¿Qué está pasando en el Poder Judicial de Chubut que hace ya seis meses que dan vueltas y vueltas para no avanzar en la producción de pruebas, que permitan habilitar la apertura de causas penales por los casos de excesos y violencia de la policía de Massoni?
No son pocos los que notan que hay “una bajada de línea”, para que las denuncias se cajoneen y con el paso del tiempo terminen archivándose.
Para hacer un reconocimiento en rueda de policías por un caso de violencia institucional que hubo en las Mil Viviendas de Trelew, por ejemplo, hace casi cuatro meses que están a las vueltas, con la actuación “pisada” y de posposición en posposición.
Ahora le dijeron a la victima que “posiblemente” el 10 de setiembre se haga, pero mediante una comunicación informal, de la que no hay nada oficial de parte de la fiscalía. Mientras tanto, el abogado que es de la Defensa Pública y que debería representar al denunciante parece que está más del lado de los policías que de la víctima.
La sensación que tienen en el cercano entorno del joven que fue salvajemente agredido por al menos una decena de policías; es que están tratando de desalentarlos, de desgastarlos, de complicarles las cosas para que desistan y de esa manera lograr que el caso nunca llegue a juicio.
Juegan al “teléfono descompuesto” para que se mantengan alejados, no controlen y no se interesen por los procedimientos judiciales.
El caso es el de una decena de policías que se introdujeron a un departamento de la Mil Viviendas sin orden de allanamiento; de manera ilegal, presuntamente para darle un escarmiento a alguien que los había visto desde una ventana correr a tiros a unos usurpadores.
Al pibe, que tiene 18 años le pegaron, lo amenazaron y hasta uno de los agresores le puso su arma reglamentaria en la cabeza, obligándolo a arrodillarse delante de él y de sus compañeros para que les pidiera perdón. A causa de los golpes que recibió en sus genitales ahora tiene problemas y parece que van a tener que operarlo.
Desde el Gobierno nunca se pusieron en contacto con él para saber cómo estaba o si necesitaba algo. Menos lo hicieron Massoni y los hermanos Gómez, los dueños de la policía del Chubut.
Tampoco se les escuchó decir públicamente –en alguno de esos medios amigos que tienen—que se comprometían a investigar la responsabilidad de los policías y a bregar para que no quede impune el caso, todo lo contrario; hicieron silencio de radio, no le dieron importancia y eso también habla muy mal de ellos, casi convirtiéndose en cómplices o encubridores de la mala acción de unos empleados policiales que ya no deberían estar en la fuerza.