Un miembro del flamante equipo económico lo admite sin dudar: «No podemos seguir así. Tenemos que revertir las expectativas. Y la única manera es consiguiendo dólares para las reservas». Más claridad, imposible.
El funcionario, que prefiere el anonimato para evitar algún cimbronazo extra, da cuenta de la obsesión de Sergio Massa: conseguir dólares rápidamente que evite un salto cambiario brusco. Algo que el ministro no está dispuesto a efectuar. Al menos sin antes conseguir un respaldo de billetes verdes en el Banco Central.
Lo que parece innegable es la descoordinación en el gabinete económico, algo que parecía superado tras la eyección de Martín Guzmán. Massa dio una fuerte señal apenas asumió que está dispuesto a mantener la pauta de déficit fiscal del 2,5% del PIB para este año, algo que lo obligará a un fuerte ahorro de acá hasta fin de año.
Pautó, para conseguirlo, una corrección de las tarifas de los servicios públicos mucho más fuerte que el anunciado por Guzmán, primero, y por Silvina Batakis, después. Además, tiene la idea de mantener pisado el gasto público en función de los fondos que ingresen al fisco. Tampoco les permitirá a los funcionarios a recuperar el dinero que no hayan utilizado (subejecutado) durante la primera parte del año.
Se trata de un ajuste considerable, nunca visto bajo un gobierno kirchnerista. Massa asegura que está dispuesto a tolerarlo con tal de recuperar la confianza y mejorar las expectativas de corto y mediano plazo.