Palabras del expresidente César Gaviria ante la bancada liberal esta semana. Fue así que decidí hacer esta bancada porque los hechos en relación con el paro siguen demandando la necesidad de opinar de manera permanente para señalar caminos al Gobierno y a la sociedad, para ejercer el papel que nos corresponde en este complejo problema, y porque tenemos que estar preparados todo el tiempo para explicar los principios que guían nuestro comportamiento en esta difícil coyuntura.
Quiero comenzar por expresar lo que ellos constituyen para contribuir a enfrentar una crisis que tal vez no sea la más grande ni la más grave, pero sí más amenazante que muchas del pasado, porque tenemos enormes incertidumbres que pueden empeorar por razones de índole internacional y por las condiciones sociales y económicas del país. Y además porque el país acepta nuestras críticas, pero en todo caso espera que nos comportemos con patriotismo y no contribuyamos a sacrificar la estabilidad política, la gobernabilidad ni nuestra democracia, que tenemos que contribuir a preservar.
En mi condición de director del Partido Liberal, quiero ser enfático en rechazar todas las formas de violencia y abuso. Son inaceptables los abusos de la Fuerza Pública y es inaceptable abusar del derecho a la protesta para realizar bloqueos. Sobre los vándalos y violentos debe caer todo el peso de la ley.
El arzobispo de Cali nos ha dejado hoy valiosas recomendaciones de cómo debemos contribuir a desbloquear a Cali, no por la vía armada, sino usando métodos de diálogo y de reconocer que quienes protestan tienen derechos consagrados en nuestra Constitución, además de las consideraciones humanitarias. Pero para salir de esta crisis es necesario ir más allá. Hay que acometer acciones para resolver problemas de fondo para los que la gente del paro y muchos otros demandan solución.
Tampoco sirve si ellas se leen como algo para defender a los más pudientes de nuestra sociedad, quienes tienen derechos y también deben ser amparados, pero que por la inacción del Estado se sienten hoy desprotegidos.
Ellos deben ser conscientes de que acudir a defenderse por la vía de las armas generará consecuencias devastadoras. Ese riesgo es mucho más grave en Cali y ya está ocurriendo.
Manejo económico
Sigo con dudas sobre la sabiduría de la decisión de responder con otra reforma tributaria que ya respaldaron varios partidos y el Banco de la República. No me atravesaré insistiendo en nuestros puntos de vista. Votaremos la propuesta del Gobierno, a condición de que se limite a lo estrictamente necesario, porque a eso me comprometí y porque lo creo necesario, pero no vamos a participar en el diseño de la nueva reforma ni tomamos responsabilidad sobre las consecuencias. Ese es mi compromiso con el nuevo ministro de Hacienda, con quien hemos logrado acuerdos en pocos días. Con el anterior no logré ninguna comunicación e hizo hasta lo imposible para evitar cualquiera. Aún no entiendo su actitud.
Mantenemos la idea, sin embargo, de que propusimos el camino correcto. Siempre pensamos que el proyecto de reforma tributaria era inconveniente en esta coyuntura porque teníamos la certeza de que la tensión social que ha generado la pandemia y la indignación con varias de las políticas oficiales había incubado un malestar que la propuesta de impuestos a las clases medias iba a convertir en movilizaciones que desafortunadamente algunos querían empañar con violencia.
Tuve la ocasión de hablar con el expresidente Uribe a propósito de la reforma tributaria. Charlamos telefónicamente algo así como 14 horas y sin duda fue de lejos la persona que más trabajó en convencernos de la necesidad de que los liberales apoyáramos los cambios contenidos en la propuesta gubernamental. Que diferencia porque antes no logramos siquiera que el Ministerio de Hacienda tuviera la cortesía de enviarnos el texto que sometió a la consideración del Congreso.
Me satisface que el expresidente Uribe le haya solicitado al Presidente en varias oportunidades que retirara el proyecto por el gigantesco rechazo que él recibió, pero el ministro Carrasquilla se opuso. El terrible paro que estamos viviendo se hubiera podido evitar. Quienes me critican que haya juzgado con tanta severidad al exministro entenderán ahora los inmensos daños que le hizo a nuestra nación. El Partido Liberal no tiene una actitud negativa frente a los impuestos, siempre y cuando esos recursos tengan origen en sectores más pudientes y no en la clase media, y se gasten en apoyar a quienes han sido víctimas de la pandemia, a los millones de ciudadanos afectados por el desabastecimiento y a la población vulnerable que vive en la miseria.
No queríamos votar el proyecto porque contuviera impuestos ni porque fuera impopular, sino porque no creíamos que fuera el camino por seguir. Si la plata es para guardarla, no veo porque vamos a cambiar los liberales nuestra posición. Los impuestos que votemos no pueden ser para guardarlos, son para apoyar a los vulnerables, para las pequeñas y medianas industrias que no recibieron el apoyo del Estado. En eso nos identificamos con la Andi.
