lo que llamamos una bolsa de congelador. Supuse que la bolsa del congelador podría contener algo más. Al abrirlo, encontré una nota que usted y otros miembros de su familia parecen haber escrito en marzo de 2017. Mi conocimiento del idioma español no es bueno, pero parece ser una hermosa carta para un ser querido fallecido».
Al final del mensaje había una foto con la prueba: sobre un asiento, la carta que dos años antes había lanzado junto a sus hijos desde una solitaria playa en el sur de laPatagonia.
Stephen puso en su primer contacto: «Su dirección de correo electrónico apareció en la parte inferior de la carta, así que pensé que me podía poner en contacto. Puede que haya pasado el tiempo y el tiempo hasta cierto punto cura las heridas, pero acepte mis condolencias por su pérdida».
Pierina Sosa escribió la carta junto a sus hijos, Gonzalo y Romina, en marzo de 2017, cuando se cumplía un año de la muerte de Rodolfo, su esposo y padre de ambos chicos. Lo hicieron en la semana de la muerte de Fito, como le decían familiares y amigos.
La carta fue parte del ritual de despedida y dolor que atravesó a la familia. Antes de morir, Rodolfo le dijo a Romina, su hija, que por entonces se preparaba para festejar sus 15 años: «Escuchá esta canción de Coldplay. esta es la canción que más me gusta».
Un año después, ella escribió parte de esa canción en un pequeño manuscrito que, junto a Pierina, su mamá, y Gonzalo, su hermano mayor, tiraron al mar en el interior de una botella de plástico cubierto por una bolsa.
«Sé que no querías irte, porque tenías aún muchos proyectos por cumplir», escribió entonces Pierina, de 55 años y actualmente docente jubilada en Comodoro.
Rodolfo y Pierina vivieron juntos. Cuando se conocieron él estaba separado y tenía tres hijos. Juntos formaron una familia y así llegaron Gonzalo y Romina. Activo, amable y buen padre, Rodolfo era distribuidor y le gustaba la pesca. En 2016 la familia se preparaba para celebrar el cumpleaños número 15 de la adolescente cuando ocurrió la desgracia. Pierina recuerda esos días como si hubieran ocurrido ayer. Romina y Gonzalo también.
Cuentan que esa semana de marzo, Rodolfo llevó a Romina todos los días al colegio, y en uno de esos tantos viajes le dijo de la canción. Luego vino lo peor: un ACV hemorrágico que le terminó quitando la vida.
El 3 de marzo de 2017, día en que se cumplió un año del fallecimiento de Rodolfo, Pierina decidió escribir la carta como un paso más del duelo. «Uno trata de que los chicos sufran lo menos posible, trata de sobrellevar la pérdida desde otro lugar; desde los buenos recuerdos, desde las cosas vividas», aseguró.
La carta, sin embargo, hizo un recorrido que ni la propia familia se hubiera imaginado. En diálogo con LA NACION, Stephen relató: «Encontré la botella una mañana fría y ventosa a 15 metros de la orilla del mar. Noté que tenía algo adentro y sentí curiosidad. Me tenté para ver qué había adentro. Vi la bolsa y la carta».
«Vi el mensaje, pero no lo entendí porque estaba en español. Reconocí el idioma. Lo miré mucho y vi la fecha. Me di cuenta de que había estado navegando mucho por el mar. Cuando llegué a mi casa recién pude saber cuál era el mensaje», agregó.
Desde Comodoro, Pierina contó: «Yo creo que es una manera de que uno no se olvide de la persona, y que pueda hacer el duelo más llevadero. Entonces, como se cumplía un año, me acuerdo que ese día fuimos a almorzar con mi familia, mi mamá y mi hermano, y luego nos volvimos a casa y le dije ‘nos vamos a ir a la playa’, a Caleta Córdova. Les dije que nos íbamos a sentar un ratito, porque a papá le gustaba mucho la playa o ir a pescar en lago, y esa iba a ser nuestra forma de recordarlo».
La familia llevó una botella de Gatorade, que estaba arriba de la mesa. Entonces Pierina les dijo a sus hijos que escriban un mensaje en una hoja. Luego metieron la hoja dentro de una bolsa, después la bolsa dentro de la botella, y la arrojaron al mar.
