Chubut

El desprecio a los docentes, chivos expiatorios de la sociedad y la clase política

Si usted siente una irresistible tendencia a culpar a los docentes de todos los males de la educación pública en Chubut, en esta columna de opinión encontrará algunos tips muy útiles para reforzar su postura. Como sabe, siempre es más cómodo apuntar contra el chivo expiatorio más débil y expuesto.

1) Postura negacionista

Lo primero es negar las responsabilidades que tiene el gobierno en la administración y el estado de la educación pública. Si los edificios se caen a pedazos y se suspenden las clases, la culpa siempre será de los directivos, los docentes y los porteros. Entre otras cosas, no se debe mencionar que el gobierno no aprovecha el mes de enero para hacer las refacciones necesarias.

2) «Los docentes son vagos»

Siempre es bueno meter a todos en una misma bolsa, más allá de que sea algo falso. Como se sabe, hay docentes malos, buenos, muy buenos y excelentes. Igual que en todas las profesiones. Pensemos, por ejemplo, en la «honorable» Legislatura provincial: ahí hay un diputado famoso por cobrar coimas de empresas mineras e incluso hay una ex ministra de Educación procesada por corrupción. Pero es mejor construir un estereotipo de docente haragán e irresponsable y afirmar: «Todos son iguales», aunque sepamos que no es cierto.

3) «Los docentes cobran bien»

Siempre hay que decir que cobran más de lo que merecen. Igual, podemos hacer una cuenta muy simple. Con el generoso aumento que va a dar el gobierno, un docente ingresante cobrará en septiembre $148.376. Ya, en este momento, la canasta básica alimentaria supera los $160.000, por lo que el sueldo seguiría debajo de la línea de la pobreza. Hagamos otro cálculo: supongamos que la docente tiene hijos y debe contratar una niñera (en blanco) para ir a trabajar. Si la niñera trabaja 6 horas diarias, de lunes a viernes, su sueldo sería de $89.544. Es decir, a la docente le quedarían $58.832 (o, menos, porque seguramente las empleadas domésticas tendrán más aumentos para septiembre). Con ese monto, debería comprar alimentos, elementos para la escuela y, tal vez, pagar un alquiler. Es decir, resulta evidente que sus sueldos son muy bajos pero, igual, hay que repetir que no es así. Al final, si una docente quiere tener hijos y no posee casa propia, es su culpa.

4) «El sistema educativo está destruido por culpa de los docentes»

Tanto si los docentes hacen paro como si no lo hacen, pero no nos gusta lo que enseñan, debemos afirmar con convicción que el lamentable estado de la escuela pública es una consecuencia directa de su mala actitud. Es cierto que, si cobraran mejor, no tendrían que trabajar en doble turno y el gobierno podría brindar capacitaciones permanentes a contraturno. Eso, sin dudas, mejoraría la calidad educativa. Con mejores sueldos, habría más capacitaciones y también más elementos para evaluar la formación de los docentes. Pero eso supone hablar de una política educativa que ningún gobierno provincial quiso desarrollar y parece algo tan abstracto como inalcanzable. Es mejor, entonces, apuntar contra los docentes, que son concretos y bastante alcanzables con nuestras miradas y nuestros insultos.

5) «Los docentes ya no tienen vocación»

Esta frase siempre es oportuna cuando un docente se queja de su salario o de las condiciones de trabajo. En la misma línea, se puede decir también: «Docentes eran los de antes» y «Los docentes siempre fueron pobres». De esta manera, si un docente está disconforme con lo que gana, automáticamente, se convierte en un «mal docente», uno «sin vocación», porque «ser docente por vocación es aceptar la pobreza».

6) «La educación es el futuro del país»

Esta es una frase que repite todo el mundo. Ahora que estamos en época de campañas electorales, la volvemos a escuchar en muchas bocas. Pero, finalmente, para muchos, asegurar que la educación es algo fundamental se reduce a que haya clases y que, para eso, los docentes acepten trabajar por poca plata. Es decir, no hay una planificación general y ambiciosa de una reforma educativa respaldada por una fuerte inversión de recursos. Es solo un latiguillo para extorsionar a los docentes: si hacen paro, afectan el futuro de los jóvenes y de la patria.

Para finalizar, solo resta decir que no hay mejor fórmula que la combinación de prejuicios, frustración y enojo para encontrar una solución fácil. Al final, el hilo se corta por lo más delgado.

*Docente e investigador en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (Comodoro Rivadavia).

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