La Iglesia católica fue un actor central en la pueblada que terminó en el freno al proyecto minero en Mendoza y amenaza con convertirse en un obstáculo importante para la idea de Alberto Fernández de darle un fuerte impulso a la minería, a la que considera una fuente de recursos clave.
El arzobispo mendocino Marcelo Colombo fue una de las voces más fuertes en contra de la habilitación de la minería y contó con el respaldo de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA). El actor en las sombras detrás de esta reacción de la Iglesia local es el Papa Francisco, un crítico de la actividad.
El caso Mendoza podría ser el inicio de un cortocircuito entre el Vaticano y el gobierno argentino, que apuesta a fomentar la minería para conseguir dólares y reactivar la economía. Alberto Fernández había respaldado públicamente la ley mendocina y también empuja un cambio en la legislación de Chubut, la única provincia donde la minería sigue prohibida. La Iglesia de Chubut, a través de la diócesis de Comodoro Rivadavia, ya avisó que también se opondrá a los planes del gobernador Mariano Arcioni para habilitar la actividad.
La reacción del obispo de Mendoza (que ayer en una reunión con el gobernador Suárez redobló la apuesta y pidió la derogación de la ley minera) y la advertencia de la diócesis chubutense no son posturas aisladas. Expresan la posición de la conducción nacional de la Iglesia, que no es otra que la del propio Papa Francisco.
La cúpula nacional de la Iglesia ya le había hecho saber a Fernández su rechazo a la política minera. En la reunión de la semana pasada en la Casa Rosada, los obispos de la CEA le agradecieron al Presidente por haber mencionado la encíclica «Laudato SI» en su discurso de asunción pero le remarcaron que el eje central de ese texto del Papa Francisco es «el cuidado de la casa común», como se refiere a la protección del medio ambiente.
Justamente, uno de los textos citados en la encíclica «Laudato SI´» es una carta de 2009 de un grupo de obispos de la Patagonia argentina contra las mineras, que ahora fue reflotado para rechazar el proyecto de Arcioni. «Al cesar sus actividades y al retirarse, (las empresas) dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de la agricultura y ganadería local, cráteres, cerros triturados, ríos contaminados», dicen los obispos citados por Francisco.
La posición del Papa contra la minería contaminante quedó más clara en un reciente discurso en el Vaticano. Allí pidió «un cambio de paradigma» en la actividad y dijo que hasta ahora ha sido parte de un modelo económico «voraz, orientado a la ganancia, con un horizonte limitado y basado en la ilusión de un crecimiento económico ilimitado».
El rechazo del Papa y la Iglesia a la minería podría complicar los planes de Alberto de impulsar «el modelo San Juan» en otras provincias, algunas muy necesitadas de fondos como Chubut. El caso de Mendoza dio un indicio de lo que podría ser la tensión entre políticos y religiosos: el gobernador Suárez acusó al obispo Colombo de oponerse a la ley «sin ningún fundamento», informó La Política Online.