Como consecuencia del incendio en la sede de fiscalía de Rawson suscitado en diciembre por un grupo de DUDOSOS antimineros, se perdió una gran cantidad de expedientes lo que ocasionaría la libertad de “amigotes” cuyas carpetas de investigación, casualmente, se encontraba en el sector de las llamas.
Se dice que el 16 de diciembre los pirómanos mientras perpetraban el vandálico hecho gritaban a los cuatro vientos “somos anti-mineros” para que nadie tenga dudas ni piense lo contrario.
Este hecho le habría ocasionado una gran tristeza al procurador general quien se maldice todos los días ante el espejo por la torpeza de haber tenido toda la documentación en papel, cuando estamos en plena época de la digitalización.
Este domingo se hizo una pequeña fiesta de cumpleaños en su domicilio que contó con AGRADECIDOS invitados, tirones de oreja y una particular torta con la temática de un “coche de bomberos”, que aún no sabemos a ciencia cierta por qué.
En esa velada entre chanzas sobre qué era lo que quería de regalo, Jorgito se tomó muy enserio el interés de sus comensales y pidió un inusual regalo: una computadora nueva para digitalizar todas las investigaciones fiscales y que no vuelva a pasar lo mismo.
Los asistentes quedaron atónitos ante el requerimiento y según nuestras fuentes se habrían dispuesto a hacer una vaquita para cumplir con el anhelo del jefe de fiscales.
El ministro del superior tribunal de Justicia (amigo de un narcotraficante) y el fiscal general de Rawson Fernando Rivarola (el creador del “desahogo sexual” y presunto espía de la AFI), ambos presentes en el agasajo, se mostraron particularmente conformes con cumplir el pedido de “Joly”, pero más que nada estaban muy interesados en saber dónde colocaría esas computadoras de llevarse a la práctica la digitalización de las investigaciones.
Aconsejaban encarecidamente al procurador de colocarle contraseñas a esos dispositivos y se los veía subyugados por conocerlas en caso de que así lo decidiese Jorgito, de hecho le recomendaban que esas credenciales de acceso las tenga su “gente de máxima confianza” para lo cual no tenían ningún prurito en ofrecerse como candidatos para tales responsabilidades.
No tenemos precisiones de cuál sería el motivo para un interés tan exacerbado en esa información de parte de estos dos singulares personajes, pero quién se hubiere acercado y no conociere ni a Báez ni a Rivarola, hubiere juzgado que se trataba de dos asesores informáticos de Miquelarena por la pornográfica curiosidad que derrochaban sus fenoménicas existencias.