Desafíos
Todos estamos obligados a aceptar que la mayoría de los problemas que enfrenta Colombia no son sino en una parte o ninguna, en algunos casos, responsabilidad del presidente Duque, ni la pandemia ni el significativo menoscabo de la OMC, especialmente por la política de cerrar comercio en tantos productos y países que tanto nos ha perjudicado. La crisis económica internacional originada en la pandemia y en las decisiones del entonces presidente Trump tampoco son de su responsabilidad.
La caída de los precios de los productos básicos, como el petróleo, ha deteriorado el ingreso por exportaciones de Colombia.
Hay que recuperar la confianza en el Gobierno. El Presidente tiene una responsabilidad muy grande y nuestro inmediato futuro depende de que acierte en sus políticas de ahora en adelante. En eso lo queremos acompañar. En la bancada pasada realizamos muchas de nuestras críticas y yo siempre he creído que ellas sirven para que el Gobierno evalúe sus políticas. Es lo que nos corresponde en nuestra condición de independientes del Gobierno en nuestro sistema político. Una crisis como la que vivimos impone necesaria e inevitablemente un gran desgaste; trae el cansancio, el empobrecimiento y la desesperanza de grandes grupos sociales afectados por la crisis. Va a ser bien difícil que el país regrese a una nueva forma de normalidad.
La pandemia
Es hora ya de aceptar que la siuación de la pandemia es más grave de lo que la mayoría de colombianos cree. Desde nuestra convención dijimos que deberíamos cambiar de indicadores de cómo iba variando la amenaza de la pandemia e insistimos en que se usara el índice de muertos diarios por millón de habitantes.
Entonces señalamos que el Gobierno decía que la situación de Colombia era similar a la de otros países del mundo y que no tenía nada de excepcional. Eso no era así. Hoy seguimos apareciendo en los lugares altos de muertos por millón de habitantes. En septiembre resolvimos que nuestra cifra de contagios ya se había aplanando. Nuestra curva no era plana. Subía a un ritmo alto.
Hoy más que nunca es válida la política de primero la pandemia. No creo que el Gobierno vaya a pensar distinto. Como lo señalé en septiembre, no veo cómo elevar responsabilidades (…)
Los que protestan
La declaración del ministro de Defensa de que la obstrucción de cualquier vía pública es terrorismo es equivocada y solo le generará enormes dificultades a la justicia, que tendría que abrir miles y miles de procesos. Esa es una posición equivocada y es urgente que el Gobierno la desvirtúe, algo que el Presidente empezó a corregir en su último viaje a Cali.
Esas declaraciones del mindefensa pueden conducir a abusos de la Fuerza Pública, amparados en la declaración del ministro. No creo que el ministro haya considerado los peligros que tal declaración puede generar, y la debe corregir de inmediato.
Pero que en ocasiones se haya abusado del derecho no legitima al ministro para hacer las generalizaciones que ha hecho. Estoy seguro de que el presidente Duque está en desacuerdo. Ayer lo dijo en Cali, pero que corrija al ministro. En un par de veces en que se ha alterado el orden público, el Gobierno encabezado por el mindefensa ha ordenado enviar batallones. Cuando hay 10 enfrentamientos en el Cauca se necesitan más negociadores que batallones.
Se necesita con máxima urgencia un ministro que pueda asegurar las acciones en esta materia por corregir de inmediato. El hecho de que la policía se haya acuartelado en algunas regiones es muy delicado porque se siente que no hay suficiente protección, y hasta comprendo las razones humanas, pero estoy totalmente en desacuerdo con que el ministro no corrija. Se necesita que el Gobierno, a la brevedad posible, corrija esta situación que es casi tan grave como lo que ocurre en Cali. Se necesita también que el Gobierno evite abusos policiales de una manera que castigue, por iniciativa suya, cualquier abuso de manera inmediata y que la justicia ordinaria investigue y juzgue. Si queremos fortalecer la policía, lo primero que tenemos que hacer es rechazar las actuaciones abusivas.
Sacar soldados a la calle, como en algún momento lo aconsejó el expresidente Uribe, implica muchos riesgos en este momento. En los momentos de mayor gravedad de alteraciones de orden público es cuando más estricto hay que ser en el cumplimiento de los protocolos del uso legítimo de la fuerza del Estado.
Proceso de paz
Si queremos avanzar en los orígenes de la protesta y si queremos contrarrestar la muerte de líderes sociales y la de muchos otros ciudadanos, hay que culminar el proceso de paz. El Gobierno debe aceptar que mantener una oposición ciega a algunos puntos del acuerdo solo aumenta la polarización y agrava las tensiones políticas. Fueron muy desafortunadas y no fue responsabilidad del Presidente que hubiera objeciones a la ley estatutaria que, entre otras ideas dañinas, buscaban menoscabar las funciones de la JEP. Que la gran mayoría de los miembros de las Farc se desmovilizaron es meridianamente claro.
Pero no hemos resuelto ninguno de los conflictos rurales que han generado centenares de miles de muertos a lo largo de varias décadas. El punto uno del acuerdo que contiene un ambicioso programa de desarrollo rural no puede ser letra muerta. Confiaría en que el partido de gobierno deje avanzar al Presidente en este punto. De otra parte, algunos dirigentes nacionales, muy conocidos y respetados, de manera equivocada aconsejaron a los hacendados quedarse en la justicia ordinaria. El acuerdo señala que todo aquel que haya sido víctima de intimidación está exento de responsabilidad.
