La economía de Argentina tuvo uno de sus peores desempeños históricos como consecuencia de los drásticos efectos de la pandemia del Covid-19. El virus y los encierros posteriores profundizaron la recesión que sufre el país desde 2018.
Un golpe económico como el de ahora no se vivía en Argentina desde que, en 2002, el Producto Interno Bruto se desplomó en un 10,9 % por los efectos de la conocida crisis del “corralito”.
En los días previos a diciembre de 2001, el país comenzó la que fue la peor crisis en su historia. El Gobierno instauró un corralito bancario en que los depósitos de la gente quedaron atrapados en las entidades, hubo una posterior devaluación del peso, los ahorros se esfumaron y los bancos no respondían ante los clientes.
Casi dos décadas después, en 2020 la economía de esa nación suramericana registró una contracción similar, del 10%; esta vez como consecuencia del Covid-19. Pero la pandemia lo que hizo fue prorrogar una recesión que ya completaba dos años.
Previo a la crisis sanitaria, Argentina ya había iniciado el 2020 con un tejido productivo golpeado por la recesión iniciada en 2018, el consumo en caída libre, una fuerte inestabilidad financiera, una alta inflación y un elevado endeudamiento externo.
El Gobierno y los organismos multilaterales auguran una mejoría para 2021 por el efecto de rebote que se espera en una economía que hace un año estuvo paralizada y que ahora muestra buenos signos.
Tanto el Gobierno como los economistas privados, que el Banco Central consulta mes a mes para su informe de expectativas, coinciden en proyectar una recuperación del 5,5 % para este año. Entre tanto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que esa expansión será del 4,5 %.
Fuente: EFE