Se suma otro caso más de dolor e injusticias, donde un comodorense no puede ver a su pequeño hijo por impedimentos de su madre, que se le ocurrió de un día para otro irse a mas de 2.800 kilómetros de distancia de la provincia, mientras el poder judicial vuelve a responder de manera radicalizada con la tan llamada “perspectiva de género”.
Cholila Online te cuenta lo que otros medios hegemónicos no hacen, aquello que es “políticamente incorrecto”. Y nuevamente tenemos en esta triste saga un caso más, otro de innumerables en realidad. Es el caso de Braulio C, un chubutense de unos 35 años aproximadamente que reside en Comodoro Rivadavia.
La última vez que vio a su hijo fue el 22 de febrero de este año, en una visita fugaz en Misiones; el encuentro lamentablemente duró solo 2 horas por estrictas exigencias de su madre.
Verá que estamos tratando de no precisar detalles relativos a la identidad de los padres, la referencia “Braulio C” es un seudónimo. Lamentablemente nos tenemos que manejar así por órdenes de la Justicia.
A la justicia de Chubut no le gusta para nada que salgan a la luz estos casos, puesto a que quedaría en evidencia su inoperancia o bien su presunta complicidad con una facción política extremista (feminismo radical).
La justicia para salirse con las suyas en ese operativo “mordaza”, se aferraría interesadamente en los derechos de los niños, esgrimiendo que a efectos de no violar la normativa los medios nos tenemos que limitar a informar sin dar datos que permitan directa o indirectamente identificar al niño/a en cuestión.
El problema es que a las autoridades se les va la mano con esas restricciones, a tal punto de prohibir que una madre de Rawson salga por los medios digitales a reclamar legítimamente al mismo estado que le devuelva a su hijo, un bebe de 4 meses, lactante, que fue arrebatado por los servicios de protección de derechos del municipio de Rawson; ya todos conocemos ese hecho.
Lo que le pasó a Braulio fue realmente indignante. Cortó relación con su pareja en 2019, y ésta, una mañana, antes de que él llegue, se fue de la vivienda con el pequeño hijo que tienen en común sin previo aviso. También se llevó muchos elementos del domicilio, dejando la casa prácticamente vacía. No escatimó tampoco en llevarse el vehículo de Braulio.
El destino de la mujer era Misiones, y se llevó con ella al pequeño de 8 años, inscribiéndolo sin autorización de Braulio en un colegio de aquella provincia. Al poco tiempo, el joven padre descubrió que con el dinero que le daba, la madre no pagaba el colegio al que asistía el nene en Comodoro Rivadavia, acumulando un año de deuda con la institución.
En invierno del año pasado, su hijo volvió a la ciudad petrolera en compañía de su madre a efectos de asistir a una audiencia donde se determine el régimen de cuidado personal del menor.
El pequeño dijo ante los estrados judiciales con una claridad meridiana que lo único que quería era estar con su padre y que no quería irse con su madre, pero la polémica jueza de familia Guillermina Leontina Sosa no dio lugar a la revinculación con Braulio ni a los argumentos invocados por la asesoría de menores y la abogada del niño.
Jueza de familia Guillermina Leontina Sosa
La jueza no quiso escuchar al niño, sabiendo que este por imperio de la ley nacional 26.061 de protección integral de los derechos del niño/a y adolescente tiene el derecho a ser oído y que su opinión sea tomada en cuenta.
Posteriormente a la audiencia, terminaron todos (Braulio, su hijo y la madre) en la comisaria de la mujer con la presencia del ETI (Equipo Técnico Interdisciplinario del Poder Judicial) pero sin la asesoría de menores.
“Apareció el ETI sin la asesoría de menores, cuando no puede actuar sin la presencia de este organismo… tengo grabado cuando me dijeron que tenía que dejar que se vaya mi hijo con la madre, porque así lo había decidido la jueza Sosa” nos acota Braulio.
Nuestro entrevistado cuenta con impotencia que lo llegaron a tener custodiado en la comisaria de la mujer con policías mientras su hijo llorando le decía que no se quería ir a Misiones.
Al lunes siguiente se reabrió la audiencia en el juzgado de familia, Braulio asiste pero se enteró allí por su abogada que la jueza Sosa suspendió la audiencia y que finalmente autorizó a que su hijo se vaya con su madre.
Como si fuera poco, en ese instante Braulio se comunica con su hijo y éste le dice “desde anoche que sabíamos”, por lo tanto su ex – mujer ya sabía de antemano que no se iba a realizar la reunión, lo cual es muy extraño porque nos lleva a deducir que la jueza Sosa se habría comunicado directa o indirectamente la noche anterior con la mujer, para comunicarle la suspensión de la audiencia, algo que haría dudar seriamente de la imparcialidad de la magistrada.
Braulio también nos cuenta que según él, su ex mujer ejerce violencia psicológica sobre el niño, puesto a que el propio menor le admitió por teléfono a su padre que si habla de él en presencia de su madre y de su abuela estas lo reprenden. También le llama la atención la forma en la que su hijo le habla por teléfono, a la cual describe como respuestas en monosílabos y siempre con voz baja, como si la madre se encontrara al lado vigilando el dialogo entre el niño y su padre a través del teléfono.
Braulio fue a Misiones en diciembre del 2021, con el deseo de pasar año nuevo con su hijo, pero la madre no se lo permitió. El 29 de diciembre mientras duraba su estadía en Misiones, Braulio se enteró de que su ex le había formulado una denuncia penal falsa en su contra, presumiblemente para sumar más obstáculos entre él y su hijo.
La denuncia iba acompañada de una restricción de acercamiento. A Braulio nunca le llegó la notificación de la denuncia por lo que tampoco tenía en claro por qué fue denunciado, se enteró de todo esto por medio de su abogada en la comisaria.
Lo habían denunciado por “maltrato psicológico”, algo obviamente tirado de los pelos si sabemos que la ex mujer se encontraba a más 2.000 kilómetros de distancia y Braulio solo tenía contacto con su hijo por teléfono (aunque a duras penas, porque muchas veces ella impedía también el contacto telefónico) y nunca con ella, de manera que no se entiende cómo Braulio podría haber ejercido el “maltrato psicológico” en esas condiciones.
Con el objeto de ver el estado en el que se hallaba su hijo, Braulio propuso que su madre vaya a ver al pequeño, puesto a que la restricción de acercamiento únicamente lo conminaba a él, pero no a su madre. Sin embargo, su ex pareja no aceptó.
Estuvo dos meses allí esperando a que la mujer se ablande y le permita tener contacto con el nene, fue así que recién el 22 de febrero de este año pudo verlo, conformándose un encuentro a las apuradas debido a que el avión de Braulio de regreso a Chubut salía pronto, por lo tanto todo duro solamente un par de horas.
Desde entonces nuestro protagonista denuncia que la madre anda cruzando provincias libremente cada fin de semana junto al pequeño y nadie hace nada.
Reiteramos que desde el 22 de febrero de este año que ya no ve a su hijo, se le imposibilita la comunicación puesto a que la madre le controla el teléfono al nene, lo que provoca que Braulio esté días sin saber absolutamente nada de él.
Advertimos una gran cantidad de casos como el de Braulio, y desde este medio nos comprometemos a difundir para que se visibilice esta problemática con fuerte raigambre social y política que integra la lista de los temas políticamente incorrectos, que otros medios no se atreven a hacer trascender.
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