Rechazamos enfáticamente la idea repetida por algunos funcionarios gubernamentales de que la culpa de las disidencias es un incumplimiento de las Farc. Eso demuestra una enorme ignorancia o un evidente intento para hacerle daño a lo pactado. Denunciaremos sin contemplaciones esa aseveración falsa y sin duda perversa. Hay que concluir el proceso de paz.
Creo, aunque no me corresponde a mi decirlo, que la paz es el tema más importante para esos sectores contestatarios que son parte del paro. Haber propuesto las objeciones a la ley estatutaria fue un pésimo comienzo que mostró las grandísimas distancias del Gobierno con el proceso. Todos los funcionarios que se han expresado contra el proceso, que discrepan de ese compromiso, deberían irse del gobierno de manera inmediata. Es función del Presidente encontrar cómo hacerlo. Estas son apenas nuestras opiniones. Pero no tengo duda de que la culminación del proceso será bien recibida por parte de los organizadores del paro, algunos partidos de izquierda y nosotros los liberales le damos la mayor importancia si queremos paz en nuestros campos.
Confió en que el expresidente Uribe no se opondrá a la culminación del proceso de paz. Él apoyó los procesos que se adelantaron en el gobierno de Barco y dicen que ahora ha buscado facilitar un acercamiento con el Eln. Somos conscientes y mucho nos preocupa que él a veces use expresiones que a mi juicio inducen a la Fuerza Pública a acciones que la mayoría de los colombianos rechazamos y que algunas son sin duda crímenes de Estado. En esto la justicia internacional es mucho más severa. Y serviría que él les pidiera a algunos de los miembros de su partido que no se pronuncien contra el proceso de manera casi incendiaria. Sus opiniones como dirigente político son importantes, así tengamos con él grandes diferencias. Y no dudo de que será importantísimo que se vincule a los acuerdos a los que hemos hecho referencia. Es cierto que durante su gobierno mejoró muchísimo la seguridad en el país, pero los abusos que se cometieron por la Fuerza Pública no permitiremos que se vuelvan a repetir.
Reforma policial
Nada justifica la violencia contra manifestantes o miembros de la Fuerza, ni la afectación a bienes públicos o el saqueo de comercios. Fue excelente la actuación del Fiscal el jueves pasado, tanto para la opinión nacional como la internacional. Era en extremo necesaria. Después de que el ministro de Defensa solo hablara de los policías muertos y heridos y cuando le preguntaran por las víctimas civiles dijera que eran un asunto del Fiscal. Y lo repitió antes de viajar a Cali, poniendo en aprietos al Fiscal, a quien ni le informaron que repetirían la prueba a la que ya lo habían sometido.
No puede haber duda sobre el hecho de que al Gobierno le preocupan tanto las muertes de civiles como las de los policías. Y el ministro de Defensa no se ha logrado sintonizar con un asunto que puede originar un inmenso daño internacional, además del nacional. La Cancillería debe inmediatamente informar a través de sus embajadores cuál es la política oficial. La imagen de nuestra policía será difícil de mejorar y la reforma de la Policía es un anuncio y decisión imprescindibles.
Recuperar su prestigio nacional e internacional va a ser una tarea larga y difícil pero urgente como ninguna. No puede ser que el ministro hable solo de policías muertos y de CAI destruidos y tome distancia de la muerte de civiles. No puede haber ninguna duda de que al Gobierno le preocupan la vida de los ciudadanos tanto como la de los policías.
La condición de civil del ministro de Defensa es precisamente para eso, para servir de control de la actuación de la policía; si fuera para dirigir operaciones, es mejor un oficial preparado para eso. La impresión que se tiene es que se necesita un ministro que sea capaz de medir los peligros por enfrentar y que imponga una política que no siga agravando la amenaza de rebelión. Es muy grave también que haya quejas de inacción de la policía y que en algunas regiones digan que esta acuertelada.
Eso es casi tan grave o igual de grave a lo que está ocurriendo en Cali. Estoy seguro de que hoy la inmensa mayoría de las personas que protestaron en Cali quieren paz y no guerra, y necesitan un ministro que use un lenguaje de paz, no que incite a la confrontación. Los ciudadanos esperan eso y no lo contrario. En esa cartera se necesita alguien que mande, pero no para que nos lleve a una mayor confrontación.
No está de más que lean los atinados consejos del arzobispo de Cali. Ahora que Estados Unidos dejó saber los límites que tiene la ayuda militar norteamericana, ¿si será que los ministros del presidente Duque están notificados de que el gobierno del presidente Biden tiene una política de respeto a los derechos humanos prioritaria?
También creo que el Esmad es necesario, pero es urgente que tenga una cabeza que garantice que la gran cantidad de problemas que se han presentado se corrijan de inmediato (…)
Fuente: El Tiempo