El último informe de la Organización Meteorológica Mundial, publicado este domingo, muestra que los últimos ocho años han sido los más calurosos de los que se tiene constancia, favorecidos por las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero.
El estudio es un inventario de eventos climáticos alarmantes, que incluyen la acelerada subida del nivel del mar, el histórico nivel de deshielo de los glaciares europeos y la devastación causada por los fenómenos meteorológicos extremos.
Señales alarmantes
La versión provisional del Estado del clima mundial en 2022 expone las señales y consecuencias cada vez más alarmantes de la emergencia climática. Entre ellas, el estudio indica que la velocidad en la que aumenta el nivel del mar se ha duplicado desde 1993 hasta alcanzar un récord máximo durante este año, junto a los primeros indicios de un deshielo sin precedentes en los Alpes europeos.
Aunque el informe completo de 2022 se publicará en la primavera del año que viene, el estudio provisional se quiso presentar coincidiendo con la inauguración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) para concienciar sobre la enorme magnitud de los problemas que los líderes mundiales deben abordar, si pretenden albergar alguna esperanza de controlar la crisis climática.
«Cuanto mayor sea el calentamiento, peores serán los impactos», afirmó el secretario general de la Organización durante la ceremonia de presentación del informe celebrada en la ciudad egipcia de en Sharm El-Sheikh (Egipto), sede de la conferencia de este año.
«Los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera son tan elevados que apenas podremos limitar el calentamiento a 1,5 °C, el objetivo menos ambicioso del Acuerdo de París”, y alertó que “ya es demasiado tarde para muchos glaciares y el deshielo continuará durante cientos, o incluso miles de años, y ello acarreará graves consecuencias para la seguridad hídrica».
La situación es crítica en todas las partes
El informe es un mareante inventario de eventos climáticos alarmantes, en un contexto de niveles récord de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso en la atmósfera -los tres principales gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global-, que actualmente se estima en unos 1,15 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
En los Alpes se midió una pérdida media de espesor del hielo de entre tres y más de cuatro metros, mientras que en Suiza se derritió toda la nieve durante la temporada de verano, la primera vez que esto ocurre en la historia; desde principios de siglo, el volumen de hielo de los glaciares del país ha disminuido en más de un tercio.
El creciente deshielo en todo el mundo ha provocado que el nivel del mar haya subido a un ritmo acelerado en los últimos 30 años. El nivel de calentamiento del oceánico fue excepcionalmente alto en las dos últimas décadas; las olas de calor marinas son cada vez más frecuentes, a diferencia de lo que sucede con las de frío, y se prevé que este ritmo continúe en el futuro.
El estudio también detalla los efectos de las sequías y de las lluvias torrenciales. En Kenia, Somalia y Etiopía se registran pérdidas de cosechas e inseguridad alimentaria, debido a otra temporada de lluvias por debajo de la media, mientras que más de un tercio de Pakistán se inundó en julio y agosto, como consecuencia de unas lluvias sin precedentes, que desplazaron a casi ocho millones de personas.
A principios de año, la región del sur de África sufrió durante dos meses una sucesión de ciclones, que afectaron sobre todo a Madagascar con lluvias torrenciales e inundaciones devastadoras, y en septiembre, el huracán Ian causó grandes daños y pérdidas de vidas en Cuba y el suroeste de Florida.
Muchas zonas de Europa sufrieron continuos periodos de calor extremo: el Reino Unido registró un récord nacional el pasado 19 de julio, cuando la temperatura superó por primera vez los 40°C. Todo ello acompañado de una persistente y dañina sequía e incendios forestales.