La desaparición del joven de Comodoro Rivadavia no arrojó más novedades. Las búsquedas se realizan una vez por semana. En algún momento, no se descartaba la presencia de terceras personas. Sin embargo, las pericias parecen indicar lo contrario.
Ya pasó un mes y medio desde que desapareció Diego Barría, un 18 de febrero en Puerto Visser, cuyos restos parciales aparecieron dentro de un cazón.
A juzgar por lo que se sabe hasta el momento, todo lleva a pensar que el caso va camino a cerrarse, ventilaron a Jornada fuentes extraoficiales.
La hipótesis más fuerte, desde un primer momento, era que el joven se accidentó con el cuatriciclo y la marea lo arrastró para desaparecer su cuerpo.
En la búsqueda, unos días después, apareció el cuatriciclo y un casco. De las pericias del vehículo dependía en gran parte la investigación para descubrir qué fue lo que pasó aquella noche.
Al mismo tiempo, aparecieron en la costa un estuche con lentes de sol con una de las patillas rota. Al lado, curiosamente había un paño salido del estuche, un mate y zapatillas.
Barría llevaba esas pertenencias en una mochila cuando salió en el cuatriciclo rumbo un campo. Lo llamativo es que la mochila nunca apareció.
Más tarde, un pescador encontró rastros epiteliales y del tatuaje dentro de un cazón. Esto llevó a los investigadores a concluir que no estaba con vida.
Según fuentes cercanas a la investigación, las pericias del cuatriciclo señalarían que «no hay daños compatibles con un choque con otro vehículo». Los resultados no fueron divulgados oficialmente.
Si esto es así, de acuerdo con los investigadores, el caso concluiría en que se trató de un accidente provocado por las características del lugar. Así, Diego Barría habría sido «arrastrado por la marea», como se dijo desde un principio.
En algún momento, se llegó a especular con la presencia de una o más personas en el lugar. Las sospechas estaban orientadas por el hallazgo de objetos, por ejemplo los lentes, que no encajaban en la escena.
En su trayecto, Barría paró en dos puestos y debía llegar a un tercero, que quedaba a la altura del campo adonde debía llegar.
El joven nunca llegó. Hoy siguen buscando sus restos para terminar de completar el rompecabezas.