En la historia secreta de la animación, si es que algo así existió nunca, Gene Deitch ostenta con honor y poderío un lugar de excepción. Los fans de ‘Tom y Jerry’, o los fans ortodoxos para ser precisos, le odian. El resto, una inmensa minoría, le adora. Entre 1961 y 1962, ya establecido en Praga, recibió el encargo de la ya todopoderosa Hanna and Barbera de continuar la serie del gato, grande, obsesivo y, admitámoslo, encantador, y el ratón, pequeño, listo y, justo es reconocerlo, sádico. Deitch tenía, para rizar el rizo, que completar el doble de cortos de los habituales con la mitad del presupuesto. Y, probablemente, donde el resto de los mortales habríamos visto una ocasión perfecta para el suicidio, él vio una oportunidad para el suicidio también, pero bello. Bellísimo incluso.
Los 13 cortos completados poco o nada tienen que ver con la serie iniciada en 1940 y que, tras él, continuaría Chuck Jones. Si uno se acerca a la edición remasterizada de 2015, verá que el dibujo esquemático se acopla a martillazos con una animación discontinua y una música electrónica esquinada de Stepan Konicek. Además, los personajes abandonan el hogar americano y se trasladan al exterior. De repente, un símbolo americano era reconvertido en sabe dios qué revolución inconsciente. Y cuando aún no ha salido del estupor casi cubista, digámoslo así, creado por Deitch no dará crédito a la transformación que viviría el modo de tratar una violencia no homologable en los estándares de los dibujos para los niños antes de ‘South park’.
Deitch capitaneaba un equipo en la antigua y roja Checolosvaquia que poco o nada sabía de las criaturas a las que daban vida. El animador creía ver en los dos personajes una especie de encarnación bíblica de las figuras de David y Goliat, y con un tono entre surrealista y simplemente extraño redibujó a los personajes para desesperación de, entre otros, el jefe de producción de MGM, que fue despedido. Eso no impidió que la serie fuera un auténtico éxito entre los gritos de todos los seguidores que vieron en el atrevimiento de Deitch una auténtica herejía. Por entonces no existían las redes sociales y no pasó nada que no solucionara una carcajada.
Pues bien, Deitch murió la semana pasada en Praga, el jueves, a los 95 años. Se desconocen las causas de la muerte. Simplemente, su cadáver fue encontrado en su apartamento.
Más allá de la gloria ruidosa de Tom y Jerry, en la filmografía de este genio nacido en Chicago en 1924 lucen sus trabajos para otra serie mítica, ‘Popeye‘, de la que se ocupó entre 1960 y 1963. En este caso sin ningún conflicto digno de recuerdo o escándalo. La gloria, por así decirlo, le llegaría con el corto ‘Munro‘, que en 1960 precedía a la proyección de ‘Desayuno con diamantes’. Pero la firma del eterno heterodoxo quedaría de forma evidente en creaciones como ‘Nudnik‘ o ‘Tom Terrific’, de una extraña sofisticación en su desnuda sencillez o ingenuidad.
Se mudó a California con apenas 20 años para desarrollar su carrera de ilustrador y allí llegó a ser hasta piloto de la aviación estadounidense. Pronto entró a trabajar en la United Prodcutions of America (UPA), los creadores de la genial y vanguardista serie ‘Mr. Magoo’ y luego saltó como director creativo.
a Terrytoons, los resposables de ‘Superratón‘. De esa época es la nominación para la Academia por su trabjo en ‘Sidney’s Family Tree’. Luegose estableció por libre y así hasta que su nombre quedó ligado a una de los capítulos más memorables de la historia secreta (o no tanto) de la animación. Que, en efecto, existe gracias a genios como el de Gene Dietch.
Fuente: El mundo.es