Pierina recuerda que Romina no quería arrojar la botella para no contaminar. Sin embargo, esta no era cualquier botella, y decidieron hacerlo. «En realidad, lo hice porque a veces estas cosas que te suceden te enojan con las cuestiones de creencia, y mi hija estaba muy enojada con Dios, porque se llevó su papá. Entonces le dije: ‘Vamos a hacer una cosa, vamos a llevar esta botella con lo que ustedes escriban, y si esta botella alguien la recibe, eso les va a dar una respuesta. Eso va a querer decir que en algún lugar donde este tu papá, él te va a hacer notar que sabe lo que ustedes le pusieron en la hoja. Y por otro lado que Dios existe'».
El mail de mayo último le dio otro giro a la historia. Pierina y Stephen continuaron el contacto. Se mandaron fotos de sus respectivas familias, pese a las barreras del idioma. En el primer contacto, Stephen le había escrito: «Me encantaría saber la historia del viaje de tu carta. Estoy más que feliz de devolvértelo si puedo. Está fechado en marzo de 2017. ¿Fue cuando se arrojó al océano? ¿Puedes recordar dónde lo dejaste caer en el océano? Espero que tu inglés sea mejor que mi español y puedas leer esto bien. Me encantaría saber de usted».
LA NACIONmantuvo contacto con Stephen en un intercambio de mensajes por correo electrónico y a través de Facebook, en un perfil en donde muestra su vida en un pequeño pueblo de 25 mil habitantes de Australia.
«Encontrar la botella fue un momento brillante. En la playa donde encontré este mensaje es adónde voy a tomar un poco de aire fresco, escuchar música y despejar mi cabeza de todos los problemas. Siempre busco tesoros en la playa entre las conchas marinas, pero un mensaje como este resalta lo enorme que es el planeta y el poder del océano», relató.
En diálogo conLA NACION, agregó: «Sin duda hay algo bueno en este mundo pese a los problemas que enfrentamos. Hay historias de amor que brillan y encienden una luz entre todos los problemas. Con todos los problemas que como personas enfrentamos hay historias de amor que brillan, a pesar de que esa historia de amor tenga algo de oscuridad».
«Esta no es la primera vez que encontré un mensaje en una botella. Hace muchos años encontré otra, en otra ciudad. Yo era un niño. Pero esa historia no es tan interesante como esta», dijo.
El correo de respuesta a la carta llegó a la casilla de Pierina el pasado 19 de mayo. La docente recuerda que estaba en un evento de Romina cuando decidió chequear el correo electrónico. Le llamó la atención que estuviera en inglés y comenzó a mirarlo sin entender su contenido. Hasta que vio la hoja que ellos habían escrito en el asiento de un auto.
Con un traductoronlineentendió lo que decía. «Stephen me contaba que iba corriendo y que de repente vio una botella en la playa que iba y venía. Le llamó la atención porque vio que algo tenía adentro. Él dice ‘no era solamente una botella, tenía un nylon, y cuando me acerqué me di cuenta de que no solamente era una bolsa de nylon, sino que había algo más'».
«Cuando lo leí en ese momento, no podía creer lo grande de haber llegado desde acá hasta Australia, el trayecto que hizo esa botella. Pero sinceramente yo pensé ‘que llegue aunque sea a Rada Tilly’, porque mi hija tiene que ver esto. Pero nunca imaginé que iba a llegar a Australia. Esto nos ayudó mucho a resolver el duelo y esto es muy personal, pero es real que las personas que se van de alguna u otra manera siguen estando, y el mensaje importante es brindarles a los chicos la fe, el amor, la fuerza de eso».
«Te amaré siempre y serás lo mejor que me pasó en la vida», le escribió Pierina a Rodolfo en la carta lanzada al mar. La vuelta de la historia le trajo una respuesta. Para Pierina, la de Stephen «fue una actitud de amor universal». Tomó el mensaje y lo respondió, sin tomar dimensión de la importancia que tenía en un duelo todavía abierto.